Miles de australianos exigieron este jueves el fin de la monarquía en una jornada de protestas realizadas en diversas ciudades del país, coincidiendo con la conmemoración del Día de Luto Nacional decretado por el fallecimiento de la reina Isabel II.
"La Corona tiene sangre en sus manos. Nuestro pueblo sigue muriendo en este país cada día... La bota de la Corona está en nuestro cuello y estamos hartos de ello", dijo la senadora del Partido Verde, la aborigen Lidia Thorpe, quien vestida de negro y con pintura roja en la mano dio un discurso callejero en la ciudad de Melbourne.
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En esa ciudad, centenares de manifestantes encabezados por la senadora recorrieron las calles con pancartas en las que se leían mensajes como "Abolición de la monarquía o "La vida de los negros importa", en referencia al movimiento Black Lives Matter.
El frente "Warriors of the Aboriginal Resistance", uno de los organizadores de la protesta, exigió el fin del "imperialismo racista colonial y sus efectos continuos" en los pueblos aborígenes y de los isleños del Estrecho de Torres, que representan el 3,3 por ciento de los 25 millones de habitantes del país.
"Mientras ellos lloran a la reina nosotros lloramos todo lo que su régimen nos robó: nuestros hijos, nuestra tierra, las vidas de nuestros seres queridos, nuestros lugares sagrados, nuestras historias", reza la convocatoria a la marcha callejera.
Igualmente se realizaron protestas en otras ciudades australianas, como Camberra, Brisbane, Sídney y Adelaida, donde imperaron los cánticos como "Siempre fue y siempre será tierra aborigen".
Asimismo, algunos manifestantes quemaron la bandera australiana, según imágenes transmitidas por la televisión.
Las protestas de hoy coinciden con el Servicio Nacional de Conmemoración realizado en el Parlamento de Camberra en el Día de Luto Nacional, decretado oficialmente para rendir tributo Isabel II, jefa de Estado del país oceánico durante sus 70 años de reinado.
"Al considerar el papel unificador que desempeñó Su Majestad, reconozco que su fallecimiento ha provocado reacciones diferentes en algunos miembros de nuestra comunidad", admitió en esa ceremonia oficial el gobernador general de Australia, David Hurley.
"Soy consciente de que muchos australianos de las Primeras Naciones, marcados por la historia colonial, han emprendido un viaje de reconciliación. Es un viaje que, como nación, debemos completar", agregó el representante de la corona británica en Australia.
Los aborígenes australianos, que no son reconocidos por la Constitución australiana que data de 1901, han sido víctimas de constante maltrato desde la colonización, además de desposeídos de sus tierras y discriminados sistemáticamente, por lo que muchos de ellos viven en situación de pobreza y desigualdad.
El Gobierno del primer ministro australiano, el laborista Anthony Albanese, ha prometido celebrar un referendo durante este mandato para realizar un cambio constitucional que permita reconocer los derechos de los indígenas australianos y permitirles que tengan una voz en el Parlamento del país.