De acuerdo al estudio, “Murciélagos de la Sierra Tarahumara, Chihuahua, México”, elaborado por Celia López Gonzáles y Diego F. García Mendoza, se estima que entre la alta y baja Sierra Tarahumara, existen 40 especies de murciélagos, así como tres posibles especies raras o exóticas detectadas.
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En el estado de Chihuahua, el de mayor tamaño en la República Mexicana, existen diversos sitios en donde se ha detectado la presencia de murciélagos; por ejemplo, al sur del estado en Jiménez, en el área conocida como El Hundido y en el municipio de Aquiles Serdán, en el área conocida como las Minas de Bustillos , así como en la alta y baja Tarahumara.
En la alta Tarahumara, que posee una altitud mayor a los mil 800 metros sobre el nivel del mar, fue donde se registró la menor población de murciélagos, con un total de 12 ejemplares.
Las especies que habitan la alta, según el estudio corresponden a: Dermanura azteca azteca; Myotis auriculus apache; Myotis c. californicus; Myotis ciliolabrum melanorhinus; Myotis t. thysanodes; Myotis velifer velifer; Myotis yumanensis; Eptesicus fuscus pallidus; Lasiurus c. cinereus; Antrozous p. pallidus; Tadarida brasiliensis mexicana y el Corynorhinus mexicanus, como especie probable.
Entre estas especies, el Corynorhinus mexicanus o "Murcielago orejudo", que está registrado como "posible" en habitar la parte alta de la sierra, es una especie cuya característica principal, es poseer orejas de gran tamaño que utiliza para cazar insectos, que conforman su dieta; no obstante, actualmente este murciélago se encuentra dentro de la lista roja de la UICN, como especie amenazada.
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Dentro del área de la sierra Tarahumara, conocida como baja, que es menor a 1800 metros sobre el nivel del mar, es donde se tiene registro de la mayor población de murciélagos, con 28 especies.
Mientras tanto, las especies que habitan en la baja Tarahumara son: Balantiopteryx plicata pallida; Mormoops m. megalophylla; Pteronotus parnellii mexicanus; Macrotus californicus; Desmodus rotundus murinus; Choeronycteris mexicana; Glossophaga soricina handleyi; Leptonycteris curasoae yerbabuenae; Artibeus hirsutus; Chiroderma salvini scopaeum y otras 18 especies más, entre las que destacan como probables en habitar, Dermanura azteca azteca y Antrozous p. pallidus.
De estas especies enlistadas, la Antrozous pallidus o "Murciélago desertícola", es considerada como un microquiróptero, dado que posee un tamaño de 9 a 14 centímetros, con grandes ojos y orejas, que le facilitan la visión y orientación durante la noche, que es cuando sale a cazar insectos, pudiendo comer en una noche, el equivalente al doble de su peso.
Entre los murciélagos mexicanos se conoce que hay especies reguladoras de las poblaciones de insectos, ya que se alimentan de estos y de otros invertebrados: algunos escudriñan en los troncos de los árboles para encontrarlos, mientras otros capturan a sus presas al vuelo y otros vuelan casi al ras del suelo para sorprender a artrópodos amenazantes como los escorpiones.
Para la agricultura, las grandes colonias de murciélagos, conformadas por cientos de miles de estos mamíferos voladores representan un alivio, ya que salvan las cosechas de depredadores como el chapulín y otros insectos.
Entre nuestros murciélagos, 22 especies han evolucionado como frugívoros y prestan un extraordinario servicio a los bosques y selvas como dispersores de semillas, ya que revolotean para elegir la fruta en su punto óptimo de madurez. El desarrollo de nuevas plantas no sería posible sin haber pasado por el intestino de los murciélagos, por lo que gracias a la presencia de estos estos animales, se reforestan los ecosistemas.
La dieta de 12 especies más de nuestros murciélagos consiste exclusivamente en polen y néctar. Actúan como colibríes nocturnos y polinizan una gran diversidad de flora, como los agaves y cactus que han evolucionado con ellos. La simbiosis de estas especies es crucial, pues la supervivencia de unas, depende de las otras.
Aunque los quirópteros por su aspecto han inspirado mitos y leyendas que les dan una mala reputación; contribuyen a la repoblación de los bosques, control biológico de plagas en la agricultura y ciudades, y al sostenimiento de ecosistemas como el de la Sierra Tarahumara.
Actualmente, derivado a la tala inmoderada de pinos y destrucción e invasión del hábitat de los murciélagos en la Tarahumara, las poblaciones de quirópteros ven amenazada su supervivencia.