“Es difícil la situación que enfrentan las personas indígenas en la zona serrana, nosotros tan solo en el mes de julio recibimos a 32 familias desplazadas de Guachochi, la mayoría de ellas salen de noche porque tienen miedo, las madres llegan con sus niños en brazos solamente con lo que traen puesto; sin embargo, son canalizadas a la Secretaría de Comunidades y Pueblos Indígenas para brindarles protección”, fueron las palabras del coordinador de los asentamientos indígenas en Parral.
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Por lo anterior Ramón Rocha Chaparro, coordinador de los asentamientos indígenas de Los Carrizos y El Venadito comentó que anteriormente las personas provenientes de la zona serrana eran atendidas en Parral.
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No obstante, debido a los trabajos coordinados entre el Gobierno del Estado a la población indígena que arriba a la ciudad, se les brinda alimento, así como un espacio en donde puedan pasar la noche para ser canalizados a la ciudad de Chihuahua.
Argumentó que durante el mes de julio recibieron a 32 familias desplazadas del municipio de Guachochi en donde derivado de los actos de violencia las personas tuvieron que dejar todo lo que tenían y trasladarse a otro lugar en donde pudieran estar seguros.
“Muchas veces llegan las personas con una enfermedad, cansadas o con hambre por lo que se les atiende, además se les brinda un lugar en donde puedan descansar para el siguiente día enviarlos a Chihuahua”, dijo.
El entrevistado detalló que son diversas las dificultades que tienen que enfrentar las personas desplazadas, ya que por lo regular salen de sus casas por la noche debido al constante miedo en el que viven.
“Es muy difícil esta situación, las madres salen con sus hijos en brazos y tienen que caminar horas para poder trasladarse a Parral; sin embargo, se está trabajando para brindarles los recursos necesarios y que comiencen una nueva vida”, refirió.
Es de resaltar que, en meses pasados en medio de la Sierra Tarahumara, el pueblo de Santa Anita enfrentó una crisis que amenazó con dejar sus calles vacías y su espíritu sumido en la desolación.
La violencia desatada por el crimen organizado ha provocado un desplazamiento forzado que pone en peligro la supervivencia misma de esta comunidad. Conforme los días pasan, Santa Anita se enfrenta al triste destino de convertirse en un pueblo fantasma.