Sin duda uno de los símbolos más apabullantes del colonialismo, pero también uno de los símbolos más emblemáticos de la ciudad de Chihuahua, embellece su centro histórico y sigue siendo relevante esta maravilla del barroco.

La primera piedra de la catedral se colocó en 1725, de manos del obispo Benito Crespo y Monroy, quien al ver que la construcción de la catedral avanzaba lentamente, decidió pedir la ayuda de las autoridades de comercio y minería para que todos los comerciantes aportaran una contribución y se agilizara la construcción de la iglesia. El diseño de la iglesia fue una idea original del alarife (nombre que se le daba antiguamente al arquitecto o maestro de obras) José de la Cruz, pero al fallecer él, las obras fueron tomadas por otros artistas quienes le dieron un toque peculiar hasta el final de su construcción en 1826, 54 años después.