Parral, Chih.- La iglesia sigue atendiendo a los enfermos durante la pandemia; en la administración de los sacramentos las formas han variado. La enfermedad contagiosa y mortal del Covid-19 ha puesto a todos en alerta, incluyendo a la iglesia y hace un llamado a ser responsables en evitar ser portadores de contagios a otras personas.
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Leonel Larios Medina, responsable de la Comisión Diocesana de Comunicación Social, señaló que a lo que refiere a la administración del sacramento de la extrema unción de enfermos, sí están acudiendo los sacerdotes para auxiliar a estas personas, con las debidas precauciones y medidas preventivas los sacerdotes están atendiendo a los enfermos; para ello el sacerdote se coloca cubrebocas, guantes y bata para la imposición de la extremaunción.
Por otro lado, comentó el sacerdote, que desde inicios de la pandemia en México, con la experiencia vivida anteriormente en Italia y España, los obispos mexicanos dieron muchas recomendaciones. Entre ellas estaba el que, si un sacerdote iba a ungir un enfermo, lo hiciera evitando el contacto físico (piel con piel) usando todo el equipo necesario para evitar ser expuesto al contagio.
Señaló que en estos meses se abrió mucho la creatividad pastoral, como el que los familiares daban a los enfermos un teléfono celular para poder estar en contacto con ellos, y muchos sacerdotes han estado hablando con ellos dándoles ánimo y orando por ellos. Es cierto que a través del teléfono no se puede ungir o confesar a las personas, pero en estos casos, como el Papa Francisco y los obispos lo dijeron, existe el llamado a hacer una perfecta contrición. Es decir ponerse delante de Dios y de corazón pedir su misericordia y perdón. Esto con la esperanza que cuando sea accesible y posible el acudir a la confesión, la persona acudirá al sacramento.
Cabe recordar que los sacerdotes también tienen contacto con otras personas a lo largo de todo el día y no sólo con los enfermos. Por eso es importante que las personas cuiden a sus sacerdotes. No por querer obtener un “servicio inmediato”, muchas veces motivado por miedo y no por una real conversión personal, hacen que los ministros pudieran contagiarse y llevar el virus a otras familias, a los templos, a sus propios familiares. Dar la vida por los otros, también incluye, no caer en imprudencias o pensar que se tiene en todo momento la obligación inmediata. El derecho canónico habla de solicitar los sacramentos de manera oportuna y con la disposición requerida.
La iglesia invita a la comunidad a seguir siendo responsables en el cuidado de unos con otros. Cuando las personas ya han superado la enfermedad, un mes después del contagio, los sacerdotes han ido a confesar y animar a las personas, por ejemplo que han perdido familiares. “Hemos ido a cementerios a dar el último adiós a personas fallecidas por esta terrible enfermedad. Por eso es importante que al haber la oportunidad de confesarse y asistir a misa, lo hagamos con cuidados, pero sin dilatación”, concluyó el sacerdote.