Con danza tradicional, cantos alusivos a la Virgen del Tepeyac y fervor, cientos de feligreses salieron rumbo al Santuario de Guadalupe para agradecer a “La Morenita” sus intercesiones ante Dios durante todo el año, previo al 12 de diciembre. Ni el frío, ni el clima, detuvo a los colonos de la PRI para reunirse en la parroquia Sagrada Familia, cerrar filas y comenzar su aventura adentrándose por la avenida Niños Héroes, hasta la Catedral del centro histórico. Así como también, grupos de taxistas, grúas, florerías, zapaterías y personal de las diferentes agencias de transporte salieron desde la Plaza de la Identidad con rumbo al mismo destino.
Recibe las noticias más importantes directo a tu WhatsApp
Los tambores se alistaron al exterior de la parroquia de la Sagrada Familia en la colonia PRI, justamente en la plaza que se encuentra en el centro de la misma y que fue punto de reunión para que más de ciento cincuenta feligreses se alistaran para salir a peregrinar rumbo a la Catedral de la Virgen.
Se dieron las 16:00 horas del lunes y el tradicional canto comenzó su introductorio, con el inolvidable inicio de: “Desde el cielo una hermosa mañana…”, y así, las filas comenzaron a caminar mientras rezaban el primer misterio del Rosario y salían por la calle Ramón Coro de la referida colonia y se integraban a la carretera Niños Héroes.
El contingente fue encabezado, primero por un tránsito municipal que abría camino entre el tráfico carretero, posteriormente, un grupo de personas que llevaban consigo el estandarte de la Virgen de Guadalupe y justo detrás de ellos, una decena de bailarines que al son de los tambores, danzaban en honor a la Morenita.
Así, entre cantos, danza y rezos del Rosario, los feligreses avanzaban por toda la avenida principal hasta aproximarse al centro histórico, en donde, a pesar de la larga distancia, había ánimo, fuerza y ganas de cumplir entre enmiendas, juramentos, y hasta como una forma de agradecimiento.
El párroco de “La Sagrada Familia”, Anselmo Burciaga, fue el que llevaba el contingente con gran coordinación y júbilo, entre adolescentes hasta señores de la tercera edad, que, a pesar de las condiciones climáticas, decidieron salir a caminar.
Dentro del grupo danzante se encuentra, con toda la energía y con el ímpetu guadalupano, Laura García, una joven originaria de este sector de la ciudad quien, durante 13 años continuos ha estado presente en todas las peregrinaciones que se realizan desde la colonia PRI hasta el centro de la ciudad en agradecimiento.
“Es un sentimiento de agradecimiento, de identidad (…) la Virgen de Guadalupe es quien nos representa como mexicanos”, manifiesta la entrevistada, quien, además, detalla que la danza es una manera diversa de manifestar su agradecimiento y alabanza al Rey de reyes.
“Desde entonces para el mexicano, ser guadalupano es algo esencial”, vociferan los altavoces del vehículo de sonido de la peregrinación y que, en coro, todos y todas las asistentes repiten con fervor, sintiendo la dicha de ser católicos.
La peregrinación avanza, “dimos vuelta en Las Quintas, ya casi llegamos después de dos horas”, expresó Laura, quien, en su andar religioso enérgico, no lleva cansancio, sino ganas de continuar danzando en agradecimiento a la virgencita.
Finalmente, llegan a la etapa final: la Plaza Guillermo Baca, en donde ya un grupo de feligreses los esperaban al exterior de la Catedral y observan cómo personas de todas las edades arriban al lugar en medio de un ambiente de alegría, júbilo y felicidad.
Los matachines danzan un poco más al exterior de la Catedral y posteriormente ingresan al recinto laico para continuar su danza ahora bajo el altar al Santísimo Jesucristo y la Virgen de Guadalupe, terminando así, su misión.
Su llegada a la Catedral fue a las 6:30 de la tarde, es decir, una peregrinación de dos horas con 30 minutos, y minutos más tarde, a las 6:40 la Guillermo Baca fue testigo inerte de una nueva peregrinación que se aproximaba desde el otro acceso que provenía desde la Plaza de la Identidad.
En un pequeño contingente y encabezados con el estandarte de la Virgen de Guadalupe, un grupo de comerciantes y trabajadores caminaban y peregrinaban para llegar al Santuario y entregar su humilde aportación. Personal de la Central Camionera, empresas de grúas, florerías y más, formando apenas, un grupo de más de 50 personas.
Todos y todas quedaron en un silencio sepulcral cuando los presbiterios que oficiarían la misa llegaron al altar y tomaron posesión de su lugar para dar inicio a la eucaristía del día y que unidos en una sola hermandad, agradecieron a la Virgen su importante intercesión ante Cristo Redentor.