Independencia en Cataluña: el mosaico separatista en Europa

Existen algunos casos particularmente emblemáticos que empiezan a convertirse en una auténtica pesadilla para sus respectivos gobiernos centrales

Por Carlos Siula

  · lunes 9 de octubre de 2017

Foto: AFP

PARÍS, Francia. Cualquiera sea el desenlace que tenga el desafío independentista de Cataluña, esa experiencia en el corazón de Europa puede provocar  —a término—  una reacción en cadena capaz de pulverizar la frágil unidad del continente.

Como resultado de su historia turbulenta, sus particularismos culturales y regionales, y la obsesión de conservar intacta su identidad, sumados a la opresión de grupos étnicos minoritarios y a la influencia que ejercen los demonios nacionalistas, Europa está lejos de ser una región sosegada o estable, reconoce Vincent Laborderie, profesor en la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica.

En total, en Europa existen 36 movimientos separatistas, según el think tank European Free Alliance.

En medio de ese campo minado, existen algunos casos particularmente emblemáticos que empiezan a convertirse en una auténtica pesadilla para sus respectivos gobiernos centrales.

 

ESCOCIA

Esa región que forma parte del Reino Unido desde 1707 acaba de confirmar su voluntad de ruptura con Londres en el referéndum de 2014, en el cual la opción independentista fue derrotada por 55,3% contra 44,7%. Dos años después, en el referéndum del Brexit los escoceses votaron masivamente (62 %) por la permanencia en la Unión Europea (UE) lo que implícitamente reafirmó sus tentaciones de independencia.

Como resultado de esa tendencia, la primera ministra escocesa Nicola Sturgeon, del Partido Nacional Escocés (SNP), obtuvo en marzo pasado un voto del Parlamento regional a favor de un nuevo referéndum, que debe realizarse entre 2018 y el primer semestre de 2019. El único problema reside en que para acudir de nuevo a las urnas, Escocia debe obtener el acuerdo del gobierno británico y del Parlamento de Westminster, ambos fuertemente hostiles a la posibilidad de perder una de las joyas de la corona, que posee además ricos yacimientos de petróleo offshore.

IRLANDA DEL NORTE

Los movimientos separatistas del Eire no perdieron la esperanza de poder independizarse de Gran Bretaña para unirse a la República de Irlanda. Pero la guerra civil, que se prolongó entre 1968 y 1988, demostró que la vía militar era inconducente. El acuerdo logrado por el primer ministro británico Tony Blair en 1999 y el acuerdo de paz de 2001 consiguió integrar a unionistas y republicanos a un gobierno regional con un parlamento que permite la gobernabilidad de la región. Los herederos del IRA (Ejército Republicano Irlandés) no enterraron por completo sus esperanzas de cumplir el sueño unificador de Eamon de Valera.

FLANDES

Las convulsiones de Cataluña son observadas a la lupa en el noroeste de Bélgica, donde el partido nacionalista de extrema derecha Vlaams Belang (ex Vlaams Block) ejerce una fuerte presión para obtener mayor autonomía para la región. Ese partido, excluido del poder por su orientación, compite con la Alianza Neoflamenca (N-Va), que participa en el gobierno federal y reivindica  —a largo plazo—  la independencia de la región más rica de Bélgica.

PADANIA

El norte de Italia es una de las regiones más inestables de Europa. La presión separatista se acentuó en los años 80 después de la aparición de la Liga del Norte, creada por Umberto Bossi. Ese movimiento populista agita el sueño de una Padania independiente que nuclearía las regiones del norte de Italia  —las más ricas del península—  para evitar que sigan siendo “explotadas” por el sur del país.

El 22 octubre, habrá referendos consultivos en Lombardía y el Véneto para exigir mayor autonomía.

ISLAS FEROÉ

Ese archipiélago ubicado en el norte de Europa está decidido a romper los vínculos que mantiene con

Dinamarca.

El descubrimiento de ricos yacimientos de petróleo y gas estimuló sus ambiciones de pasar de la autonomía a la independencia. En abril de 2018 se realizará un referéndum sobre un proyecto de constitución, gesto que marca  —al parecer—  el último paso antes de la independencia.

PAÍS VASCO

Los nacionalistas vascos españoles son quienes miran con mayor interés el desarrollo de la crisis en Cataluña. Esa experiencia determinará, en buena medida, la actitud que adoptarán en un futuro inmediato (ver aparte). Durante mucho tiempo, las aspiraciones del País Vasco por la independencia estuvieron simbolizadas por la lucha armada desarrollada por el movimiento separatista ETA, que depuso oficialmente las armas en abril pasado. El Estatuto de Autonomía de 1979 le acuerda amplias competencias en materia política y económica. Ahora se ilusionan con ir por el órdago, palabra vasca que  —en buen español—  significa “a por todo”.

CÓRCEGA

Para los corsos, el verdadero héroe regional no es Napoleón Bonaparte  —nacido en Ajaccio—, sino Pascal Paoli considerado como “El padre de la patria” por haberse rebelado contra contra el dominio genovés de la isla y resistido a la ocupación de Francia en 1769.

Después de una fase terrorista, el nacionalismo corso adoptó una vía moderada y en las elecciones territoriales de 2015 obtuvo la mayoría de la asamblea regional. La región, que goza de un estatuto particular, tiene una amplia autonomía. En las elecciones de 2017, por primera vez en la historia, tres independentistas corsos fueron elegidos a la Asamblea Nacional.

BRETAÑA y CATALUÑA

La descentralización, que acordó una amplia autonomía a las regiones francesas a partir de 2003, esterilizó en parte las reivindicaciones de movimientos separatistas de Bretaña y, en menor medida, de la Cataluña francesa. Los grupos independentistas, que habían llegado a constituirse en movimientos terroristas en los años 1980, cesaron de reclamar públicamente la independencia, pero no archivaron esa ambición.

TEMAS