Tal vez no hay mucho pero se es feliz con lo que se tiene, tal vez no existen los lujos pero la diversión no falta; así viven algunas familias de la colonia Che Guevara, donde no todos tienen para pasar una Navidad llena de regalos y comida.
Recibe las noticias más importantes directo a tu WhatsApp
Ignacia Vega Rubio tiene 25 años de edad, es madre de dos pequeños; Axel Manuel y Megan Citlalli; uno de seis y otra de tres años; quienes añoran la llegada de Papá Noel para este 25 de diciembre, lo que ellos no saben, es que las condiciones económicas a veces no permiten que la Navidad se disfrute como en las historias de ficción.
Mientras algunos disfrutan la Nochebuena con la clásica cena y el árbol rodeado de regalos; hay quienes no cuentan con el recurso necesario para cubrir esos estándares de festejo que actualmente existen.
Te puede interesar: El 'Gol de la Esperanza'; migrantes en busca del sueño americano
Al llegar al número 19 de la calle Prolongación Naciones Unidas, de la Colonia Che Guevara, se observa un cuarto helado con paredes de madera, por donde los ventarrones de la época invernal se logran colar, volviéndose una batalla entre la familia de “Nacha” Vega y las condiciones climatológicas de esta época del año.
Aseguró que, para en esta temporada decembrina, las fiestas no se viven igual en este sector de la ciudad, en donde predominan personas en situación de pobreza, que carecen de acceso a la salud y a la educación.
Estos pequeños de seis y tres años de edad, en esta época del año suelen enfermarse, lamentablemente no cuentan con un seguro médico, lo que les impide el acceso a la salud de forma directa.
“Con mucho sacrificio tuvimos que llevarlos a los dos, nos gastamos más de mil pesos en el simi, entre las consultas y las pastillas que les recetaron a los niños”, aseguró la madre de los dos pequeños en entrevista.
Mira también: A sus 88 años, la señora Olivas pasa la Nochebuena en el olvido
El pequeño Axel espera recibir una moto de carrerearas de control remoto y un patín del diablo; por otra parte, la pequeña de tres años quien apenas habla sus primeras palabras, disfruta de su diversión con muñecas y trastecitos.
El correr de la briza levanta el polvo que cubre por completo la cara de los pequeños que corren por la calle, que disfrutan de la tarde luego de salir de la primaria, como el caso de este “morrito”, de apenas seis años de edad.
De esta manera, es como se vive en estos sectores, donde el ladrido de los perros callejeros se escucha a lo lejos, donde el zapateo de los infantes retumba en el pavimento, mientras los gritos y risas le dan esa vibra que solo se siente en el barrio.
A pesar de las condiciones de pobreza, los más pequeños disfrutan de lo que la vida les otorgó, donde los niños todavía salen a jugar, donde aún se raspan las rodillas y se sudan las playeras con el "solonazo" a todo lo que da.