En el marco del Día Internacional de la Mujer, la reportera de esta casa editora, Alejandra Pérez Portillo, impartió a los alumnos de la Universidad Tecnológica de Parral (UTP), la conferencia de 'Mujeres y letras'.
Como tema central, el espacio a través de la historia que se han hecho las mujeres en el mundo de las letras, la licenciada en Ciencias de la Información compartió a los estudiantes sus mejores experiencias que ha vivido a ejercer el periodismo.
Con una dinámica de interacción entre la reportera y los alumnos fueron resueltas cada una de las dudas surgidas en la charla, buscando crear conciencia del papel en la mujer en la actualidad y los retos en que habrá de enfrentarse en cada una de las áreas.
"Mi ponencia se denominó 'Mujeres y Letras' porque de los primeros puntos importantes para abordar es que en la literatura existen mujeres muy importantes que su único medio para poder mostrarse al mundo en la época en la que vivían, ante el entorno en el que se desenvolvían, encontraron en las letras esa herramienta que les permitió mostrarse y poder ser tomadas en cuenta.
Tal es el caso de Sor Juana Inés de la Cruz quien tuvo que luchar por sus ideales y deseos de aportar grandes trabajos al entorno. Sin embargo, México ha sido una de las naciones paradójicamente importantes para exposición de la literatura, contando con más de 100 escritoras que han creado obras de gran importancia, un ejemplo de ello es Elena Garro, Rosario Castellanos, Nellie Campobello, Amparo Dávila, Elena Poniatowska.
¿Cuál fue su experiencia durante la conferencia?
Sentí a los alumnos poco pasivos entendiendo que tras dos años de llevar una educación virtual cambia el curso y la interacción que se tenía antes de la contingencia; sin embargo, y no me queda duda de que a más de uno estas palabras, que no son sólo mías, sino que son el clamor y la realidad de miles de mujeres van a marcar un parteaguas en su vida.
Personalmente creo que no cobré consciencia de lo que significaba la discriminación a la mujer hasta que entré a la universidad, pues ahí tuve la experiencia y el testimonio de alumnas y maestras que se sumaban a los colectivos y a las marchas, empezaban a dar temas y ponencias sobre el feminismo, al principio, yo no le tomaba importancia, porque estaba en mi zona de confort; es decir, no me afectaba porque me sentía incluida y tomada en cuenta en la toma de decisiones, pero entendí que este movimiento no es sólo por mí, sino por aquellas que en realidad son discriminadas, por aquellas mujeres que son violentadas, por aquellas que desde temprano trabajan, son madre, hija, hermana y que además atienden a sus hijos, pero que con una jornada similar a la de un hombre, reciben menos remuneración quedando al margen de aspirar a un puesto importante.
Estamos inmersos en una sociedad, en donde si una mujer alcanza un puesto o algún bien es o porque le gusta a quien funge como medio para obtener algún bien, o porque se acostó con él, que pudiera sernos ya tan natural definirnos así entre mujeres, reducimos la dedicación que tuvo esa mujer, el esfuerzo, días de trabajo, noches sin dormir, por términos tan sexistas y tan básicos, como esas descalificaciones, frases, posiciones claramente discriminatorias basadas en el género.
Recuerdo que cuando era estudiante mis maestras hacían énfasis en que estas ideas machistas que aún están arraigadas en nuestra cultura se pueden erradicar de muchas maneras, pero la principal es a través de una educación, cuando una mujer está bien preparada, conoce, sabe, es inquieta en el aspecto de que le interesa no solamente lo que está estudiando, sino lo que pase a su alrededor, esto marca una diferencia porque tiene argumentos, propone opina, está segura de sí misma, sabe lo que dice y esto ante la sociedad impone.
Esta lucha que enfrentamos las mujeres implica un bien para nosotras pero también un compromiso, es decir, pedimos que seamos tomadas en cuenta para tener las mismas oportunidades que un hombre, que nuestro trabajo sea bien remunerado, que no seamos discriminadas, pero obtener esto establece una respuesta nuestra, el ser funcionaria pública, jefe, director, líder de la sociedad, implica levantarte temprano, llegar antes que todos e irte después que todos, implica horas extras de trabajo, muchas veces no pagado, implica sacrificar ciertas actividades y en esto quiero ir al punto es que si bien es cierto, falta mucho por hacer como sociedad, pero yo desde donde estoy qué es lo que hago para ser esa mujer idónea y responder a mi labor.
"La educación nivela el terreno en donde las mujeres no son veladas ni protegidas."
Tengo la convicción y el compromiso de que mi labor y mi ser de mujer va preparando ese camino para las que vienen atrás de mí, para las niñas que apenas comienzan, para las que aún no nacen, y para las que apenas se están formando en la universidad, de que los comentarios discriminatorios y sexistas, no tengan que vivirlos ellas, que no tengan que enfrentar discursos discriminatorios que sin duda alguna acompañan la vida de tantas mujeres, con esto quiero dar a entender que las mujeres tenemos la obligación de ser feministas porque nosotras estamos aquí, pero hace muchos años salieron mujeres a pelear por los derechos de los que ahora nosotras gozamos, el hecho de votar, de participar en la vida pública y de tener una educación, entonces esto debe crearnos un compromiso con nuestras predecesoras, con aquellas que se debatieron limpiándonos el camino y nuestra responsabilidad es ir ampliando esta senda para que las mujeres que vienen no se sumen a la estadística de la discriminación, de violencia o de muerte."