En lo que por tradición los parralenses conocen como la “Plaza del Mundo o Coca-Cola”, se sitúan datos históricos como el denominado “Muro del Milenio”, una de las obras contempladas para el proyecto llamado Millenium III, un histórico muro con diversas piezas de mármol donde están inscritos nombres de parralenses que nunca olvidan el lugar que los vio crecer, además a lo lejos se ve un árbol frondoso, llamado “Árbol de la Fraternidad Parralense”, un centenario álamo, testigo del devenir histórico, pues es el único superviviente tras las crecientes del “Río San Gregorio” en 1889, cuya tierra concentrada en una gran poza, es enviada desde donde hay parralenses dispersos por el mundo, hoy luce en completo abandono ya que ha sido objeto de actos vandálicos, debido a que algunas placas fueron sustraídas del lugar.
La Puerta del Tiempo, la Escalada del Adoquín, el Muro del Milenio y la Plaza del Quijote, fueron obras contempladas para el proyecto llamado Millenium III, llevadas a cabo en el año 2000, en la administración municipal del presidente Miguel Jurado Contreras.
A un costado de la vialidad del río, se encuentra una plaza, que por tradición los parralenses la han denominado “Plaza del Mundo, o Coca-Cola”, si bien es cierto, el predio, es propiedad del Municipio, la empresa multinacional de bebidas no alcohólicas, contribuyó en aquel entonces a la realización del proyecto, es por ello que se encuentra una figura grande de un refresco, producto de esta empresa.
Sin embargo, en el lugar se concentran detalles históricos de Parral, que muchas veces pasan desapercibidos, pues qué decir del Muro del Milenio, el cual está hecho a base de concreto, ladrillo, algunas rocas como el mármol en donde están grabadas con nombre y lugar donde radican algunos parralenses que nunca olvidan esta tierra chica que los vio nacer.
El Paso, Texas; Chihuahua capital; Ciudad Juárez; Las Cruces; Nuevo México; Sonora; Monterrey; Dallas, Texas, son algunos lugares en donde radican los parralenses, que sin antes retirarse dejaron su nombre grabado en una roca, al centro del muro luce una placa deteriorada cuya inscripción es “Ser hombre de fe y de principios”.
A simple vista un mundo permanece vigilante y como no si desde antaño a Parral se le denomino “La Capital del Mundo”, rodeándolo se encuentra una estrella, y en cada uno de sus ejes así como de un muro en color rojo están plasmadas las manos de algunos parralenses entre niños y adultos.
Pareciera que a la vista no habría otra cosa que resaltar de este emblemático destino, pues debido al deterioro y al olvido en el que se encuentra, solo un pequeño cuarto que funciona como bodega de libros es el que da vida a este lugar.
Pero antes de retirarse sin encontrar nada más, es preciso detenerse y admirar algo que la propia naturaleza se ha dedicado a conservar, pues se trata del “Árbol de la Fraternidad Parralense”, este centenario álamo, testigo del devenir histórico parralense, es el único superviviente en ese margen, tras las crecientes del “Río San Gregorio” en 1889, durante la administración de don Agustín Sanguines.
La tierra que dentro de una gran poza sustenta el álamo, es enviada desde donde se encuentran los parralenses dispersos por todo el mundo, es por ello que más de uno atribuye su vitalidad al cariño y amor de los paisanos.
Hoy en día este lugar luce solitario y en el completo olvido, en las jardineras se observa la basura acumulada, y las pintas que algunos malintencionados han realizado, este espacio emblemático como una de tantas se encuentra a la espera de ser incluida en el interés público, para que la vida le regrese, lo que el olvido le arrebató.