En riesgo de convertirse en un “pueblo fantasma” la comunidad de San Antonio del Potrero, en donde actualmente radican sólo seis familias y la mayoría conformada por parejas de adultos mayores como Adela Salcido, quien toda su vida ha estado en el poblado y no ha habido algún mejoramiento, ya que las autoridades no le invierten. Por su parte el historiador Roberto Baca explicó que esta comunidad tuvo su auge en la época revolucionaria al extraer pequeñas cantidades de minerales; sin embargo, al acabarse, la población dejó de habitarla y emigrar a Parral, la ciudad más cercana.
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San Antonio del Potrero es uno de los 12 ejidos que están en el municipio de Parral y que a casi un siglo de su fundación continúan erigidos como una comunidad; aunque ya sin población como antaño, pues la mayoría de sus habitantes migró a la mancha urbana más cercana para desarrollar sus habilidades académicas como laborales, por lo que, con el paso del tiempo, este poblado fue despidiendo a sus habitantes hasta terminar con solo seis familias.
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Una de ellas es Adela Salcido, quien, junto a su mamá, viven la pacífica y tranquila vida en donde su única labor es alimentar al ganado con los que cuenta y sembrar para ser autosustentables. Según explicó, desde su niñez hasta la actualidad ha estado sin tener la necesidad de migrar, pues refiere que es una ciudad cálida y cómoda más disfrutar de la familia y de la naturaleza.
Asimismo, destacó que, aunque el poblado pertenece a Parral, las autoridades municipales no suelen visitar estos poblados, pues es poca la gente que vive, destacando que a la fecha existen alrededor de seis familias y la mayoría son parejas de adultos mayores, quienes se opusieron a un cambio de domicilio y ahora sólo disfrutan de la paz que reina en el poblado y en su hogar. Añadió que incluso ni las autoridades eclesiásticas acuden para celebrar misa, pues subrayó que antes se hacía cada mes en el templo ubicado en el centro del poblado; empero, ahora ya sólo ofician cada año y es en la festividad de San Antonio.
Adela Salcido explicó que junto a su madre han visto cómo el pueblo poco a poco va quedándose sin habitantes, en donde describió inclusive que existen instalaciones para dar clases de primaria y de kínder, pero ahora están deshabitadas debido a que no hay quién haga uso de ellas, al igual que el templo, que ahora luce sin feligreses ni oradores, por lo cual mayormente el Santísimo está abandonado.
Sólo hay seis familias
La comunidad está a media hora de Parral y el camino por el que se llega inicia justo a un costado del Hospital General, circulando por toda la cinta asfáltica y justo donde termina el pavimento, ahí es el poblado donde queda el recuerdo de una productiva y fructífera comunidad minera y ganadera, que ahora se sostiene en seis familias quienes insisten en que no se convierta en un pueblo fantasma.
Cuenta con todos los servicios básicos, independientemente de las circunstancias, pues los pocos habitantes tienen accesos a energía eléctrica y lámparas funcionales; suministro de agua mediante tubería, que, aunque no es conectada a las plantas locales, sí lo está a una noria o pozo.
Asimismo, el servicio de internet satelital ha permitido que las familias estén en constante comunicación con sus seres queridos sin tener que caminar kilométricas distancias para agarrar señal.
Es de mencionar que, como parte de un poblado alejado de la mancha urbana, la cultura ideológica es igual que en la ciudad, ya que profesan la fe católica y para ello la Diócesis de Parral erigió un templo hace años, donde los habitantes hacen los rezos adecuados y celebran misa; cuentan con una avenida principal que recorre el poblado y pequeñas calles en terracería que comunican una vivienda de otra.
Las seis familias son principalmente matrimonios de adultos mayores que tienen un arraigado sentido de pertenencia con el que se imponen a no abandonar el terruño y vivir hasta que el Creador lo disponga. Los hijos y nietos son quienes decidieron no quedarse y ahora los abuelos son los que viven en grandes casas de adobe.
Más de un siglo de existencia: historiador
Roberto Baca Ornelas, conocido historiador y cronista, expuso que es una comunidad que históricamente ha sido limitada en su crecimiento, pues desde antaño los habitantes se habían dedicado sólo a atender el poco ganado que tenían y comercializar pequeñas cantidades de minerales; esta actividad es productiva y tuvo un alza. Sin embargo, al agotarse los recursos naturales los pobladores decidieron abandonar el poblado y migrar hacia el antiguo municipio de Minas Nuevas, que en los años de 1930 perdió su registró y pasó a formar parte del municipio de Parral como una sección más.