/ jueves 7 de mayo de 2020

Servicio a domicilio: pequeños negocios se adaptan al cambio

Desde repartidores de comida hasta servicios de manicura, las pymes agotan sus opciones para sobrevivir a la crisis

La pandemia obligó al cierre de negocios no esenciales y confinó a la gente en sus casas, trayendo como resultado una importante baja en las ventas de pequeñas empresas, que se las han tenido que ingeniar para ganar dinero. El temor a que el cierre de su negocio sea permanente los ha orillado a tomar la ruta contraria: salir a la calle para dar sus servicios en el domicilio de sus clientes.

Evet Spa es el negocio de Montserrat Olivares, quien por seis años lo ha llevado adelante hasta el pasado 20 de marzo, cuando tuvo que cerrar pues opera dentro de un centro comercial. Su local está ubicado en Patio Santa Fe. En entrevista telefónica admite que es quizá el mayor reto al que se ha enfrentado con su pequeña empresa, de la que además de ella dependen otras 10 personas y sus familias.

La contingencia le hizo explorar una modalidad de trabajo que no había experimentado: ofrecer los servicios de su spa a domicilio. Cuatro de sus empleadas se animaron a participar, aunque con temor de salir a la calle y contagiarse, pero la necesidad económica las obliga. Montserrat ideó un plan de trabajo: no más de dos citas por día y que sus empleadas salgan solamente cuando tienen que brindar un servicio, “que sean conscientes que no estamos de vacaciones, que no es un juego para que cuiden su salud”.

Fue en la primera quincena de abril cuando empezaron con las consultas de spa a domicilio y hasta ahora, cuenta la encargada de Evet Spa, ha funcionado bien. Las clientas que piden el servicio deben solicitar un Uber para la llegada y salida de las manicuristas, quienes llevan cubrebocas, guantes, se lavan las manos antes de ingresar a los domicilios, desinfectan sus instrumentos de trabajo y se cambian el calzado para entrar a los hogares donde brindarán el servicio.

“Todas estamos asustadas pero ¿qué hacemos, cómo le hacemos para parar al 100 por ciento? Yo creo que es imposible. Sobre todo gente como yo que soy pequeña empresaria, que somos los que más riesgo corremos en esta emergencia sanitaria, tenemos que buscar la manera de salir adelante, no podemos decir ‘ya cierro’, y hacer que todo el esfuerzo de antes no valga la pena”. Y adelanta escenarios: “Voy a mantener esta modalidad todavía después de que esto pase, porque no vamos a abrir y va a regresar todo a como estábamos. Hay gente que va a tardar mucho en salir”.

TODO A DOMICILIO

Podomox es el consultorio podológico de Draupadi Rodríguez y se ubica en Camino Secretaría A 86, colonia Campestre Aragón, en la alcaldía Gustavo A. Madero. Por pertenecer a la rama médica, puede seguir prestando servicio durante la emergencia sanitaria, pero de poco ha servido ya que gran parte de sus pacientes padecen diabetes, hipertensión u otras enfermedades crónicas que los hacen más vulnerables al Covid-19. La mitad ha dejado de asistir a consulta para evitar salir a la calle. Incluso antes que se presentara la pandemia ella y su hermana ya hacían servicio a domicilio, pero con la cuarentena la demanda bajó 75 por ciento.

Es consciente que en tiempos de pandemia se corre un riesgo por partida doble: el contagio puede ser de sus pacientes hacia ella (y por consiguiente a su familia) o viceversa, ella contagiar a sus clientes. Por ello, ha reforzado sus medidas de higiene y prevención. Al salir de casa se coloca cubrebocas, lentes, se recoge el cabello y no porta accesorios en cara y manos. Sus traslados los hace en auto particular, con lo cual reduce el riesgo de exposición en el transporte y la calle.

“Muchos clientes al llegar a sus domicilios me proporcionan una toallita con cloro para limpiar las suelas de mis zapatos. Si antes los atendía en la sala o en la recámara, ahora me piden que lo hagamos en el patio, yo no tengo ningún problema, mientras el paciente esté cómodo y yo pueda trabajar, no tengo problema con eso”, relata Draupadi en entrevista telefónica. Al llegar a casa lo primero que hace es bañarse y desinfectar su ropa, para reducir la posibilidad de que pueda traer el virus en su vestimenta y así exponer a su familia.

Para subsistir, las estilistas dejan su salón de belleza cerrado y acuden a las casas de sus clientes hacer cortes de cabello / Foto: Adrián Vázquez

Hasta ahora, mantiene las consultas en su local, pero se limitan a una persona por cita –no se admiten acompañantes- les brindan cubrebocas a los clientes y alcohol en gel y entre cada atención se sanitiza la sala de espera y el módulo donde atiende. “No utilizamos el uniforme, ni en el consultorio porque de repente tenemos que salir, entonces para evitar algún tipo de problema no lo utilizamos, quizá una bata nada más y nos la ponemos dentro del domicilio del paciente que fuimos a atender”, apunta, ya que personal médico ha sido víctima de agresiones físicas y verbales por parte de ciudadanos mal informados.

Después de trabajar por nueve años en distintas clínicas y hospitales veterinarios particulares, Luis Eduardo Carreola, decidió tomarse un descanso y paró su trabajo, pero no se detuvieron los gastos, como la renta. Por ello, hace año y medio decidió explorar la consulta veterinaria a domicilio como una forma de generar ingresos que le permitieran cubrir los gastos básicos. Sin saberlo, se estaba preparando para la pandemia que vendría y ahora solamente ha tenido que reforzar sus medidas de protección, pues la organización para atender en distintas casas –desde Indios Verdes a El Caminero, pasando por Acatitla o Aragón- ya la tenía trabajada.

“Yo me muevo en transporte público, no cuento con vehículo. Lo veo más como una ventaja como una desventaja, es más cómodo, pero en esta ciudad de tanto tráfico se me hace más fácil moverme en transporte público. Abarco toda la ciudad, pero hay zonas que no voy por distancia y seguridad, por ejemplo algunas zonas de Iztapalapa, colonias colindantes al Estado de México, algunas de la alcaldía Miguel Hidalgo, Magdalena Contreras. Esta situación es más de adaptación, adecuarse a los cambios en cuanto a higiene”, se arranca a explicar al teléfono.

Apenas sale de casa se coloca cubrebocas y guantes. En el Metro guarda distancia física y procura no tocar nada en su camino, ni los tubos de los trenes. Al llegar con sus clientes no tiene contacto físico con ellos, se lava las manos y procede a atender a sus pacientes gatunos y perrunos.

“Doy mi consulta y posteriormente me lavo las manos y me retiro”.

-¿Te da miedo el contagiarte al viajar en transporte público?

-Siempre cargo con un desinfectante con componentes de esterilización, lo uso al entrar y salir del Metro, llevo cubrebocas. No me asusta porque tomo mis precauciones, al llegar y al salir del domicilio tengo mis precauciones y tomo las recomendaciones que nos indican, como esto de la sana distancia, no estar en contacto con nadie, trato de no tocar nada”.

Eduardo evita usar su uniforme médico. Más que al virus le teme a las agresiones. “Generalmente voy de civil, ahora no se recomienda usar uniforme, es muy triste ver cómo se tiene esta rabia contra la gente que se dedica al área de medicina, que están siendo últimamente atacados. Solamente uso pijama cuando tengo cirugía programada”.

También hoy la regla es la entrega a domicilio, la economía colaborativa es una alternativa para los pequeños y medianos restaurantes que, según DiDi Food, representan 80 por ciento de sus afiliados.

La empresa china precisó que el interés por ser repartidor se incrementó 45 por ciento desde el inicio de la cuarentena.



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La pandemia obligó al cierre de negocios no esenciales y confinó a la gente en sus casas, trayendo como resultado una importante baja en las ventas de pequeñas empresas, que se las han tenido que ingeniar para ganar dinero. El temor a que el cierre de su negocio sea permanente los ha orillado a tomar la ruta contraria: salir a la calle para dar sus servicios en el domicilio de sus clientes.

Evet Spa es el negocio de Montserrat Olivares, quien por seis años lo ha llevado adelante hasta el pasado 20 de marzo, cuando tuvo que cerrar pues opera dentro de un centro comercial. Su local está ubicado en Patio Santa Fe. En entrevista telefónica admite que es quizá el mayor reto al que se ha enfrentado con su pequeña empresa, de la que además de ella dependen otras 10 personas y sus familias.

La contingencia le hizo explorar una modalidad de trabajo que no había experimentado: ofrecer los servicios de su spa a domicilio. Cuatro de sus empleadas se animaron a participar, aunque con temor de salir a la calle y contagiarse, pero la necesidad económica las obliga. Montserrat ideó un plan de trabajo: no más de dos citas por día y que sus empleadas salgan solamente cuando tienen que brindar un servicio, “que sean conscientes que no estamos de vacaciones, que no es un juego para que cuiden su salud”.

Fue en la primera quincena de abril cuando empezaron con las consultas de spa a domicilio y hasta ahora, cuenta la encargada de Evet Spa, ha funcionado bien. Las clientas que piden el servicio deben solicitar un Uber para la llegada y salida de las manicuristas, quienes llevan cubrebocas, guantes, se lavan las manos antes de ingresar a los domicilios, desinfectan sus instrumentos de trabajo y se cambian el calzado para entrar a los hogares donde brindarán el servicio.

“Todas estamos asustadas pero ¿qué hacemos, cómo le hacemos para parar al 100 por ciento? Yo creo que es imposible. Sobre todo gente como yo que soy pequeña empresaria, que somos los que más riesgo corremos en esta emergencia sanitaria, tenemos que buscar la manera de salir adelante, no podemos decir ‘ya cierro’, y hacer que todo el esfuerzo de antes no valga la pena”. Y adelanta escenarios: “Voy a mantener esta modalidad todavía después de que esto pase, porque no vamos a abrir y va a regresar todo a como estábamos. Hay gente que va a tardar mucho en salir”.

TODO A DOMICILIO

Podomox es el consultorio podológico de Draupadi Rodríguez y se ubica en Camino Secretaría A 86, colonia Campestre Aragón, en la alcaldía Gustavo A. Madero. Por pertenecer a la rama médica, puede seguir prestando servicio durante la emergencia sanitaria, pero de poco ha servido ya que gran parte de sus pacientes padecen diabetes, hipertensión u otras enfermedades crónicas que los hacen más vulnerables al Covid-19. La mitad ha dejado de asistir a consulta para evitar salir a la calle. Incluso antes que se presentara la pandemia ella y su hermana ya hacían servicio a domicilio, pero con la cuarentena la demanda bajó 75 por ciento.

Es consciente que en tiempos de pandemia se corre un riesgo por partida doble: el contagio puede ser de sus pacientes hacia ella (y por consiguiente a su familia) o viceversa, ella contagiar a sus clientes. Por ello, ha reforzado sus medidas de higiene y prevención. Al salir de casa se coloca cubrebocas, lentes, se recoge el cabello y no porta accesorios en cara y manos. Sus traslados los hace en auto particular, con lo cual reduce el riesgo de exposición en el transporte y la calle.

“Muchos clientes al llegar a sus domicilios me proporcionan una toallita con cloro para limpiar las suelas de mis zapatos. Si antes los atendía en la sala o en la recámara, ahora me piden que lo hagamos en el patio, yo no tengo ningún problema, mientras el paciente esté cómodo y yo pueda trabajar, no tengo problema con eso”, relata Draupadi en entrevista telefónica. Al llegar a casa lo primero que hace es bañarse y desinfectar su ropa, para reducir la posibilidad de que pueda traer el virus en su vestimenta y así exponer a su familia.

Para subsistir, las estilistas dejan su salón de belleza cerrado y acuden a las casas de sus clientes hacer cortes de cabello / Foto: Adrián Vázquez

Hasta ahora, mantiene las consultas en su local, pero se limitan a una persona por cita –no se admiten acompañantes- les brindan cubrebocas a los clientes y alcohol en gel y entre cada atención se sanitiza la sala de espera y el módulo donde atiende. “No utilizamos el uniforme, ni en el consultorio porque de repente tenemos que salir, entonces para evitar algún tipo de problema no lo utilizamos, quizá una bata nada más y nos la ponemos dentro del domicilio del paciente que fuimos a atender”, apunta, ya que personal médico ha sido víctima de agresiones físicas y verbales por parte de ciudadanos mal informados.

Después de trabajar por nueve años en distintas clínicas y hospitales veterinarios particulares, Luis Eduardo Carreola, decidió tomarse un descanso y paró su trabajo, pero no se detuvieron los gastos, como la renta. Por ello, hace año y medio decidió explorar la consulta veterinaria a domicilio como una forma de generar ingresos que le permitieran cubrir los gastos básicos. Sin saberlo, se estaba preparando para la pandemia que vendría y ahora solamente ha tenido que reforzar sus medidas de protección, pues la organización para atender en distintas casas –desde Indios Verdes a El Caminero, pasando por Acatitla o Aragón- ya la tenía trabajada.

“Yo me muevo en transporte público, no cuento con vehículo. Lo veo más como una ventaja como una desventaja, es más cómodo, pero en esta ciudad de tanto tráfico se me hace más fácil moverme en transporte público. Abarco toda la ciudad, pero hay zonas que no voy por distancia y seguridad, por ejemplo algunas zonas de Iztapalapa, colonias colindantes al Estado de México, algunas de la alcaldía Miguel Hidalgo, Magdalena Contreras. Esta situación es más de adaptación, adecuarse a los cambios en cuanto a higiene”, se arranca a explicar al teléfono.

Apenas sale de casa se coloca cubrebocas y guantes. En el Metro guarda distancia física y procura no tocar nada en su camino, ni los tubos de los trenes. Al llegar con sus clientes no tiene contacto físico con ellos, se lava las manos y procede a atender a sus pacientes gatunos y perrunos.

“Doy mi consulta y posteriormente me lavo las manos y me retiro”.

-¿Te da miedo el contagiarte al viajar en transporte público?

-Siempre cargo con un desinfectante con componentes de esterilización, lo uso al entrar y salir del Metro, llevo cubrebocas. No me asusta porque tomo mis precauciones, al llegar y al salir del domicilio tengo mis precauciones y tomo las recomendaciones que nos indican, como esto de la sana distancia, no estar en contacto con nadie, trato de no tocar nada”.

Eduardo evita usar su uniforme médico. Más que al virus le teme a las agresiones. “Generalmente voy de civil, ahora no se recomienda usar uniforme, es muy triste ver cómo se tiene esta rabia contra la gente que se dedica al área de medicina, que están siendo últimamente atacados. Solamente uso pijama cuando tengo cirugía programada”.

También hoy la regla es la entrega a domicilio, la economía colaborativa es una alternativa para los pequeños y medianos restaurantes que, según DiDi Food, representan 80 por ciento de sus afiliados.

La empresa china precisó que el interés por ser repartidor se incrementó 45 por ciento desde el inicio de la cuarentena.



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