La movilidad en los tianguis de la colonia PRI volvió a la normalidad, en semáforo amarillo se relajaron los protocolos sanitarios, donde niños, adultos mayores y familias no cumple en con la medida de usar el cubrebocas, así también locatarios del lugar olvidan que deben de portar esta protección para poder atender, ausente del lugar alguna autoridad sanitaria que estuviera presente para dirigir las medidas sanitarias, no se respeta la sana distancia y hay venta de comida.
Como si se hubieran terminado los contagios de Covid-19 en la ciudad al estar en semáforo amarillo, ciudadanos salen a las calles y realizan de una manera “normal” sus actividades, entre las que se encuentran las compras; sin embargo, hay personas que ya se les olvidó de que hay que continuar cuidándonos, seguir llevando a cabo las medidas sanitarias que desde el año pasado se implementaron por la salud de todos.
Mediante un recorrido realizado por los tianguis de la colonia PRI, el más grande de la ciudad, que llega albergar a más de 500 vendedores ambulantes y locatarios de la agrupación, se pudo apreciar que alrededor de una tercera parte de los comparadores no está cumpliendo con los protocolos sanitarios que la Secretaría de Salud recomienda, tanto madres de familia que llevan a sus hijos de compras como adultos mayores dejaron de portar el cubrebocas.
En frases como “Pásele, Pásele”, “No se detenga aquí tenemos lo que busca”, “llévelo Bara Seño” cientos de comerciantes que atienden los diferentes puestos del tianguis invitaban a la gente a comprar en sus puestos de diferentes mercancías, la gran mayoría de ropa, calzado, juguetes, electrónica, herramientas, artículos para el hogar, plantas, autopartes y llantas; sin embargo, también se vieron comerciantes que ofrecen animales como conejos, palomas, gallos, los llamados cuyos, mascotas y ambulantes de alimentos de todo tipo.
La mayoría de estos vendedores si portaba su cubrebocas, uno de los requisitos de salud para poder atender a la gente, incluso se detectó que no en todos los establecimientos tenían el gel antibacterial para ofrecerlo al público. Sin embargo, también se detectó que hay comerciantes conscientes, como Graciela Sosa, una vendedora del lugar que estuvo de manera insistente invitando a que la gente se pusiera el cubrebocas. Como profeta en el desierto la ignoraban.
La sana distancia es otra de las cuestiones que no está siendo respetada por la gente. En los pasillos de los tianguis, que tienen alrededor de dos a tres metros de distancia entre locales, la gente se aglomera: unos para ver la mercancía que ofrecen y otros porque se congestiona el camino, hay gente que camina lento o no circula y las demás personas se atrasan, familias con niños, mujeres embarazadas y adultos mayores circulan de manera despreocupada sin portar el cubrebocas.