Lo que los aztecas celebraban en el mes de panquetzaliztli, la llegada de Huitzilopochtli fue destituido por las tradicionales posadas navideñas, las cuales tienen su origen en el ámbito religioso, ya que representan el peregrinar de José y María en su camino a Belén, pues son una serie de festividades que se realizan en México desde tiempos de la Colonia, pero no fue sino hasta finales del siglo XVIII que formaron parte de la cultura popular al ser organizadas por las familias.
En Parral, esta tradición popular se le atribuye a los Franciscanos quienes con su llegada a través de las peregrinaciones trataban de evangelizar a los habitantes de las comunidades, hoy en día, a estas celebraciones se les ha ido agregando elementos como velas, luces de bengala y piñatas, hasta adoptarlas en cada uno de los barrios que caminan junto a los peregrinos al son del cántico “En el nombre del cielo os pido posada”.
Según la tradición marca, para este año 2021 las posadas comenzarán del 16 al 24 de diciembre, y comienza a latir el corazón de los ciudadanos que acompañan en este peregrinar a José y María como remembranza al camino que emprendieron a Belén.
No obstante, al ser una celebración religiosa de antaño, en el Archivo Histórico Municipal, no hay documentos que marquen el inicio de esta tradición en la ciudad de Parral; sin embargo, historiadores coinciden que fueron los franciscanos quienes a su llegada a los pueblos, comenzaron a transmitir el fervor a través de las peregrinaciones.
Según datos históricos no siempre se realizaron las tradicionales posadas en México, sino que desde antes de la llegada de los españoles, los aztecas celebraban durante el mes de panquetzaliztli lo que conocemos como el mes de diciembre, la llegada de Huitzilopochtli, que era el dios de la guerra. Estas solemnes fiestas comenzaban el día seis y duraban 20 días, aquí coronaban a su dios poniendo banderas en los árboles frutales y estandartes en el templo principal, a dicha tradición se le conocía con el nombre de “Levantamiento de banderas”.
Por lo anterior, el pueblo se congregaba en los patios de los templos y esperaban la llegada del solsticio de invierno, el día 24 por la noche y durante el transcurso del día 25 había festejos en todas las casas, en los cuales se ofrecía comida a los invitados y unas estatuas pequeñas de pasta llamadas “Tzoatl”.
Sin embargo, las posadas tuvieron su auge en México desde tiempos de la Colonia, pues su origen es de carácter religioso, ya que se representa el peregrinar de José y María en su camino a Belén, pero no fue sino a finales del siglo XVIII que formaron parte de la cultura popular al ser organizadas por las familias.
El superior del convento de San Agustín de Acolman, Fray Diego de Soria, obtuvo del Papa Sixto V en 1587, un permiso que autorizaba en la nueva España la celebración de unas Misas llamadas “De aguinaldos” del 16 al 24 de diciembre, en donde se intercalaban pasajes y escenas de la Navidad, para hacerlas más atractivas y amenas.
Con el paso del tiempo, los habitantes de cada región fueron agregando elementos con la intención de hacer de la celebración algo más atractivo como velas, luces de bengala y piñatas, hasta el punto de adoptar estas fiestas en barrios y casas.
Dicho cambio del templo a las calles fue permitido por la iglesia con el fin de que estas festividades tuvieran una mayor difusión entre los habitantes, por lo que la tradición se ha ido transformando de acuerdo con la cultura de cada región de México, hay quienes hacen una representación en donde un hombre se viste de José y una mujer de María, quien va a bordo de un burro, mientras los peregrinos cantan e iluminan con sus velas el camino por donde pasan.
Una vez reunidos los invitados a la celebración, se disponen a representar la pedida de posada, que hace miles de años realizaron San José y la Virgen María en su peregrinar de la ciudad de Nazaret en camino a Belén, con el fin de hacer un memorial de este acontecimiento los invitados hacen dos grupos, uno de ellos debe salir de la casa acompañados de figuras que representan a los peregrinos, José y María, los cuales piden posada al son de “En el nombre del cielo os pido posada”.
Cada asistente porta consigo una vela que representa la luz de Dios, una vez concedida la posada comienza la convivencia, la cual llega a su máximo esplendor al momento de romper la piñata, la cual debe estar llena de fruta y dulces.
El papel de la piñata en las posadas simboliza el triunfo de la fe sobre el pecado y debe tener siete picos que representan los siete pecados capitales que acechan a los seres humanos, con la intención de apartarlos de Dios.
Asimismo, los dulces y la fruta simbolizan la gracia y bendición de Dios, la venda en los ojos es la fe, que viene de Él y para el Creador, Dios es representado por el palo que rompe la piñata como símbolo, que con la fuerza de Dios, el hombre puede apartarse de aquello que lo aleja de Él y las personas alrededor simbolizan a la iglesia quienes se unen y motivan para vencer el pecado.
Hoy la pandemia se encuentra latente y las personas fervientes hacen frente a la incertidumbre si las condiciones sanitarias darán las posibilidades necesarias para continuar con esta celebración, que congrega a familias, amigos, y niños que entusiasmados acechan los dulces.
Lo que es cierto es que ni la pandemia, aleja a quienes con entusiasmo se preparan para fortalecer los lazos que los unen a esta fiesta tradicional de antaño, que seguirá recordando la travesía que José y María realizaron por designio de Dios.