Los narcocorridos son la manifestación más tangible de la moda alterada o narcocultura, y aunque algunas letras se basan en historias ficticias, la mayor parte hace alusión a personajes reales considerados héroes de la ilegalidad, a tal grado que esta música ha marcado un modelo aspiracional de vida para las nuevas generaciones.
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En Chihuahua, los primeros corridos hablaban sobre héroes revolucionarios como Pancho Villa, pero con el paso del tiempo se convirtieron en relatos de hazañas de capos, hasta llegar a lo que hoy en día se conoce como “narcocorridos enfermos”, en los que el ingrediente principal es el sadismo y métodos de tortura utilizados por los llamados “pesados”, dijo en entrevista el criminólogo José Pilar Corral Lozano, presidente del Corporativo de Seguridad A.C.
De hecho, el primer narcocorrido como tal fue dedicado a un chihuahuense, y se grabó en el año 1931, en El Paso, Texas.
Dicha composición relata la vida de Pablo González, un narcotraficante originario de Ciudad Juárez, a quien llamaban “El rey de la morfina”.
“A partir de ese narcocorrido, compositores, intérpretes y seguidores de esta música lo consideraron como un derecho a la libre expresión, aunque en los últimos años, grupos defensores de valores morales lo han denominado como violencia musical”, afirmó el criminólogo.
Lo cierto es que los narcocorridos se han convertido en uno de los géneros favoritos, principalmente en estados del norte del país como Chihuahua, Sinaloa, Coahuila y Durango.
Grupos como Los Tigres del Norte, Los Tucanes de Tijuana, Colmillo Norteño, hasta solistas como el Komander o el Coyote, han obtenido grandes ganancias por la interpretación de temas que relatan “hazañas” y “caídas” de capos de la droga, o bien, mensajes a cárteles rivales, y la mayor parte de su difusión es a través de redes sociales.
“El narcocorrido es un subgénero musical de carácter popular y tiene sus raíces en el romance español y se puede catalogar como una variación del corrido mexicano que ha sufrido una serie de variaciones”, explica el criminólogo.
En el año 2015, el Ayuntamiento de Chihuahua aprobó un bando para sancionar con arresto de hasta 36 horas y multas de hasta un millón de pesos a quien que interpretara narcocorridos en un evento, por lo que posteriormente hubo multas a cantantes que no respetaron la ley, tal como ocurrió con Los Tigres del Norte en el año 2017.
La música que enaltece a los líderes criminales de la droga fue prohibida no sólo por las autoridades de Chihuahua, sino también las de Sonora, Coahuila y Sinaloa, estados en los que hasta la fecha ocurren más muertes relacionadas con el narcotráfico y donde éste ha reclutado a gran parte de la población joven.
Pese a lo anterior, los narcocorridos siguen vigentes, dado que no existen argumentos legales o válidos que puedan prohibir la producción de este género, por lo que canciones como “Baraja ensangrentada”, “El Gato de Chihuahua”, “El León de la Sierra”, o “Sanguinarios del M1”, pueden escucharse a lo largo y ancho del estado, y del país.
*Orígenes revolucionarios
Los corridos tienen sus orígenes en composiciones alusivas a la Revolución Mexicana, entre 1910 y 1920, cuando la música popular cobró más relevancia entre la población.
En ese entonces, los corridos relataban historias fantásticas de pistoleros y caballos, alabando el heroísmo de generales; en Chihuahua, se compuso un gran número de corridos dedicados al Centauro del Norte, Pancho Villa, aunque no fue el único revolucionario al que se le compusieron letras.
En la página de la Fonoteca Nacional del gobierno federal se muestran los primeros corridos que hasta la fecha son conocidos.
Entre ellos se encuentra “La Adelita”, nombre con el que se conoció a la famosa Adela Velarde Pérez, quien se desempeñaba como asistente de urgencias en el pelotón de la División del Norte.
Adela Velarde Pérez nació en Ciudad Juárez, Chihuahua, justamente el 8 de septiembre del año 1900, y en varias publicaciones se dice que heredó el carácter fuerte e indomable de su abuelo, el general Rafael Velarde, decidido partidario, pero además amigo personal de Benito Juárez, a quien protegió de casa en casa durante su presidencia itinerante.
Adelita estuvo en el frente de batalla del 7 de febrero de 1913 al 15 de agosto de 1914 atendiendo a los lesionados del Ejército Constitucionalista. Fue así como conoció un día al sargento Antonio Gil del Río Armenta, militar de las fuerzas de Pancho Villa.
Con el paso de los años, se llamó "Adelitas" a las mujeres fuertes y valientes que desempeñaron algún papel importante durante la Revolución Mexicana.
Otro de los temas que hasta la fechan son representativos del heroísmo revolucionario es la “Carabina 30 30”.
La “Carabina 30-30” es un corrido popular que refiere al rifle 30-30 de la casa Winchester modelo 1894 muy popular en la cacería deportiva y una de las armas más utilizadas durante la Revolución Mexicana.
*Idolatría a la ilegalidad
Después de la Revolución Mexicana, comenzó la época en la que se desarrolló el narcocorrido como tal, incluso, el primero fue dedicado a un narcotraficante chihuahuense llamado Pablo González.
Este tema se grabó en el año 1931, en El Paso, Texas, y relata la vida de un narcotraficante llamado Pablo González, conocido como el Pablote o el Rey de la Morfina en Ciudad Juárez.
En los años veinte, el Pablote González era un narcotraficante de alto nivel, y de acuerdo a varias publicaciones, formaba parte de la organización de Enrique Fernández, a quien la prensa de la Ciudad de México apodara el Al Capone de Ciudad Juárez. Este era el verdadero “Padrino” de las mafias de la frontera en la región de Ciudad Juárez y El Paso.
Después, los corridos “Por morfina y cocaína”, de Manuel Cuéllar Valdez, y “El contrabandista”, de Juan Gaytán, ambos grabados en 1934, están escritos desde el punto de vista de un narcotraficante que cayó preso y llevan la moraleja de que traficar drogas no deja nada bueno.
Al paso de las décadas, los corridos cobraron popularidad dentro de la sociedad, sin embargo el heroísmo de valientes revolucionarios se convirtió en una idolatría a los antihéroes del narcotráfico, vistos como modelo a seguir por jóvenes, principalmente de la clase baja y media.
Uno de los grandes éxitos de la época de los años setenta fue “Contrabando y traición”, escrita por Ángel Gónzalez en 1972, canción que ha pasado a la historia en voz de Los Tigres del Norte, quienes la popularizaron como “Camelia la Tejana” en 1973.
De hecho, se puede señalar que la agrupación Los Tigres del Norte fue la primera en imponer moda con este tipo de canciones, pues a partir de ahí siguieron grabando este tipo de letras.
*Corridos enfermos; torturas, armas, secuestros y droga
En la actualidad, el narcocorrido ha alcanzado nuevos niveles de popularidad y ha adoptado letras más explícitas y violentas con la llamada “música enferma”, y se dice que la guerra contra el narcotráfico y las nuevas tecnologías han sido en parte responsables por estos cambios.
En la página denominada “Movimiento enfermo” se señala que los hermanos Valenzuela, fundadores del sello discográfico Twiins Culiacán, han popularizado el estilo “alterado” de nuevos narcocorridos.
Para esto, se han valido de nuevas tecnologías y de la comercialización de narcocorridos entre las poblaciones hispanas que viven en Estados Unidos, donde se ha apoyado a grupos como “Buknas de Culiacán”, “Buitres de Culiacán” y Alfredo Ríos el Komander, quien se ha llamado a sí mismo un “artista de redes sociales”.
Este tipo de música ha alcanzado una gran popularidad entre la población adolescente y joven, gracias a internet y a la venta de discos en tiendas estadounidenses, como respuesta directa a los intentos de su prohibición en México en medios de difusión tradicionales como la radio y la televisión.
Como referente de este tipo de narcocorridos, destaca “Los Sanguinarios del M1”, canción que sirve como una especie de manifiesto para la evolución del subgénero.
En ella participan diversos artistas pertenecientes al Movimiento Alterado, que hablan de torturas, armas, secuestros, drogas, venganza, lealtad, entre otras cosas propias del oficio de un “sicario”, así como referencias de narcotraficantes famosos como Joaquín “Chapo Guzmán” e Ismael “Mayo” Zambada.
Este tipo de corridos promueve un estilo de vida de consumo y excesos, citando marcas de bebidas alcohólicas, destinos turísticos, tipos de armas y automóviles lujosos.
*Conflictos legales
Los narcocorridos, principalmente los relacionados con el Movimiento Alterado, han sido criticados por un amplio sector de la población, pues se consideran una apología de la violencia, por lo que se catalogan como dentro de un discurso que promueve valores contrarios a los perseguidos por el Estado y demás grupos pro valores morales.
En Chihuahua, en marzo de 2015 el Ayuntamiento aprobó un bando para sancionar con arresto de hasta 36 horas y multas de un millón de pesos a todo aquel que interpretara narcocorridos en un evento.
En mayo de 2017, el entonces director de Gobernación Municipal de Chihuahua, Isaac Díaz, informó que multó con 500 mil pesos a los organizadores del concierto de Los Tigres del Norte y a los encargados del palenque en la Feria de Santa Rita, recinto que fue clausurado hasta no pagar la sanción económica.
*Del escenario a la tumba
Sin embargo, no todos aquellos cantantes cuya bandera son los narcocorridos han salido bien librados, pues su muerte se ha relacionado con su actividad musical con el narcotráfico y su decisión de cantar narcocorridos.
Por citar un ejemplo, se especuló que el asesinato del cantante Valentín Elizalde (al finalizar una presentación en la Feria de Reynosa en 2006) y el de Zayda Peña (cantante de Zayda y los Culpables, quien fuera ultimada en el centro hospitalario donde era atendida, tras un ataque armado en un motel de Matamoros, Tamaulipas, en diciembre de 2007), se debieron a su decisión de cantar narcocorridos.
A la lista se suman la muerte de Sergio Vega el Shaka, Fabián Ortega Piñón, el Halcón de la Sierra; Diego Rivas, José Baldenegro Valdez, baterista del grupo Enigma Norteño; Jesús Quintero, el Travieso Quintero; Carlos Vicente Ocaranza, el Loco Elizalde; Julio César Reyes Ocaña, Julio Alberto Barraza Flores, Jorge Luis Rivera Mendoza, Marco Antonio Pérez, de La Quinta Banda; Sergio Gómez, de K Paz de la Sierra; Alfonso Lizárraga, de Estrellas de Sinaloa, y Javier Morales Gómez.
“Somos lo que escuchamos”: docente de la UACh
“La música y el contenido de la letra es lo que se va a reproducir en las actitudes de quien lo escucha, de manera consciente o inconsciente, en pocas palabras y a final de cuentas somos lo que escuchamos”, dijo el docente de la Facultad de Artes de la UACh Mtro. Gabriel Peña.
Señaló que la música determina la conducta de una persona, por eso es que el contenido violento de los llamados narcocorridos se replica en la forma en que se comportan niños o jóvenes, que son los que principalmente los escuchan.
Agregó que la música es el arte que más puede despertar la sensibilidad de cualquier tema, “impacta más algo que escuchas a otro tipo de disciplina, es la que tiene mayor influencia en la sociedad, por lo que si el contenido es positivo o negativo se reproduce fácilmente por el ser humano”, afirmó.
“La música siempre tiene un propósito, bueno o malo, y no importa en sí el género, sino que tenga una forma de respeto, la música se divide en buena o mala sea el género que sea, una orquesta puede estar tocando música clásica y no por eso debe ser de altura o de cultura y en los contenidos pasa así, de la forma que sea están cumpliendo una misión y es llegar a las masas, a la sociedad en general, y lo más dañino de todo es que llegan a los jóvenes y a los niños”.
Agregó que el gran problema de siempre es la educación, “si pones a un niño a oír esta música violenta, con todas las actitudes te lo va a demostrar, desde la forma que están transmitiendo, desde el ataque hacia los buenos costumbres y valores, el niño ve que es fácil poder ganar dinero, ya no es necesario estudiar, pero en sí la culpa es de quien accede o hace que llegue a otras personas”.
