En una casa hecha de adobe, madera y cartón, Flor Ramírez vive sola, acompañada únicamente por sus perros. Su hogar, ubicado junto al río cerca del puente que conecta las colonias Pri y Tierra y Libertad, carece de los servicios básicos más esenciales, como agua y luz.
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“Llevo 17 años viviendo aquí. En las noches me alumbro con velas, y el agua me la regalan los vecinos porque no tengo cómo traerla”, comenta Flor, quien trabaja en la Central de Abastos para sostenerse. Así se allega de los recursos que brindan un respiro a su economía.
A pesar de las adversidades, asegura que su mayor alivio ha sido que, hasta ahora, este año las noches no han sido demasiado frías, sin embargo con la llegada del invierno el futuro es incierto, espera que no sea tan crudo ya que es un lugar muy helado, en donde por las noches y las mañanas arrecian las bajas temperaturas.
Cuando llueve, Flor vive con el temor constante de que el agua del río inunde su hogar. “Siempre tengo miedo de que una lluvia fuerte termine llevándose todo. Aquí no hay seguridad ni ayuda de nadie”, relató. Sin embargo, su actitud es resiliente, y aunque la situación es complicada, no pierde la esperanza.
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La casa de Flor no cuenta con un calentón para protegerse del invierno, y para abrigarse depende únicamente de unos cobertores que ha podido conseguir. “Mientras no haga tanto frío, aguanto, pero sé que el clima va a empeorar pronto”, añadió.
Su deseo es sencillo pero urgente: tener apoyo para construir un hogar más seguro. “Con un poco de ayuda del Municipio podría tener una casa digna, algo que no me dé miedo cada vez que llueve o hace frío. No pido más”, señaló. Por lo que espera que pronto llegue el apoyo del Gobierno.
La historia de Flor refleja la vulnerabilidad de muchas personas que viven en zonas marginadas de Parral. Enfrentar las inclemencias del clima sin los recursos necesarios es un desafío diario, agravado por la falta de atención institucional.
A través de su voz, queda claro que las necesidades inmediatas como agua potable, electricidad y abrigo son apenas el principio de un problema mayor. Sin embargo, Flor mantiene la esperanza de que alguien escuche su llamado y le brinde el apoyo que necesita para vivir con seguridad y dignidad.