En el panteón ubicado en la comunidad de Santa Cruz de Villegas, yacen dos tumbas que se diferencian de las demás y que guardan una parte de historia de la época de la revolución mexicana, se trata de los lugares de reposo de los soldados estadounidenses Hobert Mckinley Ledford y Jay Richley, olvidados por su patria tras fallecer en territorio mexicano durante la expedición punitiva cuando buscaban a Francisco Villa.
Los pobladores de esta comunidad que en su mayoría son de apellido Villegas, cuentan que estas dos tumbas pertenecen a dos soldados estadounidenses que vinieron a buscar al general Villa, fallando en su intento y siendo abatidos en el año de 1916.
Sus lápidas se distinguen de las demás que están en el panteón al interior de la comunidad que se encuentra a 27 kilómetros de la cabecera municipal que corresponde a la ciudad de Hidalgo del Parral en el sur de Chihuahua.
A diferencia de los demás mausoleos que en su mayoría están hechos de cantera y pertenecen a la familia Villegas, estas están hechas de granito y mármol y hasta el momento se desconoce por qué los cuerpos de estos soldados estadounidenses fueron olvidados por su patria y dejados en tierras mexicanas.
Se trata de las tumbas de Hobert Mckinley Ledford Y Jay Richley de quienes según cuenta la historia fueron abatidos en estas tierras en la denominada expedición punitiva mientras intentaban localizar al Centauro del Norte (Francisco Villa).
Sobre la historia de este incidente, se cuenta que sus nombres no figuran en los registros del Ejército norteamericano; empero, son mencionados en el libro "The General and the Jaguar: Pershing's Hunt for Pancho Villa" de la periodista estadounidense Eileen Welsome.
En esta obra literaria se cuenta a Parral cómo recinto de la historia de la "capital del mundo", es la ex hacienda y hoy comunidad de Santa Cruz de Villegas. Ahí reposan los cuerpos de dos soldados norteamericanos caídos durante la Expedición Punitiva de 1916.
Al costado izquierdo está su compañero, sargento de infantería, de la Decimotercera Caballería de la Armada Norteamericana, Jay Richley, cuyo epitafio versa que fue asesinado en acción cerca de Parral, México.
Asimismo, rememoran cómo sus abuelos y padres les narraban que las tumbas eran visitadas regularmente por ciudadanos norteamericanos, quienes llegaban con flores. Pero con el paso de los años las tumbas quedaron olvidadas. Son los propios habitantes quienes les colocan flores en el Día de Muertos .
"Yo tengo un concuño que trabaja en el Registro de la Armada Americana y me ha contado que no figuran los soldados en sus archivos. Es como si nunca hubieran existido, o bien, como si no hubieran sido soldados", comentó uno de los habitantes de esta comunidad.
Esta situación se atribuye a que muy probablemente la Expedición Punitiva fue una operación en cubierta para no generar un posible conflicto internacional. Por lo cual, se cree que los soldados fueron desconocidos para evitar un conflicto por la invasión del territorio nacional.
El prólogo traducido versa:: "En la fría y oscura noche del 9 de marzo de 1916, el revolucionario mexicano Pancho Villa (el jaguar) y su banda de merodeadores cruzaron la frontera y atacaron la pequeña ciudad de Columbus, Nuevo México.
Al General John "Negro Jack" Pershing se le dijo que montara un pequeño ejército, que fuera a la cabeza en México y detener a Villa vivo o muerto. El último hurra para la caballería de EU fue la "Expedición Punitiva", que marcó el primer uso de Estados Unidos de tanques blindados, aviones y camiones contra un enemigo. Uno de los diputados, Pershing elegiría a un recién graduado de West Point llamado George Patton.
A Jay Richley lo menciona en la página 215, donde narra que fueron alcanzados por las tropas villistas. De acuerdo al texto, Tompkins corría a formar sus tropas y a buscar un sitio para cubrirse. Richley corría detrás de él, por lo que decidió pasarle un rifle para que se defendiera; sin embargo, fue tarde. Al voltear hacia atrás, el joven militar estaba muerto. Había recibido un balazo que entró por uno de sus ojos y había salido por la parte trasera de la cabeza.
En el caso de Hobert Mckinley Ledford, fue herido y derribado mientras pelaba desde su caballo; el coraje del soldado fue tal que volvió a montarse en un corcel para continuar la refriega.
Aunque fue poco el tiempo que duró cabalgando, su caballo fue herido y nuevamente cayó lesionándose la cadera. Tompkins lo recogió para llevarlo con el médico; sin embargo, entre la batalla Hobert Mckinley Ledford cayó del caballo de Tompkins y murió aplastado por los demás corceles.
Son las únicas líneas que el texto dedica a los soldados americanos que reposan en Santa Cruz de Villegas, donde a cien años de su fallecimiento permanecen olvidados en el tiempo y el espacio de la historia, sin reconocimiento de la patria por la que dieron sus vidas.
Grabados en mármol, justo al lado izquierdo de la entrada al cementerio, está el epitafio del soldado de tropa privada de la Decimotercera Caballería de la Armada Estadounidense, Hobert McKinley Ledford, asesinado en acción el 12 de abril de 1916, quedando cómo los únicos vestigios de esta historia.