/ martes 16 de junio de 2020

Club nocturno prueba la "dis-danza" social

En Países Bajos, un antro hizo un evento con 30 personas. En Alemania apuestan a las fiestas en casa

NIMEGA. En la ciudad del este de Países Bajos, los jóvenes pudieron ir el sábado a un antro -o algo parecido-, en uno de los primeros intentos del país de reanudar la vida nocturna tras el brote de Covid-19, con las reglas de distanciamiento social todavía vigentes.

Los asistentes reservaron con anticipación sus entradas para el evento en Doornroosje, en el que disfrutaron sets cortos de música electrónica por la tarde, en lugar de en la noche, como era antes de la pandemia. Durante el espectáculo, se les pidió que permanecieran sentados, pero cuando se apagaron las luces y apareció el sonido, casi todo fue como antes.

"¡Espero una increíble dis-danza social!", señaló Nadie, una joven que fue a ver tocar al DJ local, Odin. El promotor Jonatan Brand comentó que el plan original era que los invitados bailaran mientras se mantenían separados por 1.5 metros de distancia. Pero las autoridades locales dijeron que tenían que mantenerse en las sillas, al menos por ahora.

"Sigue siendo muy cool", dijo Brand. "La gente igual está bailando, aunque sentados en la silla, así que es genial".

Se limitó el acceso a 30 asistentes en el recinto por evento, con un precio de 10 euros por entrada, incluida una bebida. El club ampliaría el número a 100 en julio.

ALEMANIA

En Berlín, meca mundial de la música tecno, se prevé que esta industria sea la última en volver a la normalidad.

Pero el sector ya trabaja en soluciones creativas para sobrevivir al Covid-19.

La Comisión de Clubes Berlineses estima que este sector genera anualmente 168 millones de euros, pero admite que no es compatible con las medidas de higiene y distanciamiento social tras la pandemia.

"El ambiente de los clubs tiene un factor social. La gente viene a ver a los artistas, pero también por la interacción", explica el portavoz de la comisión, el promotor Lutz Leichsenring.

En el club nocturno Doornroosje, en Países Bajos, 30 personas asistieron a bailar en sus sillas y con distanciamiento, en una tarde tecno a prueba de Covid / Foto: Reuters

La Comisión, resignada a que los recintos permanezcan cerrados hasta que exista una vacuna, busca fórmulas para mantener viva la escena nocturna hasta entonces.

Entre ellas destaca "United we Stream", un programa de sesiones en directo desde diversos clubs que nació en el salón de la casa de Leichsenring para expandirse rápidamente a escala internacional, incluyendo locales de Madrid y Barcelona y a punto de dar el salto a América Latina.

Estos sets de música electrónica, con más de 30 millones de reproducciones desde su inicio en marzo, han recaudado 500 mil euros en donativos, monto que será distribuido entre los centros nocturnos más afectados.

Una parte de los fondos recaudados por la iniciativa, que pretende ofrecer una plataforma en la que artistas y clubs se den a conocer y generar conciencia entre el público sobre la pandemia, van destinados además a causas sociales como el salvamento marítimo en el Mediterráneo.

Un martes por la noche, Lilly Kazan se prepara para pinchar en una sesión que se emitirá en directo desde el club que lleva con su marido Sertaç Kazan, el "Christa Kupfer", situado, al estilo berlinés, en un entresuelo de un antiguo edificio industrial en la frontera entre los populares distritos de Neukölln y Kreuzberg.

"Mucha gente nos pregunta: ¿Cuándo vais a abrir? ¿Cuándo podemos volver a venir, aunque sea con aforo limitado?" destaca Kazan, que cree que muchas personas están deseando "recuperar sus vidas", aunque la cuestión de cuándo podrán volver a funcionar con normalidad está "en el limbo".

REINVENTARSE

Gracias a las ayudas estatales, el "Christa Kupfer" ha podido pagar los tres últimos meses de alquiler, pero el futuro es incierto y el matrimonio está reacondicionando a marchas forzadas un pequeño espacio al aire libre para abrirlo como terraza, algo que sí está permitido, "aunque sea para cubrir costes", señala el marido.

Otros clubes se decantan por medidas similares y tratan de implementar nuevos formatos sedentarios o enfocados a grupos, como el "safari gastronómico" puesto en marcha por el Sage, una sala a orillas del río Spree que los fines de semana alberga al emblemático club KitKat, uno de los históricos de la escena berlinesa.

Pero los locales de mayor extensión han expresado dudas sobre la viabilidad económica de estos modelos, con los mismos costos -e inversiones adicionales en infraestructura- pero con sólo una fracción de los ingresos de antes.

"Por qué vas a ir a un club si no es un club", resume Leichsenring, también escéptico.

Foto: Reuters

El portavoz de la Clubcommission agradece el "esfuerzo" que han hecho las autoridades con las ayudas estatales pero incide en que el sector, del que en Berlín dependen unos nueve mil empleos y que se caracteriza por márgenes escasos y dificultades en el acceso a créditos, precisa de más ayudas para sobrevivir.

AL AIRE LIBRE

Entretanto, con el buen tiempo, muchos berlineses se han llevado la fiesta y la música al aire libre en lugar de esperar a la reapertura de los clubes, formando aglomeraciones en las que por lo general no se respetan medidas de higiene ni distancias mínimas.

A principios de mes, lo que comenzó como una protesta en barca por los canales de Berlín a favor del sector cultural, terminó como una "rave" de tres mil participantes y música a todo volumen delante de un hospital, que fue duramente criticada tanto por las autoridades como por la propia Clubcommission.

Otros adeptos de la escena musical berlinesa se muestran sin embargo más precavidos y no tienen prisa por volver a los clubs, a pesar de echarlos de menos.

"Aunque vuelvan a abrir y haya aforo limitado y medidas de higiene tendría bastantes reparos en ir", apunta Laura, una aficionada al Synthwave que antes de la pandemia solía salir todos los fines de semana. "Tendría que esperar un tiempo para volver a sentirme segura".

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Los asistentes reservaron con anticipación sus entradas para el evento en Doornroosje, en el que disfrutaron sets cortos de música electrónica por la tarde, en lugar de en la noche, como era antes de la pandemia. Durante el espectáculo, se les pidió que permanecieran sentados, pero cuando se apagaron las luces y apareció el sonido, casi todo fue como antes.

"¡Espero una increíble dis-danza social!", señaló Nadie, una joven que fue a ver tocar al DJ local, Odin. El promotor Jonatan Brand comentó que el plan original era que los invitados bailaran mientras se mantenían separados por 1.5 metros de distancia. Pero las autoridades locales dijeron que tenían que mantenerse en las sillas, al menos por ahora.

"Sigue siendo muy cool", dijo Brand. "La gente igual está bailando, aunque sentados en la silla, así que es genial".

Se limitó el acceso a 30 asistentes en el recinto por evento, con un precio de 10 euros por entrada, incluida una bebida. El club ampliaría el número a 100 en julio.

ALEMANIA

En Berlín, meca mundial de la música tecno, se prevé que esta industria sea la última en volver a la normalidad.

Pero el sector ya trabaja en soluciones creativas para sobrevivir al Covid-19.

La Comisión de Clubes Berlineses estima que este sector genera anualmente 168 millones de euros, pero admite que no es compatible con las medidas de higiene y distanciamiento social tras la pandemia.

"El ambiente de los clubs tiene un factor social. La gente viene a ver a los artistas, pero también por la interacción", explica el portavoz de la comisión, el promotor Lutz Leichsenring.

En el club nocturno Doornroosje, en Países Bajos, 30 personas asistieron a bailar en sus sillas y con distanciamiento, en una tarde tecno a prueba de Covid / Foto: Reuters

La Comisión, resignada a que los recintos permanezcan cerrados hasta que exista una vacuna, busca fórmulas para mantener viva la escena nocturna hasta entonces.

Entre ellas destaca "United we Stream", un programa de sesiones en directo desde diversos clubs que nació en el salón de la casa de Leichsenring para expandirse rápidamente a escala internacional, incluyendo locales de Madrid y Barcelona y a punto de dar el salto a América Latina.

Estos sets de música electrónica, con más de 30 millones de reproducciones desde su inicio en marzo, han recaudado 500 mil euros en donativos, monto que será distribuido entre los centros nocturnos más afectados.

Una parte de los fondos recaudados por la iniciativa, que pretende ofrecer una plataforma en la que artistas y clubs se den a conocer y generar conciencia entre el público sobre la pandemia, van destinados además a causas sociales como el salvamento marítimo en el Mediterráneo.

Un martes por la noche, Lilly Kazan se prepara para pinchar en una sesión que se emitirá en directo desde el club que lleva con su marido Sertaç Kazan, el "Christa Kupfer", situado, al estilo berlinés, en un entresuelo de un antiguo edificio industrial en la frontera entre los populares distritos de Neukölln y Kreuzberg.

"Mucha gente nos pregunta: ¿Cuándo vais a abrir? ¿Cuándo podemos volver a venir, aunque sea con aforo limitado?" destaca Kazan, que cree que muchas personas están deseando "recuperar sus vidas", aunque la cuestión de cuándo podrán volver a funcionar con normalidad está "en el limbo".

REINVENTARSE

Gracias a las ayudas estatales, el "Christa Kupfer" ha podido pagar los tres últimos meses de alquiler, pero el futuro es incierto y el matrimonio está reacondicionando a marchas forzadas un pequeño espacio al aire libre para abrirlo como terraza, algo que sí está permitido, "aunque sea para cubrir costes", señala el marido.

Otros clubes se decantan por medidas similares y tratan de implementar nuevos formatos sedentarios o enfocados a grupos, como el "safari gastronómico" puesto en marcha por el Sage, una sala a orillas del río Spree que los fines de semana alberga al emblemático club KitKat, uno de los históricos de la escena berlinesa.

Pero los locales de mayor extensión han expresado dudas sobre la viabilidad económica de estos modelos, con los mismos costos -e inversiones adicionales en infraestructura- pero con sólo una fracción de los ingresos de antes.

"Por qué vas a ir a un club si no es un club", resume Leichsenring, también escéptico.

Foto: Reuters

El portavoz de la Clubcommission agradece el "esfuerzo" que han hecho las autoridades con las ayudas estatales pero incide en que el sector, del que en Berlín dependen unos nueve mil empleos y que se caracteriza por márgenes escasos y dificultades en el acceso a créditos, precisa de más ayudas para sobrevivir.

AL AIRE LIBRE

Entretanto, con el buen tiempo, muchos berlineses se han llevado la fiesta y la música al aire libre en lugar de esperar a la reapertura de los clubes, formando aglomeraciones en las que por lo general no se respetan medidas de higiene ni distancias mínimas.

A principios de mes, lo que comenzó como una protesta en barca por los canales de Berlín a favor del sector cultural, terminó como una "rave" de tres mil participantes y música a todo volumen delante de un hospital, que fue duramente criticada tanto por las autoridades como por la propia Clubcommission.

Otros adeptos de la escena musical berlinesa se muestran sin embargo más precavidos y no tienen prisa por volver a los clubs, a pesar de echarlos de menos.

"Aunque vuelvan a abrir y haya aforo limitado y medidas de higiene tendría bastantes reparos en ir", apunta Laura, una aficionada al Synthwave que antes de la pandemia solía salir todos los fines de semana. "Tendría que esperar un tiempo para volver a sentirme segura".

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