Cientos de feligreses se reunieron la mañana de este lunes en la iglesia de Misión de San Francisco Javier en Cerocahui, municipio de Urique, para presenciar la misa exequial en honor a los sacerdotes Javier Campos y Joaquín Mora.
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En el lugar estuvieron presentes miembros de las iglesias Jesuita y Diocesana, así como autoridades indígenas rarámuri y de los gobiernos municipal, estatal y federal.
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La Siríame rarámuri oró con copalera en mano a Onorúame, Dios Padre y Madre, que está en el cielo, en la tierra y en todas las cosas; músicos de guitarra y violín entonaron la tradicional melodía con que bailan matachín, danza tradicional rarámuri que se celebra cuando alguien muere o en fiestas religiosas.
En el ala izquierda de la iglesia tomaron asiento los monaguillos, las Esclavas de la inmaculada niña y las Hermanas Siervas del Corazón de Jesús y sacerdotes, entre los cuales se contó con la presencia de Javier "el Pato" Ávila y el Obispo Juan Manuel González Sandoval.
La gobernadora Maru Campos arribó a la una de la tarde
Alrededor de la una de la tarde, arribó la Gobernadora Maru Campos, quién se sentó en primera fila, junto al ala derecha de la iglesia, junto con el Secretario de Seguridad Pública del Estado, Gilberto Loya. También se contó con la presencia de Ernesto Serrato, y el Delegado Federal Juan Carlos Loera, así como Ariana Montiel, en representación del Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.
La procesión se abrió paso entre la concurrencia, hasta donde se encontraban los féretros de los amados guías religiosos y morales de la localidad de Cerocahui; bailando y agitando banderas blancas con cruces celestes, sacerdotes con estolas coloridas, al estilo rarámuri y autoridades indígenas hungieron en humo de copal y agua bendita las cajas fúnebres.
"Después del acto de expiación que realizamos durante toda la noche, después del sacrificio que hicimos, ya purificados, podemos empezar nuestra carestía", comentó el sacerdote y dio la bienvenida a las autoridades de los tres niveles de gobierno y de las fuerzas armadas presentes en el poblado.
Al padre Gallo, el Presbítero agradeció por habernos transmitido tanta fuerza por medio de su sencillez; el testimonio de entusiasmo que siempre supiste transmitir, que nos comunicaba el espíritu Santo, que nos hacía ver la transparencia y entrega de tu vocación
"Ha sido una gran dicha para la Diócesis de la Tarahumara de tenerte como guía para la gente en el peregrinar de la esperanza y de la fe; tu capacidad de escucha, tu corazón que guardó tantos nombres, rostros y lugares. Tu espíritu aventurero que aprendió el lengua rarámuri para estar más cerca de este pueblo, que llegó a ser el padre, el amigo, el hermano, el compadre, el padrino de tanta gente y que a través de tantas buenas acciones reflejo su compasión, amor y comprensión".
Al Padre Joaquín, lo recordó con cariño como "el Joaquín", con su carisma y sencillez, que nunca dudó en ofrecerse a su congregación, en hacer reír a los niños y ayudar con su espíritu de entrega y servicio al pueblo.
Por último, oró por Pedro Palma, de quien dijo que al ser acompañante de estos sacerdotes martirizados, esperaba que su muerte sea esperanza de vida: "algo bueno va a surgir de todo este dolor y va a suceder eso que siempre cantamos, podremos alcanzar la paz y la libertad".
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"El martirio de los hermanos nuestros, seguramente forzará a que nuestra patria encuentre la paz y la justicia; un hasta aquí a la violencia y la impunidad, un hasta aquí a los malvados que se disfrazan con piel de oveja", dijo el líder religioso.
Urgió a las autoridades gubernamentales y a la sociedad para trabajar en conjunto para la reconstrucción del tejido social, a asumir cada uno nuestras propias responsabilidades y a ser críticos cuando las autoridades toman decisiones equivocadas: "Hoy más que nunca tenemos que estar unidos como pueblo y gobierno, debemos permanecer en comunión aún en nuestras diferencias ideológicas, porque recuerden que un reino dividido va a la ruina.
Finalmente, bendijo la sangre derramada en ese bendito lugar donde fueron martirizados Pedro Palma, Joaquín Mora y Javier Ramos y rogó a Dios para que de su muerte dolorosa, pueda surgir fruto que perdure hasta la vida eterna y llamó a las organizaciones gubernamentales para que sientan la urgencia de fortalecer sus instituciones.