Hasta hace 20 años atrás del 2022, el Ojo de Atotonilco, ubicado en la región sureste del Estado de Chihuahua, en el municipio de Villa López, albergaba 16 especies de peces y una importante flora acuática, que se perdieron a raíz de la sobreexplotación de los acuíferos y del agua del Río Florido, lo que provocó la extinción de uno de los afluentes de agua más importantes del municipio de López.
En la región sureste del estado de Chihuahua, en las inmediaciones de lo que fuera un día la importante ribera del Río Florido, se ubica el municipio de Villa López, región donde se halla el Ojo de Atotonilco, hoy víctima de la sobreexplotación desmedida del agua de la ribera del Florido, así como del principal acuífero que abastece de agua al municipio, Jiménez y Camargo.
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Hasta hace 20 años el Ojo de Atotonilco, era el principal manantial de agua del municipio de López, el cual se abastecía cuando aún los escurrimientos de la presa Pico de Águila, rio arriba del Florido y del municipio, surcaban por el cauce natural del río; proveyendo de agua a los veneros que brotaban en la parte profunda de El Ojo, cuya agua dulce se concertaba en las fauces el Ojo de Atotonilco de una envergadura de 527 metros.
Con una dimensión de 527 metros de largo y un promedio de ancho de 28 metros; el agua del Ojo, además de ser una de las principales fuentes de abastecimiento de canales de riego para la irrigación de la agricultura, fue por mucho tiempo uno de los ecosistemas más importantes de la ribera del Florido; que antes de la extinción del agua del Ojo, por la sobreexplotación, albergó una gran variedad de flora y fauna acuática.
De las variedades de peces perdidas a raíz de que se secó el Ojo de Atotonilco, derivado de la sobreexplotación desmedida del agua, destacan 16, de cuyos especímenes que alguna vez habitaron en las aguas del Ojo, hoy solo únicamente queda el recuerdo de los nombres por su género y especie: Campostoma ornatum Girard, 1856; Cyprinella lutrensis (Baird y Girard, 1853); Cyprinus carpio Linnaeus, 1758; Dionda episcopa Girard, 1856; Gila pulchra (Girard, 1856); Notropis Chihuahua Woolman, 1892; Notropis jemezanus (cope, 1875); Pimephales promelas Rafinesque, 1820; Astyanax mexicanus (de filippi, 1853); Pylodictis olivaris (Rafinesque, 1818); Cyprinodon eximius Girard, 1859; Lepomis cyanellus Rafinesque, 1819; Lepomis macrochirus Rafinesque, 1819. (Los peces del Río Conchos).
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De estas especies mencionadas, la Pylodictis olivaris (Rafinesque, 1818) conocida como chato o bagre y la Lepomis macrochirus Rafinesque, 1819 o también llamada mojarra, eran las favoritas por los habitantes del municipio de López y foráneos de la región sur del estado para ser pescadas y preparadas como alimento, derivado a su alto valor nutricional y su cantidad de carne.
Además de la muerte de peces, la sobreexplotación del agua, trajo consigo la desaparición de la tortuga de agua dulce, colocada como símbolo insignia al acceso del Ojo de Atotonilco, así como el cangrejo de río que habitaba en el agua del Ojo.
Así mismo, el que se secara el Ojo de Atotonilco, trajo consigo la pérdida de flora acuática como la Ceratophyllum demersum; Eleocharis montevidensis y Polygonum punctatum.
Pasando la puerta de acceso en El Ojo de Atotonilco se deja ver un majestuoso oasis en medio del desierto, con un bello bosque de álamos que rodea la cuenca que conforma El Ojo; a mano derecha, una vez después de haber ingresado, un letrero alerta a los visitantes de no pescar, ya que está prohibido.
Actualmente al interior de la cuenca del Ojo de Atotonilco, lo único que hay que pescar, son piedras, flora acuática muerta y basura, derivado de que el Ojo de Atotonilco desde el año 2019 entró en una etapa de crisis provocada por la avaricia del agua, sobreexplotación que acabó con el atractivo turístico e importante afluente de agua más importante de López.
Solo el recuerdo de los pasajes de la gente adulta que en su narrar relatan tan gratas experiencias y anécdotas de su vida en torno al Ojo de Atotonilco, desde echarse un chapuzón para mitigar las altas temperaturas del verano y primavera, hasta pescar en épocas de crisis:
“...Es raro que venga gente como usted a tomar fotos aquí en el Ojo, cómo extraño esos tiempos donde el Ojo tenía agua, mucha gente todos los fines de semana, muy bonito, mire, venían aquí comían se bañaban y hasta pescaban unos pescadones, hoy todo eso se acabó”, relata Don Bernal, asombrado al ver las fotos a través de la cámara, dimensionando el lecho seco del Ojo.
El Ojo de Atotonilco, fue por excelencia uno de los manantiales que la tribu de los Tobosos utilizaron como medio de subsistencia y hábitat en las áreas limítrofes hasta la llegada de las primeras misiones en el año de 1619, de los padres franciscanos, cuya proclama era civilizar a los indios bárbaros, los Tobosos, los cuales tenían que someterse a Dios Omnipotente, Cristo.
La avaricia por el agua, la nula acción por parte de la Comisión Nacional del Agua por preservar los acuíferos de cuencas cerradas y abiertas, como la del Ojo de Atotonilco, generaron primero escasez en el 2019 y extinción del agua, flora, fauna y un ecosistema que llevaba por nombre Ojo de Atotonilco.