El viejo oficio del zapatero, otro de los que tiende a desaparecer como consecuencia del mercantilismo que incita al consumismo, aún hay trabajo, pero solo para sobrevivir, las mediasuelas y las tapitas ya casi están en peligro de extinción. ¿Una suela corrida? ya pocos saben que es el olor a baqueta y resistol, tinta y grasa, pese a ello, sigue ambientando el refugio de Antonio Cárdenas, zapatero de la Melchor Ocampo.
Ha reparado cientos de zapatos Antonio Cárdenas Hinojoza, tras dedicarse al oficio de arreglar calzado, durante 57 años, que le ha traído mucha satisfacción, al ver a los clientes complacidos con su trabajo.
La reparación con el zapatero del barrio, ha sido un trabajo apreciados y reconocidos por sus clientes, que puede ser desde poner tapitas, hasta la fabricación total del calzado, implementando las diferentes herramientas, así como pegamento, clavos, hilo y materiales como cuero y otros materiales como hule para las suelas.
Este es el oficio que desarrolla Antonio Cárdenas Hinojoza, desde hace 57 años, donde han sido cientos de zapatos que ha reparado, para beneplácito de su clientela en la calle Melchor Ocampo, donde apoyado con herramientas como cuchillas de acero para cortar el cuero, martillo remendón y martillo fino, manopla, tirapié, escarificador para realizar agujeros, horma de madera, estacas, tenazas y escofina le da vida al calzado.
El señor Cárdenas aprendió el oficio la edad de 17 años en 1963, siendo su maestro Felipe “Pacheco” García, que tenía su taller en la Calle Escuadra del centro de la ciudad, donde poco a poco se fue forjando durante siete años, para independizarse 1970 y poner su negocio Tony Zapatería.
Dentro de los arreglos que comúnmente le pide la clientela son la colocación de suela corrida, media suela, doble vida, las tapitas de tacón, colocación de tacones de zapato de vestir de caballero, así como pegar, poner parches, cocer y pintar el calzado, así mismo de vez en cuando también desempeñan otras funciones relacionadas con el cuero o piel, como la reparación de cinturones y la inserción de orificios o el cosido de otros objetos como bolsos.
En sus inicios Antonio Cárdenas, aprendió a fabricar los botines de resorte o llamados de charro, a forrar zapatos de tela que se utilizaban mucho en fiestas de quince años y bodas
Por otra parte, mencionó las técnicas se han modificaron ante la aparición de los nuevos métodos de producción, del calzado de plástico, los tacones de goma prefabricados o el calzado menos duradero y concebido para usar y tirar.
Además aseveró que este oficio le ha traído muchas satisfacciones ya de ahí saco para su boda, para la construcción de su hogar y sacar adelante a sus hijos, gracias a Dios.
Dentro de las reparaciones que realiza la de la suela corrida es a más costosa con 380 pesos y la más baja es la de poner tapitas que va de los 40 a 50 pesos.
Para finalizar, Antonio Cárdena Hinojoza, comentó que antes de aprender el oficio de zapatero, quiso trabajar en la mina o irse a Estados Unidos, lo cual no pudo realizar, porque no tenía cartilla militar.