“Crecí en las calles, ahí descubrí el mundo de las drogas, en el cual estuve inmerso por más de 20 años hasta que toqué fondo, hoy llevo ocho años sin consumir nada, por lo que puedo decir que al fin soy feliz y estoy recuperando mi vida y todo lo que no les di a mis hijos y mi esposa por ser adicto”, expresó Francisco Cuevas, mejor conocido en Parral como “Kiko”.
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El barrio de la Emiliano Zapata vio crecer a Francisco Cuevas, mejor conocido como “Kiko”, un emblemático personaje de nuestra ciudad que se ha caracterizado por su sencillez y honestidad, además de portar con orgullo la cultura de los “Pachucos”.
En una entrevista para esta Casa Editora, “Kiko” narró su cruda realidad al estar inmerso en el mundo de las drogas, desde que era un niño, hasta la edad adulta.
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La escuela la define como una etapa que no le gustó, debido a que asistía nada más por obligación, cursando únicamente hasta el sexto grado, siendo a partir de los 12 años cuando empezó a consumir inhalantes, “En ese tiempo era lo que se usaba, resistol, tiner y la tinta con los grupos en las esquinas del barrio”.
La infancia de "Kiko" cada vez quedaba más lejos, por lo que dio un paso a la vida de un adulto, debido a que con tan solo 14 años, decidió formar una familia y unirse en matrimonio con Yadira Favela, con quien procreó a tres hijos.
Sin embargo, el destino de Francisco Cuevas, le tendría preparado diversos retos y consecuencias que debería enfrentar, debido a su fuerte problema de adicción, que lo llevó a buscar algo más fuerte, como lo es la “heroína”.
“Fue muy duro ese tiempo, cuando agarré las adicciones me hice de la calle, ese era mi único hogar, me la pasaba en los puentes, en las tapias, pasé por hambres, fríos, golpes, llegué a robar, humillaciones, todo lo que vive un drogadicto, es un milagro que esté vivo, mi familia me decía que me alejara de ese mundo; sin embargo, a mí se me hacía fácil continuar”.
En más de cuatro ocasiones recordó que estuvo a punto de morir, siendo dos de ellas a causa de sobredosis, otra al atravesar la avenida cuando se encontraba intoxicado, sin que se fijara en el vehículo.
“Pensé que ya no iba a volver a caminar, pero la adicción era más fuerte, así como estaba todo vendado, continúe inyectándome, me destruí mis venas a causa de eso”.
Con una mirada firme que enmarca su pasado, recordó que la infancia de sus hijos no la disfrutó debido a que estuvo ausente en los momentos más valiosos a causa de su drogadicción; “A veces salía de mi casa y llegué a cambiar los elotes por sustancia, ya cuando regresaba no llevaba nada a mi esposa, ni dinero”.
Al transcurrir más de 20 años, un día bajo un puente en la ciudad de Chihuahua, “Kiko” tocó fondo, por lo que tomó sus fuerzas para salir de la drogadicción, tocando diferentes puertas para que lo ayudaran a rehabilitarse.
“Yo lloraba, preguntándole a Dios que hasta cuándo, y no pues yo creo que casi se bajaba y me decía hasta que tu decidas, tomé fuerzas y dije ya no quiero más, esto no es vida”.
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Hoy en la actualidad, lleva ocho años sin consumir drogas, por lo que define ese tiempo como un gran aprendizaje que lo hizo más fuerte, quedando únicamente las cicatrices de sus brazos que dan muestra de lo que un día lo destruyó: “El primer año sí estuvo muy difícil, batallé mucho, siempre me ha gustado la droga, lo que ya no me gustó fueron las consecuencias de salud, las humillaciones, golpes, fríos, andar pidiendo para sostener la adicción”.
Expresó con su voz entrecortada; “Ahora soy feliz, Dios me ha dado mucho, antes decía voy a morir en la raya, loco nací loco voy a morir, sin embargo, hoy puedo decir que quiero morir bien, con mi familia, con todos los que me rodean”.
Mencionó que está reforzando y recuperando su relación con sus seres queridos, disfrutando de todo el tiempo que se perdió a causa de las adicciones; “ Yo nunca imaginé que podría llegar a conocer a mis nietos, ellos, son la luz de mis ojos, mi más grande amor, son quienes me dan vida y las fuerzas para continuar, además de que sigo en rehabilitación, acudiendo a terapias con diversos grupos”.
Recomendó a los jóvenes que se encuentran inmersos en la drogadicción que busquen ayuda, que se acerquen a los diferentes centros o grupos de rehabilitación; “Querer es poder, claro que el camino no es fácil, en la actualidad, los jóvenes están enfrentando muchos problemas, tanto emocionales como de adicciones, pero deben tomar en cuenta que también se pueden divertir sin drogas, sin alcohol”.