¡El afilador! Es el grito característico de Dámaso Rivera, seguido del chiflido de un silbato que ya la gente reconoce cuando pasa por sus casas. Éste es uno de los oficios que está por desaparecer; sin embargo, indicó hace unos 40 años, éstos característicos “afila cuchillos” recorrían las colonias, pero ahora son contados los que se dedican a esta noble actividad.
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Dámaso Rivera Rodríguez, camina de sol a sol cargando, por un lado; su pesado esmeril y dentro de un morral las chairas, agua para no deshidratarse y otros artículos que le ayudan a sacar mejor el filo de los cuchillos.
Con su clásico silbido la gente ya sabe de quién se trata, uno de los oficios que está a punto de desaparecer, años atrás por las diferentes colonias pasaban frecuentemente y las amas de casa salían para que les afilaran sus cuchillos y hacer la comida, en ocasiones como los esposos estaban trabajando recurrían a este singular personaje para sacarle filo a sus utensilios.
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Otras sacaban sus tijeras, ya que también requieren de mantener el filo, señaló don Dámaso Rivera, quien afirma que aún en ciudades como Chihuahua, Juárez y Delicias, existen afiladores.
En Parral son contados “con los dedos de una mano”, está Juan Ruiz, conocido como “El Bocachula”, él arreglaba máquinas de coser y afilaba cuchillos.
Indicó que él ya cuenta con 48 años en el oficio de afilar diferentes herramientas que sirven para la cocina o para la carnicería, por lo general son cuchillos, chicos y grandes, machetes, tijeras, navajas y hasta hachas; dijo que comenzó a trabajar con su cuñado Dionisio González, a quien le apodaban “Chito”.
En un principio lo tomó como un hobby; sin embargo, le comenzó a gustar el oficio hasta que se quedó. Refirió el señor Rivera que hace 40 años eran alrededor de 20 trabajadores que recorrían las colonias incluyendo el centro de la ciudad.
El entrevistado dijo que también visita los municipios de la región sur del estado, como Santa Bárbara, San Francisco del Oro, Matamoros; comunidades como El Verano, El Pueblito, Allende, Valle de Zaragoza, Balleza y Guachochi, para seguir conservando a sus clientes. Agregó que en este tiempo a la sierra ya no va porque es peligroso ir tan lejos, antes era más seguro.
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Comentó que no es “carero”: el cuchillo chico lo cobra a 35 pesos y el grande de carnicero a 70 la afilada; también afila machetes y una que otra espada o sable “que le ha salido”, dijo que las dagas no son muy comunes. También afila las hachas, las cuales cobra a 80 pesos porque es un trabajo laborioso; mencionó que cuenta con clientes de hace muchos años.
Mencionó como broma, que ellos son una familia muy peculiar, ya que su papá se llama Pedro Rivera y él es Lupillo Rivera. Consideró que antes había más trabajo, ahora ha bajado, pero no se puede quejar porque saca el sustento diario para él y su señora.
Cargado de su esmeril y las chairas, que son las herramientas básicas para sacar un buen filo a la cuchilla; con el esmeril saca el filo a los cuchillos y le da los acabados finales, invierte alrededor de cinco minutos para sacarle buen filo a un cuchillo.
Indicó en su plática que hay mujeres que le dicen: “sáquele filo al cuchillo, pero no me lo deje muy bravo, ya que me puedo cortar…”. En cambio, otras damas le piden lo contrario: “déjelo muy filoso por si llega borracho mi esposo para darle con él…”. Eso es en son de broma, recordó cómo una señora le pidió filoso el cuchillo y a la hora que le iba a pagar se cortó y ya quería cobrarle la cortada, de manera de reclamo, el señor Rivera le dijo que no tenía la culpa de que quedara tan bravo y se cortara sola.
Aseguró que hay más “afiladores” pero tienen su local, tal es el caso de uno que se encuentra en la colonia Fátima; en la PRI hay dos más, en la Alta Vista uno y en la Juárez otro; son pocas las personas que recorren las calles porque tienen su establecimiento.
Señaló que continuamente anda por las calles para que la gente lo contrate, también da servicio a restaurantes, carnicerías y puestos de tacos.
Con su “silbato hablador”, como él lo llama, se anuncia cada vez que pasa por las calles, estos silbatos ya no los consigue tan fácilmente, el que trae lo obtuvo en ciudad Jiménez.
Para finalizar, indicó que es feliz con su trabajo, ya que le gusta mucho, lo hace con amor, se siente satisfecho de que la gente quede conforme con su trabajo.