NACIONES UNIDAS. El secretario general de la ONU, António Guterres, abrió la Asamblea General haciendo sonar la señal de “alarma” ante un mundo que “nunca ha estado tan amenazado ni tan dividido”.
“El mundo debe despertar. Estamos al borde de un abismo y moviéndonos en la dirección equivocada”, dijo Guterres a los líderes mundiales reunidos en Nueva York
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El diplomático presentó un sombrío análisis de la coyuntura internacional, marcada por la falta de unión en la respuesta a la pandemia, los pocos avances en la lucha contra el cambio climático, las crecientes desigualdades y las crisis en Afganistán, Yemen y Etiopía, lo que “nos está llevando a un callejón sin salida”.
Sobre el Covid-19, Guterres denunció la “obscenidad” de que muchos países ricos hayan vacunado a la mayoría de su población mientras en África el 90 por ciento espera aún la primera dosis.
Además, dijo que la pandemia y la crisis climática sacaron a relucir los grandes problemas globales: la falta de solidaridad, el egoísmo, la corrupción y la enorme desigualdad que han disparado la desconfianza y la desesperanza ciudadana.
Con este llamado de alerta inició la reunión anual de líderes, donde el choque entre las dos grandes potencias mundiales, Estados Unidos y China, ha marcado las últimas ediciones, pero ayer, tanto Joe Biden como Xi Jinping bajaron el tono.
Biden, convirtió su primer discurso ante la Asamblea en un alegato contra el aislacionismo y el autoritarismo, en un momento de dudas entre sus aliados sobre las intenciones de EU en el mundo.
Biden negó que busque una “nueva Guerra Fría” con China y trató de reivindicarse como gran promotor de la cooperación global, después de una racha de roces con sus aliados por la retirada de Afganistán y la crisis abierta con Francia por el contencioso de los submarinos.
La Unión Europea elevó ayer el tono contra EU por no comunicarle sus planes de alianza de defensa con Australia y el Reino Unido (Aukus), y se solidarizó con Francia al haberle cancelado Canberra un contrato millonario para proveerle submarinos, debido al nuevo pacto.
Mientras eso pasaba, Biden prometía en la ONU una “nueva era de diplomacia”, en tanto que Xi Jinping, que inicialmente no tenía previsto hablar ante la ONU y que finalmente lo hizo por video, evitó en todo momento referirse explícitamente a Estados Unidos y reclamó apostar por una nueva era de cooperación en el mundo.
En aparente mención al fiasco en Afganistán, Xi señaló que se ha “demostrado una vez más que la intervención militar externa y la supuesta transformación democrática son muy dañinas”.
En una jornada con mucha retórica y pocos anuncios concretos por parte de las potencias, destacaron dos promesas en materia de clima, una de las cuestiones a las que más atención se está prestando.
Mientras EU se comprometió a duplicar su ayuda financiera a los países en desarrollo para afrontar el cambio climático, hasta unos 11 mil 200 millones de dólares al año, China anunció que dejará de participar en la construcción de centrales de carbón fuera de sus fronteras.
Sin embargo, quien no dudó en atacar a EU fue el nuevo presidente de Irán, Ebrahim Raisi, quien dijo que la retirada de Afganistán y el asalto al Capitolio del pasado enero demuestran que “el sistema hegemónico de Estados Unidos no tiene credibilidad, ni dentro ni fuera del país”.
Por su parte, el presidente de Argentina, Alberto Fernández, abogó por un marco global para reestructuraciones de deudas soberanas y por establecer mecanismos de canje de “deuda por clima”.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, el primer dirigente en tomar la palabra, defendió su gobierno y los tratamientos contra el Covid-19, sin eficacia científica demostrada, y criticó el pasaporte sanitario, que acredita haber sido vacunado. El presidente, escéptico de las vacunas, afirma con orgullo no estar vacunado.