Lo peor que me pudo pasar por mi adicción al alcohol, es haber perdido a mi familia, señala Ricardo B., quien empezó a beber desde los ocho años de edad en las convivencias familiares, comenzó con la cerveza y el cigarro en las reuniones, ya a los 15 años fue padre de familia al tener una niña, que fue la razón de su existir, pero continuó bebiendo, y a la edad de 18 años comenzaron sus problemas de alcoholismo, faltaba al trabajo, sobre todo los lunes ya que no podía con las crudas, sus problemas con sus padres se agravaron, ya cuando cumplidos los 20 años fue despedido y perdió a su familia, todo por el alcohol.
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Ricardo B., alcohólico anónimo rehabilitado, que actualmente presta sus servicios en un centro de rehabilitación en la ciudad, señaló que si volviera el tiempo atrás no agarraría el vicio del alcohol, ya que fue mucho lo que perdió y desaprovechó, sobre todo las cosas buenas que la vida le brinda a un ser humano.
A sus 33 años considera que estuvo muy a tiempo de dejar el vicio, ya que poco a poco va recuperando la confianza de sus seres queridos, a los que tanto lastimó por su manera de beber, lo que no le gusta de las fiestas decembrinas es que la gente consume más alcohol y también es temporada en que hay más accidentes vehiculares, todo por el exceso de alcohol en las personas.
Recuerda que a los ocho años comenzó a tomar en las reuniones familiares, incluso en los descuidos de mis padres me robaba una cerveza para tomármela sin que se dieran cuenta, comencé a juntarme con mis primos siempre que salíamos nos echábamos una “cheve” al principio fue moderada la forma de beber, considera que ya cuando entró al Conalep se detonó su alcoholismo y comenzó a fumar, por sentirse incluido con los compañeros y aceptado, tomaba ya después no sólo eran cervezas sino otro tipo de bebidas alcohólicas.
Ya para los 15 años, era el padre de familia, con su novia tuvieron una niña la cual dio una razón para trabajar, seguir adelante y mantener a la familia, pero no dejé la forma de beber, yo ya era papá y me sentía una persona mayor y podía echarme mis alcoholes sobre todo los fines de semana, aun cuando no se casó sí se hizo responsable del mantenimiento de su hija, entre semana la veía.
Después ya no era cosa de cada fin semana, se fue haciendo costumbre tomar de tres a cuatro veces en una semana, ya eran borracheras con los amigos, salir a fiestas, si salíamos a pasear se compraba por lo general alcohol o cervezas, indica que influyó mucho que la mayoría de sus amigos eran mayores que él, ya para cuando tenía 18 ó 19 años se volvió irresponsable, ya faltaba al trabajo, sobre todo los lunes cuando no lo dejaban levantarse las crudas, ya le faltaba el respeto a sus padres, sus llegadas tarde a su casa eran motivo de discusión con sus papás, ya para los 20 años lo corrieron de su trabajo.
A los 20 años, dijo que a uno “le vale” no hay consecuencias en qué pensar, lo mismo daba tomar el martes que el sábado, es por ello que perdí mi empleo, incluso tomábamos desde el miércoles hasta el domingo, eran mis días de alcoholizarme, ya no aportaba dinero a la casa y empeoraron los problemas con mis padres, incluso ya no le daba la pensión a su niña y llegó golpear a su señora, señal que era cosa de que se amanecía en la tomada y ya no llegaba a la casa.
Señaló que sus padres siempre le dieron consejos, mismos que él no tomaba en cuenta en aquellos años, ya para los 23 combinaba el alcohol con la cocaína y para los 29 años era el alcohol y las drogas como la coca y el cristal, llegué a perder mi familia, afortunadamente ya me encuentro rehabilitado a mis 33 años y no pienso volver a caer, es mucho lo que perdí, actualmente ya tiene tres hijos que ya lo ven como padre no como un alcohólico, relata que tuvo que tocar fondo para tomar conciencia de su manera de beber y lo más importante tener el deseo de cambiar.