En la esquina de lo que ahora es el edificio de El Sol de Parral, se erigía un templo de la infancia: la tienda "El Siglo XX". Este establecimiento no solo era una juguetería; era un universo mágico donde la ilusión y la calidad convergían para crear recuerdos imborrables.
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En esos días dorados, era común ver a los niños pegados a los grandes ventanales de "El Siglo XX" como abejas a la miel. La tienda, era un almacén diverso con telas, ropa y juguetes, pero adquiría mayor relevancia para los pequeños reyes del hogar a partir de noviembre, ya que la exhibición de juguetes para los regalos navideños era un evento esperado con impaciencia.
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El establecimiento fue propiedad de don Pablo Molina, pero la tienda destacaba por la calidad extraordinaria de sus juguetes, convirtiéndola en la única que vendía la codiciada marca de Lili Ledy, una empresa juguetera mexicana que operó desde la década de 1950 hasta principios de los años 90 y se especializaba en la fabricación y distribución de juguetes, muñecas y figuras de acción. La marca ganó reconocimiento por producir juguetes de alta calidad y por ser licenciataria de populares franquicias internacionales, contribuyendo significativamente a la industria del juguete en México.
Los ventanales, cuidadosamente decorados por Lolita Molina, eran auténticos escaparates de sueños que atraían a niños y adultos por igual.
Justo al lado de "El Siglo XX", por la calle Colegio, se alzaba la fábrica de zapatos "La Zapatería Italiana" de Don Dino Saudino. Estos dos establecimientos vecinos formaban parte de la vida cotidiana de la comunidad y era común que los niños hicieran parada obligatoria para admirar los aparadores de la juguetería al regresar de la escuela por las tardes.
En la temporada navideña, dos jóvenes, Graciela y Angélica, se sumaban a la magia de "El Siglo XX", entusiasmadas por ayudar a los clientes a elegir el regalo perfecto. La presencia del Santa Claus, saludando con alegría, añadía un toque festivo a la experiencia de compra.
En esta tienda, no solo se vendían juguetes; también se tejían relaciones humanas. Ingenieros americanos acudían en busca de revistas en inglés, mientras que nombres como Paulita Hernández, Bertita Molina y Águeda Armendáriz, eran sinónimos de atención personalizada y calidez.
"El Siglo XX" se erigía como una tienda departamental completa, al estilo de Liverpool en aquellos tiempos. La exquisitez de las telas y la diversidad de productos hacían de este lugar un punto de encuentro y una experiencia única. Aunque la tienda era exclusiva, la tradición de recorrer otras, como la ferretería Estrella Roja o La Regional, persistía como una costumbre encantadora.
Recordar esos tiempos bellos nos transportan a una época donde la simple idea de "Hoy me van a llevar a ver los juguetes" generaba emoción y expectación. El recorrido por las tiendas para elegir el juguete perfecto era un ritual que dejaba recuerdos imborrables, y esos aparadores a los que estábamos pegados eran testigos de momentos que, desafortunadamente, nunca volverán. Aunque el tiempo avance, la nostalgia de "El Siglo XX" perdurará en la memoria de quienes vivieron la magia de aquellos tiempos hermosos.