Villa Coronado, joya histórica de la región

Desde la Casa de Benito Juárez, hasta misteriosas catacumbas y antiguos cementerios, este pequeño poblado tiene grandes historias que contar

Mariano Rubio | El Sol de Parral

  · jueves 21 de octubre de 2021

Foto: Mariano Rubio | El Sol de Parral

El municipio de Villa Coronado forma parte de la Ruta de Hidalgo y es también el recinto que alberga parte importante de la historia de México ya que fue hogar del Benemérito de las Américas en su Paso del Norte, conservando edificios históricos como la casa de Benito Juárez, que hoy día resguarda tres siglos de civilización han hecho en la iglesia de San Francisco Javier, que usó de estancia el histórico presidente Juárez el 29 de septiembre de 1864 y una placa conmemora el suceso.

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Fundada en 1723 junto con la construcción de la Hacienda del Río Florido, esta joya histórica que se ubica al sur del Estado de Chihuahua, forma una larga lista de patrimonio histórico cultural ante el Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Edificios históricos que aún almacenan el paso de personajes históricos, un panteón con más de tres siglos de antigüedad, túneles subterráneos, catacumbas y arte sacro tricentenario, son otras de las reliquias que aloja Villa Coronado.

En el corazón del antiguo municipio, se encuentra la Hacienda de San Francisco Javier que, además de ser uno de los templos más antiguos del estado, también resguarda misteriosas catacumbas y accesos a túneles subterráneos que eran usados por los perseguidos durante el periodo de la revolución mexicana.

Los datos que reporta el INAH, refieren que sus paredes contienen figuras con antigüedad de más de 300 años preservando su estructura y material original de aquella época, con los lienzos que fueron creados en el año 1700.

El lugar fue escenario de la Ruta del Benemérito de las Américas en su Paso del Norte, donde el 29 de septiembre de 1864 usó como su estancia, hecho histórico enmarcado por una placa conmemorativa.

Villa Coronado, Chihuahua cuenta también con un panteón tricentenario que es resguardado por enjambres de abejas y también es un lugar de misterio, ya que al recorrerlo se pueden divisar los restos óseos.

Este rotativo ha referido en sus notas periodísticas que otro de los lugares que se pueden denominar como joyas históricas, es la Hacienda del Real de Guadalupe de Bagües, cuya construcción se remonta a principios del Siglo XIX.

La Hacienda de Guadalupe de Bagües, según el historiador chihuahuense Francisco Almada, indicó que su comunidad perteneció a la región de Allende, hasta que el 14 de diciembre de 1860, se le otorgó a Coronado la categoría de municipio.

Alrededor del monumento piramidal, subsisten varias lápidas centenarias con epitafios labrados en piedra natural poco legibles por su deterioro, otros ataúdes también de roca, fracturados por la intemperie, que incluso permitió que huesos de al menos dos siglos emergieran a la superficie.

El tiempo y las abejas han sido sus únicos guardianes, vigilando las vastas llanuras hasta colindar con Durango, zona minera y por tanto plagada de riquezas minerales como el oro y la plata.

En total, los más importantes edificios históricos que se nombran en el archivo histórico nacional son: La Hacienda Marteleño que data del Siglo XVII; la Parroquia de San Francisco Javier, la Hacienda de Guadalupe de Bagües y la Hacienda de San Andrés, que fueron edificadas en el siglo XVIII; al igual que edificios históricos como el Rebote y el Mesón de María.

Cerca de la Plaza Principal, se conserva una parte de “El Rebote”, un muro de ocho metros de alto que sirvió para jugar con una pelota de caucho y con la mano, y metros más hacia el sur del poblado está “El Mesón de María”, un hotel requerido por las caravanas de “Pancho” Villa y miles de visitantes foráneos.

Datos históricos refieren también, que el 23 de enero de 1876, se libró una acción de guerra en las inmediaciones de Villa Coronado. El coronel Susano Ortiz, con una partida de pronunciados procedentes del estado de Durango, puso sitio a una sección de la Guardia Nacional comandada por Don Ignacio Ojinaga, quien fue auxiliado por el coronel Ángel Peralta con tropas del 12º Regimiento de Caballería y obligó a los rebeldes a retirarse.

Éstos perdieron 36 prisioneros, 14 armas de fuego y 10 bestias y fueron forzados a replegarse en dirección al estado de Durango.


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