Parral, Chih.- En pueblo fantasma se ha venido convirtiendo la comunidad del ejido Villa Escobedo, mejor conocida como Minas Nuevas. No hay inversiones en actividades económicas. Hace 30 años terminó la bonanza de la minería. Debido a la sequía se está acabando la agricultura y la ganadería. Mientras que la migración es evidente, en la comunidad quedan sólo cinco familias originarias.
La cabecera de Villa Escobedo con el tiempo se ha venido despoblando, siendo que hace unos 50 años se veía actividad minera y contaba con fuentes de empleo; pero esto ha mermado la actividad económica que le daba vida al poblado. Así también, los pocos pobladores que habitan se encuentran con problemas de falta de agua, empleo y la sequía ha deteriorado las actividades de agricultura y ganadería.
Elda Soto, una de las personas que aún habita la comunidad, señaló que con el tiempo desapareció la minería, fue uno de los lugares donde se veía gran actividad que daba vida al poblado; incluso traían trabajadores de Parral para las minas.
Indicó que hace unos 30 años esta actividad decayó, ya no se han tenido inversiones para que resurja, ahora ni siquiera le invierten a la carretera que va del ejido a la comunidad de El Potrero, ya que el camino está en muy malas condiciones.
De 15 familias originarias que habitaban la comunidad, ahora sólo quedan cinco; la mayoría migró a la ciudad de Parral, a la capital del estado, incluso Estados Unidos.
La escuela primaria cuenta con sólo 20 alumnos y los atiende un profesor que ahora por la pandemia ha permanecido cerrada; el docente cada ocho días les lleva los cuadernillos para que trabajen los niños.
Además el seccional lleva dos años que no abre, les indicaron que la Presidencia Municipal de Parral ya no tuvo dinero para pagar una secretaria y el presidente de la sección no se presenta. Cuando la gente requiere tratar un asunto se traslada a la ciudad. La última inversión que tuvo el Municipio fue la remodelación del kiosco y plazuela del poblado hace más de dos años.
Leticia Soto, otra de las habitantes, expresó que no hay actividad agrícola, la gente no siembra las tierras como antes, debido a la sequía de los últimos tres años la gente se ha desmotivado para continuar sembrando maíz, frijol y chile; incluso tenían hortalizas en los patios y huertos. Por otra parte, la gente que tiene ganado lo ha estado malvendiendo para poder sostenerse.
La entrevistada dijo que cada vez es menor el número de vacas que tiene la gente. Para poder dar de comer a las demás, tiene que malvender su ganado. Refirió que antes una vaca se vendía en 14 ó 15 mil pesos. Ahora debido a la crisis se están vendiendo en cinco mil pesos, además no hay apoyos por parte del gobierno con los ganaderos.
Dijo que ni de la Sader ni del Gobierno del Estado se ve que los tomen en cuenta, ya que antes les mandaban maíz para alimentar al hato a un precio subsidiado, ni siquiera era regalado.
Ramón Pérez destacó que con el tiempo el poblado se ha atrasado aún más; la pandemia vino a empeorar las cosas, no hay empleo ni inversiones por parte de empresarios que piensen poner comercios.
Mientras que la minería decayó y la gente ha estado emigrando; los únicos que llegan son grupos de tarahumaras que trabajan en aserraderos, quienes hacen casas de madera y lámina.