Guadalupe y Calvo enfrenta un rezago en infraestructura vial, según datos proporcionados por su Unidad de Transparencia. De las 387 calles en la cabecera municipal, más del 63 por ciento están en mal estado, representando un riesgo para automovilistas, ciclistas y peatones. Este problema también afecta localidades como Baborigame, Atascaderos, Yerbitas y Mesa de San Rafael.
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El reporte señala que 245 calles están clasificadas como “en mal estado”, con daños que pueden ocasionar accidentes y deterioro vehicular. Solo 42 calles son consideradas “en buen estado”, favoreciendo el comercio y la economía local, mientras que 120 calles están en estado “regular”, requiriendo mantenimiento.
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El rezago en pavimentación afecta a 311 calles, de las cuales 299 están en la cabecera municipal. Colonias como Cerro Blanco, Tinajas, Cuesta Blanca y Cerro Colorado presentan mayores carencias, al igual que comunidades rurales como Turuachi y Rancho de Enmedio.
La Administración Municipal busca mitigar este problema mediante un plan anual de pavimentación. Durante este periodo, se priorizó la calle Ignacio Loyola y otras como San Lucas, pero solo dos calles están actualmente en proceso de pavimentación. La inversión destinada asciende a 15 millones 854 mil 209 pesos, con 215 mil pesos reservados para rehabilitación.
El ritmo de las obras es insuficiente frente al nivel de deterioro. La única calle rehabilitada requirió la demolición completa del concreto y la colocación de nuevo material. La falta de recursos suficientes sigue siendo un obstáculo, aunque se han gestionado fondos adicionales con el Estado y la Federación, logrando pavimentar tres calles este año con recursos externos.
Los criterios para incluir calles en los planes de pavimentación priorizan zonas de atención inmediata y solicitudes de los habitantes. Sin embargo, se estima que, al término de esta administración, solo el 40 por ciento de las calles estarán en buen estado, dejando a más de la mitad en condiciones precarias.
La estrategia a largo plazo incluye la gestión de mayores recursos estatales y federales y la coordinación con diversos niveles de gobierno para atender zonas de alta necesidad. A pesar de estos esfuerzos, la recuperación total de las calles es un desafío monumental.
La situación no solo afecta la movilidad y seguridad, sino también el desarrollo económico y social de la región. Los habitantes esperan que los planes futuros reviertan décadas de abandono en la infraestructura vial.