El Árbol de la Fraternidad Parralense permanece como fiel testigo de las batallas contra la creciente del cauce del Río San Gregorio actualmente conocido como río Parral, se preserva como el álamo más antiguo de Hidalgo del Parral en un espacio que constantemente es concurrido por familias y parejas que disfrutan de su sombra.
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Ubicado en el espacio conocido como la Plaza Coca-Cola o la plazuela del Mundo, se erige un Álamo al cual se le atribuye el nombre del Árbol de la Fraternidad Parralense.
Lugar de descanso para diferentes parvadas de aves viajeras, transmutando sus colores y sus hojas en cada estación, actualmente es visto por la mayoría de personas que viajan en su automóvil por la Vialidad Carlos Montemayor o que caminan por el lugar que resguarda también nombres y memorias de destacados parralenses.
El Árbol de la Fraternidad Parralense, hoy día es preservado por Servicios Públicos Municipales, así lo informó Carlos Armendáriz, quien desde hace varios años tiene su puesto de libros y revistas en la plaza en mención.
La poza donde él frondoso Álamo se erige, se preserva con tierra que diferentes parralenses esparcidos por todo el mundo, han enviado como recordatorio de que ellos mismos llevan a su ciudad natal en el corazón.
El lugar donde se encuentra el viejo árbol, es también un lugar concurrido por estudiantes, parejas y familias que aprovechan su sombra para descansar o platicar un rato en un área verde cercana a otros importantes espacios como el puente colgante, el parque lineal y la plaza del Quijote.
Dicho espacio es conocido comúnmente por la plaza Coca-Cola o la Plazuela del Mundito por la estructura metálica que representa al redondo planeta tierra en una fuente que por las noches, es iluminado para representar un paisaje cósmico.
Sin embargo se trata del Muro del Milenio, un lugar eregido para que parralenses destacados plasmaran el nombre o el de sus familias para que se preservara a través de los tiempos.
“Este centenario álamo, testigo de nuestro devenir histórico, es el único superviviente en esta margen, tras las crecientes desde la forestación del río San Gregorio en 1889, durante la administración de Don Agustín Sanginés. La tierra que, dentro de esta gran poza lo sustenta, es enviada desde donde hay parralenses dispersos por el mundo”. Describe la placa de metal bajo los pies del frondoso árbol.