A lo largo de 24 años el Museo de Arte Sacro ha resguardado objetos cuyo valor yace de la representación que tiene para la comunidad católica de Parral, ya que entre los principales objetos se encuentra un cáliz que perteneció a San Juan Pablo II pero que obsequió al primer obispo de la Diócesis de Parral, José Andrés Corral, asimismo una espineta de Alemania del siglo XIX adquirido para el Santuario de Guadalupe por Pedro Alvarado en el año de 1902.
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Desde el año 2000 la Diócesis de Parral tiene un funcionamiento un museo con obras de arte sacro, en donde resalta un crucifijo de caoba repintado con un Cristo de marfil, varios óleos del siglo XVII y XVIII, vasos sagrados, ornamentos sacerdotales, varias esculturas de madera, un armario de principios del siglo XX, una imagen de Nuestra Señora de Aránzazu, un cuadro monumental de los doctores Cosme y Damián y varios objetos rituales del culto católico.
En el museo se encuentra un cáliz que perteneció al papa San Juan Pablo II pero que obsequió el día 27 de noviembre de 1994 al primer obispo de la Diócesis de Parral, don José Andrés Corral Arredondo.
Las pinturas que ahí se exhiben no solamente valen por su antigüedad sino por lo que representan, una de las más importantes es una del Obispo Santo Tomas de Villanueva que fue traída por Juan Rangel de Biezma, fundador de esta ciudad.
En aquel entonces Juan Rangel de Biezma para la conservación de la pintura la colocó en un recinto privado en donde actualmente se encuentra el Asilo de San Vicente que muy probablemente data de los años 1600.
Asimismo, se exhiben óleos sobre tela, así como estandartes que algunos son bordados y otros pintados a mano pero que muestran la religiosidad que en aquel momento se mantenía y que llegó por los españoles.
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Uno de los objetos que se resguardan es un báculo que perteneció a don Francisco Espino Porras quien pasó la mayoría de su tiempo en la ciudad de Chihuahua; sin embargo, al morir su deseo fue que sus restos fueran depositados en Parral.
Junto al báculo hace juego el anillo episcopal, así como con un pectoral, mismos que pertenecieron a don Francisco Espino Porras cuyos restos reposan en esta ciudad y por ello dichos objetos sagrados son resguardados en este lugar.
En el recinto también se encuentra un peculiar crucifijo de marfil novohispano del siglo XVIII, así como casullas y una espineta de Alemania perteneciente al siglo XIX adquirido para el Santuario Guadalupe por Pedro Alvarado en el año de 1902.