Cada año cientos de indígenas de la Sierra Tarahumara migran a la región sur del estado de Chihuahua, en busca de oportunidades de empleo en el sector agrícola, en especial en la pizca de chile y los procesos del chile chipotle, con jornadas laborales de sol a sol, sin seguro social, ni sueldo fijo base, es la vida diaria de un jornalero agrícola indígena, que desde las cuatro de la mañana esta de píe para asistir al trabajo.
El despertador de Ramiro suena a las cuatro y media de la madrugada, es hora, alista lo indispensable para asistir un día mas a la pizca de chile en el municipio de Jiménez o ya sea de Camargo, donde este mejor la pizca de chile.
Apenas media hora a transcurrido y el reloj da las cinco de la mañana, algunas tiendas del municipio ya están abiertas, a la espera de cliente que se disponen a comprar sodas, aguas y chucherías que han de llevar al trabajo de la recolección de chiles.
Ramiro sale apresurado a la avenida Puente, en donde ya sobre la calle se encuentran alrededor de ocho vehículos, entre transportes de camiones, trocas abiertas y cerradas, a la espera de gente que han de llevar a diferentes huertas de chile. Ramiro aborda un camión escolar amarillo, el cual transporta gente para la pizca de chile, transporte que agarra cotidianamente.
“Aquí no existe esa cosa que llama la pandemia, pues tenemos que ir a trabajar, por eso vengo aquí a Jiménez, porque en la sierra pos no hay nada, y aquí pues si hay, vamos la pizca de chile y ya sacamos para comer y pues andar aquí”.
El transporte pasa a diferentes horas, dependiendo del lugar al que se dispongan a ir, ya sea en el municipio de Jiménez, Villa López o a principios de temporada hasta Camargo.
La rutina diaria comenta Ramiro, es asistir a los huertos de chile, desde muy temprano cargar y llevar el chile en botes de veinte litros, para que sea pesado, para después de nuevo regresarse a la tabla y seguir recolectando, así este mismo procedimiento a veces por más de 10 horas.
Al final del día, cada persona se le contabiliza lo que pizcó, esto quiere decir cuantos kilos de chile logró recolectar en toda la jornada de trabajo, para después pagarle.
“A veces nos pagan aquí en el rancho, otras veces pues nos vamos y tenemos que esperar ya sea por las vías o la colonia Tierra y Libertad o en otros lados para que nos paguen, y pues a veces ahí si nos pagan ya muy tarde, y salimos ya bien noche”.
La producción de chile en el estado de Chihuahua es una de las más grandes a nivel nacional, ya que, según datos de la Sader, se cultivan más de 30,000 hectáreas de diferentes variedades de chile, como el serrano, jalapeño, chilaca; entre otras.
Alrededor de las seis de la tarde, en diferentes sectores se puede observar la llegada de decenas de trocas y camiones cargados de gente, que viene de la pizca de chiles.
A veces pueden ser las seis de la tarde, siete de la tarde u ocho de la noche, y Ramiro no tiene horario fijo en llegar la cabecera municipal, ya que en el trabajo de la pizca de chile no hay horarios fijos establecidos, ya que como pueden salir temprano, pueden salir altas horas de la noche.
“Aquí no tenemos nada de eso de seguro social, ni prestaciones, y ahora con eso de la pandemia pues teníamos que trabajar, sino pues nos moríamos de hambre, así que, pues que le podemos hacer, venimos desde muy lejos, para sobrevivir”.
Otro día está por terminar en el municipio de Jiménez, y decenas de gentes, así como de diferentes etnias indígenas de la sierra de Chihuahua y Guerrero, arriban a la cabecera municipal de Jiménez, después de una larga jornada de trabajo.
“Pues si a veces tenemos que llevarnos a los niños chiquitos y pues ahí nos ayudan, y mire pues también nosotros no estamos vacunados contra ese virus que dicen, no nos han dicho nada, y así mucha gente de la nuestra aquí tampoco esta vacunada, pues dicen que está feo esa cosa que anda suelta, pero pues aquí no nos ha llegado”.
Al anochecer, Ramiro comenta que así es el día a día en la siembre de chile, un trabajo duro, pero que los ayuda a sobrevivir.