La Iglesia Católica celebró este domingo 24 de septiembre, la 109 Jornada Mundial del Migrante y Refugiado, por lo que se aboga a reflexionar sobre el tema de movilidad humana entre los hombre y mujeres de buena voluntad, comentó el padre Juan Calos López Morales, vocero de la diócesis de Ciudad Juárez.
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“En nuestros días es una característica no solamente en el continente americano, lo vemos en nuestro país como del sur se busca subir hacia el norte del continente en búsqueda de un mejor estilo de vida, una mejor situación de vida mejor dicho”, comentó el sacerdote.
“Obviamente se vienen dificultades no lo podemos negar, el transito migratorio genera dificultades porque son personas en movimiento, son personas que necesitan espacios, alimentos, techo, sustento, comida y somos invitados en la caridad de la Iglesia a ayudar de manera generosa”, resaltó López Morales.
Dentro de su participación, espera que la confianza que se les ha dado a las autoridades -que tienen a cargo el tema migratorio- protejan a los migrantes durante los operativos que están realizando a lo largo del bordo de la Río Bravo.
“El viernes una reunión que tuvo el gobierno federal con el estatal y municipal, se llegaron a ciertos acuerdos, uno de ellos es la detención de los migrantes dice el encargado general que será un operativo humanitario humanos con la intención de cuidar y proteger la vida y seguridad de las personas migrantes”, enfatizó López Morales.
Este domingo el Obispo de la Diócesis envió un comunicado con relación a la celebración de la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado, que dice lo siguiente:
MENSAJE CON OCASIÓN DE LA CIX JORNADA MUNDIAL DEL MIGRANTE Y REFUGIADO
A TODA LA DIÓCESIS DE CIUDAD JUÁREZ
Desde el primer llamado que nuestro Señor Jesucristo dejó a sus Apóstoles, de amar al prójimo como a uno mismo, la Iglesia como Madre y Maestra ha trabajado por el bienestar de la viuda, del huérfano y del forastero.
Fiel a los designios de su Señor y Salvador, la Iglesia celebra este domingo 24 de septiembre de 2023, la 109 JORNADA MUNDIAL DEL MIGRANTE Y REFUGIADO haciendo un llamado a recordar nuestro papel de servir a los demás, especialmente luchando por los derechos de las personas en movilidad.
«Libres de elegir, si migrar o quedarse», son las palabras que el Santo Padre FRANCISCO, nos invita a reflexionar y sobre todo a trabajar, para que todos podamos gozar de la libertad que Dios nos da como hijos suyos, de poder permanecer en nuestra tierra o de buscar nuevas oportunidades fuera de nuestro lugar de origen sin que seamos obligados por ello.
Son ya 109 años, en los que la Iglesia ha meditado y enviando su mensaje a través de la Santa Sede para encomendar con nuestra oración y acción, a todas las personas migrantes. Ya desde 1914 con la circular Il dolore e le preoccupazioni del Papa BENEDICTO XV, la Iglesia nos llama a dedicar un día al año para rezar, reflexionar y trabajar por todos nuestros hermanos refugiados.
Esto no significa que el Pueblo de Dios comenzó sus labores hacia el más necesitado hace un siglo atrás, sino que lo ha hecho desde siempre, y lo atestiguamos con la creación de los siete primeros diáconos en la historia de la Iglesia, que tenían la encomienda, como dicen los Hechos de los Apóstoles (cfr. Hch 6, 1-7), de asistir a los enfermos, a las viudas y a los más pobres. Sin embargo, con la trágica llegada de la Primera y Segunda Guerra Mundial, la migración forzada comenzó globalizarse, y es por ello que, la preocupación de la Santa Sede se extendió a todos los confines de la tierra ante los dramas de las personas desplazadas, exiliadas y de aquellas que eran perseguidas.
“Entre las causas más visibles de las migraciones forzadas contemporáneas se encuentran las persecuciones, las guerras, los fenómenos atmosféricos y la miseria”, recalca Su Santidad en el mensaje de esta Jornada Mundial. Por ello, somos invitados a cuestionarnos: “qué podemos hacer, pero también qué debemos dejar de hacer”.
En nuestra Diócesis, al ocupar un territorio fundamental como frontera entre México y Estados Unidos, el trabajo para la población en movilidad nunca se ha hecho esperar. Es bien sabido que nuestra ciudad ha nacido gracias a la inmigración de millones de personas tanto mexicanas como de otras partes del mundo.
Fue tanta la preocupación de monseñor TALAMÁS CAMANDARI, primer Obispo de Ciudad Juárez que a finales de la década de los 80’s y comienzo de los 90’s se construyó la Casa del Migrante en Juárez con el apoyo de los Misioneros Scalabrinianos.
A partir de allí, se ha buscado dar una atención más específica, donde juntos como Iglesia diocesana podamos colaborar para acoger, proteger, promover e integrar de una mejor forma a todas las personas migrantes. Como cristianos debemos recordar que Jesús mismo se hizo migrante entre nosotros y que tuvo que huir junto a María y José ante la persecución de Herodes (cfr. Mt 2, 13-18).
Él mismo se quiso quedar en el hambriento, en el sediento, en el forastero, en el enfermo y el encarcelado, y nos enseñó que todo lo que hiciéremos a alguno de estos pequeños, a Él mismo se lo hacíamos (cfr. Mt 25, 35-46). Así pues, nos corresponde abrir nuestro corazón para recibir a los migrantes y refugiados que pasan por nuestra ciudad, dejando de lado todo tipo de discriminación y juicio temerario, que nos lleva al rechazo y a la cultura del descarte.
Pidamos a Santa María de Guadalupe, que, así como ella unió en su imagen a dos culturas diferentes, nosotros podamos ser puentes de solidaridad, de paz y amor, para que todos como hijos de Dios, tengamos la libertad de decidir si quedarnos en nuestra patria o de desplazarnos con nuestra familia, para construir un mejor futuro para todos.
Finalmente el documento fue firmado por J. Guadalupe Torres Campos Obispo de Ciudad Juárez.
Publicado originalmente en: El Heraldo de Juárez