Nada como un buen refrán para entender con gracia las situaciones de la vida, las cotidianas y las extraordinarias, y sobre todo aprender de la sabiduría milenaria mexicana. Como ya es costumbre cada domingo te mostramos dos muy populares.
A la dama más honesta, también le gusta la fiesta.
Esta semana se inauguraron esas fiestas que son una tradición tan parralense, las Jornadas Villistas. Después de un año de haberlas suspendido, a causa de la pandemia asociada al Covid-19, nos encontramos ante una difícil encrucijada. Por un lado, y a pesar del inicio tan esperado de la puesta de vacunas a la población, el riesgo de otra ola de contagios sigue latente. Tristemente, todos perdimos seres queridos y recordamos que la vida es pasajera y momentánea.
Quizá por ese entendimiento que tenemos los mexicanos de que la vida es sólo un instante, somos tan fiesteros. No hay quien se resista a una buena plática con amigos, un buen baile, un desahogo comunal -ni siquiera las damas más honestas. Tenemos entonces la posibilidad de disfrutar, con las medidas de sana distancia, los eventos organizados oficial y extraoficialmente. Quizá sirvan como un pequeño descanso del año tan difícil que todos acabamos de pasar.
Fiesta sin borracho, téngala a milagro.
Y hablando de fiesta, no falta la gente que siempre hace sus tradicionales aracles. Este refrán nos recuerda que aunque las fiestas sean espacios de desahogo, la vida se vive mejor con moderación. Y no es que el alcohol esté mal, que también es un disfrute sabiéndolo llevar. Sino que muchas veces, cuando no nos contenemos, terminamos haciendo pasar un mal rato a nuestros acompañantes. Así que ya sabe, a disfrutar de las Jornadas con conciencia, cuidado y sana distancia.
Recuerda que los refranes son un excelente material para poner en marcha la memoria, teniendo en cuenta que son dichos que todo el mundo ha utilizado o escuchado a lo largo de su vida, se pueden asociar a algún recuerdo agradable o a alguna experiencia vivida, por lo que son un fantástico recurso para trabajar con mayores. Sin olvidar el componente lúdico de ellos, ya que, por su significado o por cómo están formulados, muchos resultan divertidos.