“Ser minero significa muchas veces poner en riesgo tu vida y no saber si volveremos a casa”, así lo mencionó Juan Orozco Martínez, quien desde hace 38 años se ha dedicado a la noble labor y pese a ser un trabajo difícil, su valentía y pasión por esta profesión lo han llevado a permanecer en esta industria por más de tres décadas; hoy se celebra a los mineros en el país.
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Él es Juan Orozco Martínez, originario de San Francisco del Oro, Chihuahua, quien desde los 23 años de edad, ha dedicado cada día de su vida a trabajar en varias minas ubicadas en el municipio de Santa Bárbara cumpliendo ya más de tres décadas en la labor.
La mina Segovedad y la mina San Diego, se volvieron su segundo hogar, pues en ambas trabajó por largos 17 y 18 años respectivamente, mismas que lo vieron crecer como persona y como trabajador de esta importante industria.
La mina Segovedad, se localiza en la colonia Felipe Ángeles, en el área central de la ciudad de Santa Bárbara y cuenta con una producción anual de mil 024 toneladas de mineral.
En tanto, la mina San Diego, localizada al noreste de la cabecera municipal del citado lugar, presenta una profundidad total de mil 975 metros, en ella se extrae un promedio de mil 907 toneladas de mineral por año.
Para Juan Orozco, la minería lo significó todo. Salir cada día a temprana hora por 38 años se escucha fácil, pero se vive difícil, pues la jornada de 12 largas horas en el interior de la tierra, es un trabajo que no cualquier persona podría hacer.
En la época de los 80´s, con edad de 23 años y la falta de oportunidades laborales en cualquier otro lugar, Juan se dispuso a conseguir trabajo como perforista con “máquina de pierna” en el tiro de mina de Segovedad.
“Recuerdo que en aquel entonces nomás en San Diego había dos jumbos (equipo de perforación frontal para minería y excavación de túneles controlado hidráulicamente), por lo que era necesaria la contratación de perforistas con máquina de pierna para realizar las excavaciones y en ese tiempo habíamos alrededor de cuatro cuadrillas dispuestos a descender y trabajar en la mina.”
Manifestó que cuando iniciaba a trabajar, siempre debían de andar de dos personas al interior de la mina para realizar las labores con la máquina de pierna; sin embargo, actualmente son pocos los que quedan para hacer dicho trabajo, pues el avance en la tecnología los ha rebasado.
“Actualmente solo hay dos lugares donde aún se trabaja con máquina de pierna, las demás ya se trabajan con máquina jumbo, esta situación ha reducido las cuadrillas de personas que saben trabajar con la otra máquina.” Dijo.
Recordó que, en aquel entonces, el trabajo en las minas era uno de los mejores pagados (actualmente sigue siendo así), además contaba con prestaciones, lo que en aquellos años era difícil conseguir dada las bajas oportunidades de trabajo.
“Primero anduve buscando trabajos en otros lados, pero en ninguno de ellos había buena paga, por lo que me acerqué a la mina y vi que tenían mucho mejores prestaciones, además de que era uno de los mejores trabajos que había en toda la región.” Mencionó.
Asimismo, resaltó que, pese a ser un trabajo reconocido por su alta peligrosidad a la hora de estar laborando y que ha cobrado la vida incluso de sus compañeros, para él ha sido una labor por la que le ha llegado a tener gran pasión.
A lo largo de su carrera, señaló que ha sostenido al menos cuatro accidentes, en las que en todas ha resultado con lesiones de baja consideración; sin embargo, compañeros suyos no han corrido con la misma suerte.
“En mis 38 años que llevo trabajando en la minería, me han tocado sufrir tres o cuatro accidentes no de grandes consecuencias; sin embargo, lamentablemente me tocó también sacar a dos compañeros que fallecieron y otros más accidentados.” Manifestó.
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Pero no todo en la minería es tragedia y riesgo, pues Juan Orozco dijo que en esta profesión hay muchas anécdotas, una de ellas y de las que más le gusta en lo particular, fue la de encontrar oro en una mina de Santa Bárbara.
Junto a uno de sus compañeros, a quien conocía como el “Gambusino Sindicalizado” junto a otros más, por ocho años estuvieron realizando la labor del gambusinaje.
“Recuerdo que en una ocasión llegaron unos compañeros y me dijeron, mira Juan, en aquella parte de la mina hay oro, por lo que fui y me puse a buscar, cuando me llevé la grata sorpresa de haber encontrado oro.” Relató.
Era horas antes de comenzar con sus labores en la mina que, Juan aprovechaba para ir a aquel lugar donde por primera vez encontró oro, con el fin de buscar piedritas que tuvieran destellos amarillos, para después molerlas y apoderarse del metal precioso.
En su relatar, indicó que la piedra de oro más grande que pudo conseguir, pesaba alrededor de 32 gramos, que en aquel entonces, para llegar a encontrar algo de tal gramaje, tenían que juntar varios costalitos y molerlos para al último, juntar menos de lo que el, encontró en una sola piedra.
“Hasta los mismos gambusinos me dijeron que ya ni la fregaba porque tenían sacar alrededor de dos o tres curras para poder juntar los 32 gramos de oro que yo saque con una sola piedrita.”
La minería para Juan Orozco fue una oportunidad de poder iniciar su propia familia, pues al cumplir un año trabajando como minero, decidió casarse y comenzar una vida junto a su esposa, con quien tuvo tres hermosas hijas.
Y gracias a esta profesión, pudo darle una buena calidad de vida a su esposa e hijas, además de poder pagarles sus estudios, siendo actualmente que las tres se graduaron de nivel licenciatura.
“La Mina me dio para sacarlas adelante, mis tres hijas son licenciadas, por lo que no me arrepiento de haberme acercado aquel día a pedir trabajo como minero, pues gracias a esta profesión, pude darle buena vida a mi familia” concluyó.
