"Felices Pascuas de Resurrección a cada uno de ustedes y a sus familias, pedimos por todos para que el Señor con su Resurrección potente, universal, y sin límites, nos llene continuamente de su vida divina y haga de nosotros siempre un corazón renovado, pedimos por los que más necesitan de la luz y la fuerza de la Resurrección, los enfermos, los encarcelados, los adictos, todos los que tienen vinculada su libertad a algo que no los deja caminar tras de Cristo el Maestro", fueron las palabras iniciales del Obispo de la Diócesis de Parral, en este Domingo de Resurrección.
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Fieles católicos acudieron a la solemne celebración de Domingo de Resurrección, con la alegría de saber que Cristo venció la muerte y con ello se cumplió el misterio de Dios.
Iniciando la celebración el obispo de la Diócesis de Parral, Mauricio Urrea Carrillo, invocó la bendición de Dios y pidió que la aspersión del agua reavive en todos la gracia del bautismo, por medio del cual todos fueron sumergidos sacramentalmente en la muerte redentora del Señor, para resucitar con Él a la vida nueva.
El líder pastoral procedió a realizar la aspersión a los asistentes, que con devoción resucitaron con Jesús a una vida nueva unida al Padre.
En su homilía, Urrea Carrillo manifestó “Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor, la fiesta central del Año Litúrgico, la fiesta central de Nuestra Iglesia y de la fe cristiana católica”.
“Sin Resurrección nuestra fe sería simplemente una religión que enseña un estilo de vida, una manera de cruzar por la historia, por la vida de cada uno, con ciertas costumbres, ciertos principios morales, pero la pregunta decisiva del ser humano es en torno a su propia finitud, a su desaparición total a todo eso que se nos arrebata con la muerte, la propia y la de nuestros seres queridos”, señaló.
Hizo alusión a una frase de un filósofo alemán “Las tumbas, son las cunas de los dioses”, por ello resaltó que la tumba pone a pensar en algo superior que debe haber, que se exige por la razón y que se vuelve principio de salvación, esa mano que de fuera del río nos tiende ayuda, y nos rescata del abismo al que nos conducen las aguas tumultuosas de la vida.
Refirió que la Resurrección no es simplemente la de Cristo, es la nuestra, y no solo eso sino del universo entero, ahora se comprende cómo es que la Biblia inicia diciendo que hubo una primera creación por parte de Dios, donde todo le había quedado bien principalmente en el ser humano, hombre y mujer, imagen y semejanza suya.
“Por el instigador vino el pecado y todo se degrado, se denigro, bajo de orden y de calidad, era necesaria una intervención divina que volviera a poner al mundo en su sitio original, por eso se habla de una nueva creación la cual trajo Nuestro Señor Jesucristo y comenzó el Día de Pascua, allá en Jerusalén donde el Señor fue sepultado y se levantó de entre los muertos”, comentó.
Argumentó que el nuevo mundo consiste en que ahora conocemos todo de Dios, porque el Señor Jesús no se reservó nada en lo que tenía que revelar, ahora la creación sabe que Dios es nuestro Padre, que envió a su Hijo para salvar a la humanidad y muy pronto enviara al Espíritu Santo para consolidar y acompañarnos todos los días de nuestra vida, hasta el fin del mundo.
“Ahora sabemos que la vida no es ese castigo, ese infierno que muchos ven atinar al designarlo de esa forma, la vida es camino, principio de amistad con Dios que se va a prolongar eternamente en el cielo, ahora sabemos que los demás no son solamente individuos, sino mis hermanos providencia de Dios para mi vida, así como yo soy providencia para la suya, todo eso es la Resurrección, una completa, radical y universal transformación del orden antiguo”, finalizó.