/ lunes 3 de junio de 2024

Restaura comunidad de Santa Anita templo rafagueado por grupos criminales el año pasado

Indígenas y algunos mestizos iniciaron la reparación del templo a sus posibilidades y “parchando” uno a uno los orificios que dejaron los más de 700 disparos de “cuerno de chivo”

Se cumple un año de que el templo de Santa Anita en Guachochi fuera rafagueado; esto, luego de que el 4 de junio del año pasado recibiera más de 700 impactos de bala al quedar en medio del fuego cruzado entre dos grupos criminales que se disputan la zona. La fachada, los muros laterales y el techo del recinto sagrado están en su fase final de reconstrucción, así como la creación del memorial que exhibirá las imágenes religiosas que fueron baleadas, además de los dos cuartos para las hermanas misioneras Luli y Sanjuanita quienes fueron designadas junto al párroco Enrique Urzúa para encabezar desde ahí la misión de restablecer el tejido social entre los indígenas y los mestizos de la localidad que se ubica a una hora de la cabecera municipal.

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Así, 365 días han transcurrido desde aquel hecho en el que la iglesia de Santa Anita en Guachochi, Chihuahua, fue rafagueada al esconderse un grupo criminal que opera en la zona cuando fue emboscado por otros sujetos antagónicos a este. Más de 700 disparos de arma de fuego en la fachada y al interior, además de imágenes religiosas y el techo totalmente destruido fue la huella de aquella refriega suscitada la mañana del 4 de junio. Pobladores mestizos tuvieron que salir del lugar por el temor, los indígenas no tuvieron otra opción más que permanecer en la comunidad y fue el sacerdote Enrique Urzúa, vicario general de la Diócesis de la Tarahumara, quien acudió al auxilio, ya que al abandonar el lugar las primeras personas ellos quedaron sin provisiones ni tiendas dónde se pudieran adquirir alimentos.

El párroco de la Catedral de Guachochi recuerda que tres niños se encontraban solos, entre ellos un bebé de 10 meses, ya que sus padres acudieron a la cabecera y ante los hechos no pudieron regresar. Por lo que de inmediato los rescató y puso a salvo junto a su familia; sin embargo, ya tenían horas sin probar alimento.

Así pasaron los meses. La incertidumbre y tristeza permanecían hasta que la población indígena y algunos mestizos decidieron iniciar con la reparación del templo a sus medios disponibles y “parchando” uno a uno los orificios que quedaron de los disparos generados por esa arma conocida como “cuerno de chivo”.

Los trabajos iniciaron en abril de este año. Foto: Cortesía / Enrique Urzúa

Veo una comunidad con esperanzas, intentando reparar su templo, todavía hay tristeza e incertidumbre; la gente tiene algo de temor, pero que la comunidad esté reparando su templo o iglesia es signo de la fuerza de ellos mismos”, fueron las palabras en su momento del sacerdote luego de visitar la comunidad.

Demandó ser evidente que se necesita de un poquito más porque realmente todo estaba destruido y se le intentaron poner unos tapones en las láminas que también fueron perforadas por las balas, pero detectó que hay necesidad de quitarlas todas en la capilla.

La situación de que la comunidad esté reparando su templo o iglesia es signo de la fuerza y de la esperanza de la comunidad; eso a mí me causa esperanza, mirar que la gente por sí sola intentó iniciar la restauración de su templo. Sin embargo, no es suficiente”, expresó el sacerdote.

Las imágenes que fueron dañadas por los cientos de disparos de arma de fuego quedarán en un lugar especial. Foto: Cortesía / Enrique Urzúa

Dio a conocer que comenzaría a realizar las gestiones necesarias para mirar por dónde pudieran encontrar apoyo para reparar el templo y de manera necesaria al requerir las láminas que es una buena cantidad, además de ocupar la reparación el cuarto de los misioneros, vidrios y puertas, ya que las principales se retiraron.

“La puerta que conduce del templo a la sacristía pues también hay necesidad de cambiarla, una que da hacia fuera también fue dañada, necesitamos acondicionar el cuarto, volver a reparar madera. Son bastantes cosas las que se necesitan y ahora comenzaremos a tocar puertas para pedir auxilio y reparar lo más pronto posible el templo”, enfatizó en aquella ocasión Urzúa.

Dijo que no había querido iniciar la reparación del templo porque se esperó a que fuera hasta que la comunidad lo dijera. “Hasta que ellos sintieran que era el momento de repararlo porque ha sido difícil lo que han vivido, es parte de su proceso anímico, hasta que ellos dijeran en qué momento, buscaríamos las formas de reparar el templo, entonces ahora que ya la gente está buscando, entonces ahora sí”.

A casi dos meses de los hechos violenctos, la comunidad de Santa Anita todavía se encuentra atemorizada. Foto: Archivo | El Sol de Parral

Expresó que también se ocupan las imágenes que fueron baleadas, la imagen de Cristo, la de la Virgen de Guadalupe, de la patrona Santa Ana, las cuales fueron baleadas y que es la propia comunidad la que quiere que se pongan imágenes nuevas.

Señaló que las imágenes que fueron dañadas por los cientos de disparos de arma de fuego quedarían en un lugar especial, ya que construirían un memorial que sería ubicado en un cuarto de la parte trasera de la iglesia con las imágenes puestas tal cual como quedaron.

Las gestiones siguieron hasta ser escuchados. El Gobierno del Estado de Chihuahua y la Presidencia Municipal de Guachochi unieron esfuerzos y se realizaría la reparación del lugar. Banquetas, el techo, los muros, la fachada y el interior del lugar desde puertas hasta ventanas sería sustituido, además se ampliaría con la construcción de varios cuartos.

Los trabajos iniciaron en abril de este año. El Sol de Parral en compañía del sacerdote Urzúa acudió a la comunidad que se encuentra a una hora y media de la cabecera municipal transitando por caminos intrincados y dificultosos.

El sacerdote se convirtió en el único “medio” para llegar hasta ese lugar enclavado en la Sierra Tarahumara, a 50 kilómetros de la cabecera, aún se respiraba el temor reflejado en el silencio de sus pobladores quienes todavía evitaron pronunciarse al respecto de los hechos.

El templo lucía diferente. Su fachada cambió de color y se estaba ampliando con la construcción de unos cuartos en la parte trasera los cuales servirían para albergar a un sacerdote y las dos hermanas, pero también para un memorial en el que se colocarán las imágenes religiosas que fueron baleadas.

Enrique Urzúa desde el lugar se mostró contento por los avances, pero por el hecho de que el obispo de la Diócesis de la Tarahumara, Juan Manuel González designara a las hermanas misioneras Sanjuanita y Luli para construir el tejido social en la comunidad.

Un año después el lugar ya es otro; los dos cuartos en lo que vivirán las misioneras junto a un sacerdote está por entrar en su fase final de construcción. En su última visita, Enrique Urzúa pudo constatar que ya los albañiles contratados para la obra señalaron que se afinan detalles finales, lo mismo que el cuarto que servirá de memorial y que exhibirá las imágenes religiosas que fueron baleadas.

El Vicario General confirmó que es muy seguro que la gobernadora del estado María Eugenia Campos Galván acuda al lugar para realizar la entrega de la restauración del templo que funge como punto de encuentro para indígenas y mestizos con celebraciones domingo a domingo.

Es así como hoy se cumple un año de aquellos hechos en los que según la versión que se manejó, al encontrarse una escuela en el punto y al contar con internet, los miembros del crimen organizado estaban al exterior del templo usando sus celulares, sin embargo al percatarse de la presencia de otro grupo criminal el primer lugar al que acudieron a refugiarse fue hacia el templo.

Al descender de sus vehículos el grupo hizo disparos a la fachada, ya que ellos suponían que sus enemigos estaban al interior; sin embargo, el templo cuenta con una salida trasera por donde estos escaparon, por lo que al ingresar el grupo contrario y percatarse que ya no estaban descargaron su ira contra toda imagen religiosa y sus paredes.

Procedieron a incendiar la camioneta que estaba al exterior del templo y que dejaron los miembros del crimen organizado, además abandonar el cuerpo de Claudio González Cruz, un joven de 21 años originario de la comunidad, quien fue decapitado y a quien su madre vio después de dos años de no saber de él puesto que se había ido a la pisca de la manzana y jamás supo de su paradero.

La pugna por el territorio

Datos de inteligencia de la Fiscalía General del Estado ubicaron al grupo de "Los Reyes" liderado por Reyes C. G., en disputa contra otra fracción dirigida por Melquíades Díaz Mesa, alias "El chapo Calín" o "El 13", ambos afines al Cártel de Sinaloa y compadres; sin embargo, una ruptura entre ellos llevó a que en la región serrana se suscitaran constantes enfrentamientos.

Con información del panorama delictivo de la FGE, al cual El Sol de Parral tuvo acceso, se pudo confirmar que "El chapo Calín" originario de Batopilas y nacido el 14 de abril de 1974, era líder de una célula criminal, pero una emboscada planeada por el grupo antagónico el 28 de junio de 2023 lo llevó a perder la vida, incluso la camioneta en la que viajaba fue calcinada junto con su cuerpo.

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Tiempo atrás "El Chapo Calín" además de ser su compadre fungía como jefe de Reyes C. G., segundo al mando y su mano derecha que tenía una célula delictiva conformada por al menos 30 personas.

Una ruptura derivó que en el municipio de Guachochi y comunidades de la zona ocurrieran numerosos enfrentamientos que dejaron al menos 15 fallecidos, así como detenidos por la Base de Operaciones Interinstitucional conformadas por la Secretaría de la Defensa Nacional, Guardia Nacional, Fiscalía General del Estado y la Secretaría de Seguridad Pública Estatal.

Se cumple un año de que el templo de Santa Anita en Guachochi fuera rafagueado; esto, luego de que el 4 de junio del año pasado recibiera más de 700 impactos de bala al quedar en medio del fuego cruzado entre dos grupos criminales que se disputan la zona. La fachada, los muros laterales y el techo del recinto sagrado están en su fase final de reconstrucción, así como la creación del memorial que exhibirá las imágenes religiosas que fueron baleadas, además de los dos cuartos para las hermanas misioneras Luli y Sanjuanita quienes fueron designadas junto al párroco Enrique Urzúa para encabezar desde ahí la misión de restablecer el tejido social entre los indígenas y los mestizos de la localidad que se ubica a una hora de la cabecera municipal.

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Así, 365 días han transcurrido desde aquel hecho en el que la iglesia de Santa Anita en Guachochi, Chihuahua, fue rafagueada al esconderse un grupo criminal que opera en la zona cuando fue emboscado por otros sujetos antagónicos a este. Más de 700 disparos de arma de fuego en la fachada y al interior, además de imágenes religiosas y el techo totalmente destruido fue la huella de aquella refriega suscitada la mañana del 4 de junio. Pobladores mestizos tuvieron que salir del lugar por el temor, los indígenas no tuvieron otra opción más que permanecer en la comunidad y fue el sacerdote Enrique Urzúa, vicario general de la Diócesis de la Tarahumara, quien acudió al auxilio, ya que al abandonar el lugar las primeras personas ellos quedaron sin provisiones ni tiendas dónde se pudieran adquirir alimentos.

El párroco de la Catedral de Guachochi recuerda que tres niños se encontraban solos, entre ellos un bebé de 10 meses, ya que sus padres acudieron a la cabecera y ante los hechos no pudieron regresar. Por lo que de inmediato los rescató y puso a salvo junto a su familia; sin embargo, ya tenían horas sin probar alimento.

Así pasaron los meses. La incertidumbre y tristeza permanecían hasta que la población indígena y algunos mestizos decidieron iniciar con la reparación del templo a sus medios disponibles y “parchando” uno a uno los orificios que quedaron de los disparos generados por esa arma conocida como “cuerno de chivo”.

Los trabajos iniciaron en abril de este año. Foto: Cortesía / Enrique Urzúa

Veo una comunidad con esperanzas, intentando reparar su templo, todavía hay tristeza e incertidumbre; la gente tiene algo de temor, pero que la comunidad esté reparando su templo o iglesia es signo de la fuerza de ellos mismos”, fueron las palabras en su momento del sacerdote luego de visitar la comunidad.

Demandó ser evidente que se necesita de un poquito más porque realmente todo estaba destruido y se le intentaron poner unos tapones en las láminas que también fueron perforadas por las balas, pero detectó que hay necesidad de quitarlas todas en la capilla.

La situación de que la comunidad esté reparando su templo o iglesia es signo de la fuerza y de la esperanza de la comunidad; eso a mí me causa esperanza, mirar que la gente por sí sola intentó iniciar la restauración de su templo. Sin embargo, no es suficiente”, expresó el sacerdote.

Las imágenes que fueron dañadas por los cientos de disparos de arma de fuego quedarán en un lugar especial. Foto: Cortesía / Enrique Urzúa

Dio a conocer que comenzaría a realizar las gestiones necesarias para mirar por dónde pudieran encontrar apoyo para reparar el templo y de manera necesaria al requerir las láminas que es una buena cantidad, además de ocupar la reparación el cuarto de los misioneros, vidrios y puertas, ya que las principales se retiraron.

“La puerta que conduce del templo a la sacristía pues también hay necesidad de cambiarla, una que da hacia fuera también fue dañada, necesitamos acondicionar el cuarto, volver a reparar madera. Son bastantes cosas las que se necesitan y ahora comenzaremos a tocar puertas para pedir auxilio y reparar lo más pronto posible el templo”, enfatizó en aquella ocasión Urzúa.

Dijo que no había querido iniciar la reparación del templo porque se esperó a que fuera hasta que la comunidad lo dijera. “Hasta que ellos sintieran que era el momento de repararlo porque ha sido difícil lo que han vivido, es parte de su proceso anímico, hasta que ellos dijeran en qué momento, buscaríamos las formas de reparar el templo, entonces ahora que ya la gente está buscando, entonces ahora sí”.

A casi dos meses de los hechos violenctos, la comunidad de Santa Anita todavía se encuentra atemorizada. Foto: Archivo | El Sol de Parral

Expresó que también se ocupan las imágenes que fueron baleadas, la imagen de Cristo, la de la Virgen de Guadalupe, de la patrona Santa Ana, las cuales fueron baleadas y que es la propia comunidad la que quiere que se pongan imágenes nuevas.

Señaló que las imágenes que fueron dañadas por los cientos de disparos de arma de fuego quedarían en un lugar especial, ya que construirían un memorial que sería ubicado en un cuarto de la parte trasera de la iglesia con las imágenes puestas tal cual como quedaron.

Las gestiones siguieron hasta ser escuchados. El Gobierno del Estado de Chihuahua y la Presidencia Municipal de Guachochi unieron esfuerzos y se realizaría la reparación del lugar. Banquetas, el techo, los muros, la fachada y el interior del lugar desde puertas hasta ventanas sería sustituido, además se ampliaría con la construcción de varios cuartos.

Los trabajos iniciaron en abril de este año. El Sol de Parral en compañía del sacerdote Urzúa acudió a la comunidad que se encuentra a una hora y media de la cabecera municipal transitando por caminos intrincados y dificultosos.

El sacerdote se convirtió en el único “medio” para llegar hasta ese lugar enclavado en la Sierra Tarahumara, a 50 kilómetros de la cabecera, aún se respiraba el temor reflejado en el silencio de sus pobladores quienes todavía evitaron pronunciarse al respecto de los hechos.

El templo lucía diferente. Su fachada cambió de color y se estaba ampliando con la construcción de unos cuartos en la parte trasera los cuales servirían para albergar a un sacerdote y las dos hermanas, pero también para un memorial en el que se colocarán las imágenes religiosas que fueron baleadas.

Enrique Urzúa desde el lugar se mostró contento por los avances, pero por el hecho de que el obispo de la Diócesis de la Tarahumara, Juan Manuel González designara a las hermanas misioneras Sanjuanita y Luli para construir el tejido social en la comunidad.

Un año después el lugar ya es otro; los dos cuartos en lo que vivirán las misioneras junto a un sacerdote está por entrar en su fase final de construcción. En su última visita, Enrique Urzúa pudo constatar que ya los albañiles contratados para la obra señalaron que se afinan detalles finales, lo mismo que el cuarto que servirá de memorial y que exhibirá las imágenes religiosas que fueron baleadas.

El Vicario General confirmó que es muy seguro que la gobernadora del estado María Eugenia Campos Galván acuda al lugar para realizar la entrega de la restauración del templo que funge como punto de encuentro para indígenas y mestizos con celebraciones domingo a domingo.

Es así como hoy se cumple un año de aquellos hechos en los que según la versión que se manejó, al encontrarse una escuela en el punto y al contar con internet, los miembros del crimen organizado estaban al exterior del templo usando sus celulares, sin embargo al percatarse de la presencia de otro grupo criminal el primer lugar al que acudieron a refugiarse fue hacia el templo.

Al descender de sus vehículos el grupo hizo disparos a la fachada, ya que ellos suponían que sus enemigos estaban al interior; sin embargo, el templo cuenta con una salida trasera por donde estos escaparon, por lo que al ingresar el grupo contrario y percatarse que ya no estaban descargaron su ira contra toda imagen religiosa y sus paredes.

Procedieron a incendiar la camioneta que estaba al exterior del templo y que dejaron los miembros del crimen organizado, además abandonar el cuerpo de Claudio González Cruz, un joven de 21 años originario de la comunidad, quien fue decapitado y a quien su madre vio después de dos años de no saber de él puesto que se había ido a la pisca de la manzana y jamás supo de su paradero.

La pugna por el territorio

Datos de inteligencia de la Fiscalía General del Estado ubicaron al grupo de "Los Reyes" liderado por Reyes C. G., en disputa contra otra fracción dirigida por Melquíades Díaz Mesa, alias "El chapo Calín" o "El 13", ambos afines al Cártel de Sinaloa y compadres; sin embargo, una ruptura entre ellos llevó a que en la región serrana se suscitaran constantes enfrentamientos.

Con información del panorama delictivo de la FGE, al cual El Sol de Parral tuvo acceso, se pudo confirmar que "El chapo Calín" originario de Batopilas y nacido el 14 de abril de 1974, era líder de una célula criminal, pero una emboscada planeada por el grupo antagónico el 28 de junio de 2023 lo llevó a perder la vida, incluso la camioneta en la que viajaba fue calcinada junto con su cuerpo.

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Tiempo atrás "El Chapo Calín" además de ser su compadre fungía como jefe de Reyes C. G., segundo al mando y su mano derecha que tenía una célula delictiva conformada por al menos 30 personas.

Una ruptura derivó que en el municipio de Guachochi y comunidades de la zona ocurrieran numerosos enfrentamientos que dejaron al menos 15 fallecidos, así como detenidos por la Base de Operaciones Interinstitucional conformadas por la Secretaría de la Defensa Nacional, Guardia Nacional, Fiscalía General del Estado y la Secretaría de Seguridad Pública Estatal.

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