Fallece don Juan Loera quien vivió por más de 85 años de manera ermitaña alejado de la sociedad en el llamado en el “Camino Real” que parte de Santa Bárbara por la ruta de Oñate, rumbo a la sierra de Belloteros; construyó su vivienda cerca de una cueva.
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Este jueves, se informó sobre el lamentable fallecimiento de don Juan Loera, el ermitaño mayor de 85 años que vivió alejado de la civilización, debido a que dentro de sus anécdotas, señalaba que la vida en el rancho era mejor a la de la ciudad.
La salud de don “Juanito” comenzó a empeorar desde hace unos meses, por lo que familiares del hombre optaron por acudir por él y tenerlo en sus hogares, con la finalidad de que le pudieran brindar con mayor acceso el servicio médico.
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Sin embargo, fue durante este día cuando se notificó sobre su muerte debido a causas naturales, por lo que es recordado por sus amigos y familiares como un hombre con gran experiencia y sabiduría.
Es de recordar que don Juan vivía únicamente acompañado de un gato y un perro, apartado de la sociedad, resguardando el “Camino Real” partiendo de Santa Bárbara por la ruta de Oñate rumbo a la sierra de Belloteros, el acceso a su vivienda que yace sobre los cimientos de una cueva, es conocido por los senderistas y personas que gustan de visitar esta parte en el sur del estado, sin luz ni baño, pero con agua potable, que proviene de un manantial que también alimenta al Río San Rafael.
Durante una entrevista concedida a esta Casa Editora en el año 2021, el hombre en ese tiempo contaba 85 años, señalaba que no le gustaba la civilización, pero aceptaba ser llevado por quienes ya le tomaron aprecio, para recibir atenciones médicas al dispensario.
El trayecto hacía su morada es complicado, debido a que se encuentra a poco más de 12 kilómetros de la cabecera municipal de Santa Bárbara, después de pasar el lugar conocido como “Belloteros” que actualmente no cuenta con un camino habilitado para llegar en vehículo, por lo que se tiene que llegar a pie a partir de este sitio.
La primera impresión de la casa de don Juan Loera es una gran piedra que forma parte de la estructura de su cocina, además de la construcción de adobe que inició sus cimientos desde una de las cuevas de este escenario particular de la Sierra Madre en el sur del estado.
Con piedras que fueron depositadas minuciosamente para cercar de alguna manera los límites de donde se termina el trazo que resguarda apenas tres cuartos, uno que sirve como cocina y los otros dos como recámaras, el acceso es libre.
Al preguntarle a don Juan por qué prefería vivir alejado de la gente, sin energía eléctrica, sin internet y sin los servicios básicos, el expone lo siguiente; “Yo soy de rancho, a mí me criaron para trabajar por la comida, ahora que no puedo ni caminar, voy pasito a pasito a conseguir leña, pero no me gusta la ciudad, me gusta vivir en el rancho”.