Reconversión de cultivos no es una opción: Agricultores

Desde hace más de una década se ha intentado buscar alternativas al frijol, maíz, nuez y alfalfa, los cuales son los que se producen en mayor cantidad

Luis Murillo | El Sol de Parral

  · viernes 23 de abril de 2021

Foto: Archivo | OEM

Parral, Chih.- A pesar de la sequía que se vive, la reconversión de cultivos no es una opción que se evalúa por productores, ya que falló hace más de 10 años, cuando se apostó por cambiar la nuez por pistache y la alfalfa por el algodón, con el fin de utilizar menos recursos hídricos. Sin embargo, por causas como el ecosistema, no ponerse de acuerdo con precios, entre otros, fueron las causas de no continuar con los mismos.

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En esa fecha se sembraron hasta tres mil hectáreas de algodón y 300 de pistache. El año pasado se sembraron 14 mil de nogal y siete mil de alfalfa. El costo de esta decisión, generó la crisis hídrica que mantiene al campo chihuahuense al punto del colapso.

Sin embargo la reconversión de cultivos no se dio, por la desorganización para comercializar por parte de los agricultores, así como desestimar el precio comercial de otros productos agrícolas, los llevó a preferir la nuez como su producto estrella, generando grandes extensiones de huertas de nogal, lo que terminó por descartar la ruta de la reconversión de cultivos.

Foto: Saúl Ponce | El Heraldo de Chihuahua

Roberto Baca Perea, titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) en el Distrito de Jiménez, informó que la reconversión de cultivos no se ha mantenido en la región por diversos factores entre los que se resalta la desorganización de los productores para ponerse de acuerdo en precios, la gran brecha entre el precio de la nuez y otros cultivos, es parte fundamental.

En este sentido, el titular detalló que desde hace más de una década se ha intentado buscar alternativas al frijol, maíz, nuez y alfalfa, los cuales son los que se producen en mayor cantidad.

No obstante cultivos como el algodón y el pistache no dieron resultados por causas del ecosistema, ya que en relación al pistache no se pudieron encontrar variedades que pudieran “pegar”, que se adaptaran al clima del desierto chihuahuense.

En tanto, en el caso del algodón, se llegaron a sembrar hasta tres mil hectáreas, mismas que en la última década fueron disminuyendo a pesar de que se encontraron alternativas para combatir las plagas.

Según lo destacado por el titular, el algodón es un cultivo propenso a la plaga; sin embargo, se sembró con semilla transgénica y dio resultados para no verse afectada por esa causa.

A pesar de que estas alternativas se han puesto sobre la mesa por condiciones como la sequía; el desconocimiento y desorganización de los productores han orillado a que se opte por los cultivos de siempre -nuez, alfalfa, maíz y frijol-.

Cabe señalar que en los municipios que abarca Sader se siembran cerca de 26 mil hectáreas de las cuales más del 84 por ciento se cubren con nogal y alfalfa.

El entrevistado detalló que, en el caso del nogal, se requieren cerca de 18 mil litros de agua por hectárea, mientras que la alfalfa ocupa hasta 16 mil, lo que ha llevado a un estrés hídrico en la región ante la falta de lluvias y la mala administración del agua en las presas.

Baca Perea ejemplificó el caso de la nuez y la alfalfa, cultivos que terminan vendiéndose “barato” porque los compradores se organizan para no pagar más, fijando y estableciendo un precio.

En cambio, lo que el agricultor debería de hacer es ponerse de acuerdo con sus colegas para no bajar su precio a partir de un límite que establezcan, y con ello jugar con la “ley de la oferta y la demanda”, explicó.

Por tanto, cuando en su momento se buscó cambiar y reconvertir cultivos, los productores no se adaptaron al mercado y terminaron volviendo a los cultivos donde ya había experiencia.

Desgraciadamente estos cultivos, aunque generan una gran riqueza como la nuez, el frijol, el maíz, la alfalfa, son grandes consumidores de agua, agua que no existe en la región y que depende de los ciclos de sequía y lluvia, que a veces alcanzan los 10 años de intermitencia.