La Noche Buena es un momento único para las familias que celebran el nacimiento de Jesús, donde hasta en los hogares más humildes, se dispone una abundante cena para la convivencia en familia, lamentablemente para muchas familias es un día como cualquier otro, Gael Omar y Dairo Abraham de seis y 15 años esperan un regalo pero sus padres son de escasos recursos y cuentan con apenas lo suficiente para llevar el sustento diario a casa, ellos tampoco esperan el milagro de la Navidad, aunque eso no signifique que el anhelo de disfrutar juguetes, ropa nueva y obsequios como los demás niños de su cuadra en la colonia Tierra y Libertad esté en sus corazones.
Se trata de una familia que vive sobre la calle Ignacio Herrerías, cuyos padres no podrán darles un regalo a estos niños y en cuanto a la cena, con suerte tendrán un plato de arroz o frijoles, ya que el trabajo en el aserradero apenas deja para la comida diaria, sin prestaciones ni aguinaldos para el hombre de la casa.
Dairo Abraham es un niño muy vivo para su edad tan corta de apenas seis años y comentó con las palabras propias de un infante a esa primera edad que lo que le gustaría es un tráiler, un juguete, dado que sus amiguitos de la cuadra si tienen uno y no se lo prestan.
Un tractor, un carrito, el sólo pide eso al preguntarle ¿Qué quieres que te traiga Santa Claus?, aunque no comprendía esta interrogante, al poner las palabras que cuestionan cuál sería su juguete favorito, sin meditarlo, pensó en los juguetes que sus colegas no le quieren prestar.
Su hermano de 15 años y de nombre Gael Omar es un joven que actualmente no estudia para ayudar a su familia en los quehaceres del hogar; sin embargo, anhela volver a la escuela.
Más allá de una tableta electrónica o un teléfono inteligente, accesorios comúnmente deseados por los jóvenes de su edad en estas fechas, el busca un balón de fútbol para poder jugar con los camaradas del barrio.
En cuanto a su madre, expresó no saber que cocinar para este 24 de diciembre y con una expresión de tristeza, musitó que le preocupaba la leña para calentar los alimentos, ya que en su humilde morada solo cuentan con una estufa de este tipo.
“Pues si tenemos suerte un pollo, aún no sabemos, mi esposo trabaja en un aserradero y cómo no nos alcanza mejor no planeamos nada, si me gustaría regalarles cosas a mis hijos pero no se puede ahora”, lamentó la jefa de familia.
Es así como estos casos salen a la luz pública, donde se sabe que el frío de la Navidad es real, donde se constata que no en todos los hogares se vive la magia de la Navidad, sino que tiene que ser parte de un milagro.