Feligreses acuden a misa dominical a la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe, celebrada por el Obispo de la Diócesis de Parral, quien reflexionó acerca del pasaje de la Samaritana, resaltando que en Jesús aparece la respuesta definitiva de Dios a esa sed de amor y de presencia divina que tiene el alma de cada creyente.
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Durante su homilía el Obispo de la Diócesis de Parral, comentó que avanzando en el camino cuaresmal, se encuentra una Pedagogía en los textos que van develando poco a poco el misterio de Dios, un misterio de amor hacia sus hijos.
“Aparece este texto que se conoce como el diálogo de Jesús con la Samaritana, para comprenderlo en profundidad recordemos aquel texto del primer domingo de Cuaresma, la tentación que el maligno, puso a nuestros primeros padres Adán y Eva, y que los hizo caer y perder esa amistad con Dios”, señaló.
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El pastor de la iglesia detalló que de esta ruptura habla toda la Biblia y todos los santos, asimismo, de manera especial lo puso San Pablo cuando dijo “Señor, mientras vivimos, en esta carne mortal, vivimos como desterrados lejos de ti”.
Indicó que el símbolo de la sed quiere significar para todos los cristianos esa necesidad del amor y de la presencia de Dios en la vida de las personas, único remedio que apacigua el alma.
Argumentó que la propia vida agita la sed, que hace que cada persona vaya en busca de cisternas agrietadas, que no sacian la verdadera sed, el sediento busca garantías, seguridades, y protecciones que le den al temor que habita un sosiego.
“Entendido este simbolismo de la sed, una sed del amor de Dios y de su presencia, entendemos como en el libro del Éxodo dice que el pueblo desfallecía de sed, el pueblo caminaba por aquel desierto y moría de sed, entonces claman a Dios, ese Israel en el desierto representa a todos y cada uno de nosotros, los de ahora y los de siempre, el desierto es la vida desfallecer de sed, no es sino esa necesidad de la presencia de Dios en nuestras vidas”, expresó.
Destacó que en el Evangelio de hoy, Jesucristo se presenta como esa fuente eterna y continua de agua viva que sacia plenamente esa sed que cada persona tiene del amor y la presencia de Dios.
Indicó que es interesante que el Creador no se presenta como un Dios que se hace el necesario y que se da a desear, sino al contrario, es un Dios que viene buscando a la creatura en la persona de su Hijo.
“Qué interesante es que Jesús venga y se siente en el brocal del pozo, a esperar a su creatura, y cuando aparece aquella mujer con su cántaro es Dios el que le pide en la persona de su Hijo que le dé agua, que le dé su amor que le corresponda como creatura al amor divino que Él nos da, en Jesús aparece la respuesta definitiva de Dios a esa sed de amor y de presencia divina que tiene nuestra alma”, finalizó