Jiménez, el municipio que no fue cuna de la División del Norte

La formación de la División del Norte, el famoso ejército constitucionalista, fue el consenso unificado de diversas facciones guerrilleras de los estados del norte, Chihuahua y Durango

Gorki Rodríguez | El Sol de Parral

  · sábado 20 de noviembre de 2021

Foto: Cortesía | INAH Jiménez

Por mucho tiempo se ha tenido la falsa creencia, impulsada por gobiernos municipales, que Jiménez fue cuna del famoso ejército revolucionario de México “La División del Norte” y que fue en este municipio del sur del estado de Chihuahua, donde a Villa se le otorga el grado de comandante en jefe de la División del Norte;sin embargo, Jiménez fue solo parte de un proceso de la formación de la División del Norte, cuando Villa se dirigía hacia el sur a la toma de Torreón, de acuerdo al libro “Las Fuerzas Armadas en la Revolución Mexicana” de la Sedena; se llevó a cabo una entrevista en el municipio de Jiménez, entre Pancho Villa y Tomas Urbina.

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La formación de la División del Norte, el famoso ejército constitucionalista, al mando del general Francisco Villa, durante la etapa de la Revolución Mexicana, fue el consenso unificado de diversas facciones guerrilleras de los estados del norte, Chihuahua y Durango, en donde a través de una reunión, se designó a un comandante en jefe, que unificara y estuviera al mando de las diferentes facciones guerrilleras, para constituir un ejército sólido, con el cual se pudiera seguir avanzado hacia el sur, a través de la toma de la Torreón. Mediante una reunión, se elige al general Francisco Villa, como el único comandante en jefe de todos los grupos guerrilleros, quedando así formada, la famosa y temida División del Norte.

Cuando comienza el avance del ejercito de Pancho Villa, hacia el sur, a la toma de ciudad Torreón, una importante región de México, en 1913, por su gran red ferroviaria, guarniciones militares y una región económicamente pujante, Villa, el 26 de agosto del citado año, con más de mil hombres bajo su mando, se enfrente con el ejercito Orozquista al mando de Félix Terrazas, tomando después de varias horas de combate, el poblado de San Andrés Chihuahua, situación que obligo a los orozquistas a desalojar la plaza donde se encontraban postrados.

Al término de la batalla, Pancho Villa y sus hombres expropian siete trenes, 421 rifles, dos cañones y un poco más de 20 mil cartuchos.

Luego de la gran victoria, Pancho Villa y su ejército se dirigen aún más al sur, al municipio vecino de ciudad Jiménez, Camargo, en donde en su avance por la región centro sur del estado de Chihuahua, se le unen Maclovio Herrera y su brigada, llamada Benito Juárez; y a su vez Trinidad Rodríguez, quienes ya habían consensado en que Pancho Villa fuera el que comandara ambas facciones.

En ese mismo pasaje de la historia, en el que Pancho Villa se encontraba en Camargo, le realizó la invitación a Tomas Urbina, para que formaran un frente en común, en alianza entre las facciones guerrilleras, para lo cual se dio una reunión en el municipio de Jiménez, donde se unieron marchando hacía la región de la Laguna, de acuerdo a información de la Secretaría de la Defensa Nacional.

De acuerdo a información del historiador, el profesor Jesús Vargas, expresa que, en septiembre de 1913, se reunieron en Jiménez los generales, jefes de brigada, donde semanas después se juntaron los de Durango, en la la Loma, ubicada en el estado de Durango, donde ahí queda el general Francisco Villa como jefe de la División del Norte, reconocido por todos.

Por otra parte, el historiador Pedro Salmerón, expresa en su libro la División del Norte, lo siguiente:

En la madrugada del 29 de septiembre de 1913, varios centenares de hombres, sucios y mal vestidos, pero montados en briosos caballos y armados hasta los dientes. Empezaron a llegar al viejo casco de la Hacienda de la Loma Durango, en la rivera derecha del rio Nazas, unos kilómetros antes de que este haga su entrada en la Comarca Lagunera, por la boca de Calabazos.

Eran los revolucionarios chihuahuenses, de las brigadas Villa y Benito Juárez, y los durangueños de la brigada Morelos, con el famoso, guerrillero Pancho Villa, jefe de la brigada que llevaba su nombre , venían Toribio Ortega; Fidel Ávila; Trinidad Rodríguez; Agustín Estrada, Julián Granados; Feliciano Domínguez, y otros ameritados guerreros jefes de los rebeldes, de los pueblos del centro y centro occidente de Chihuahua, y del desierto oriental de ese estado.

Con el general Maclovio Herrera caudillo de la brigada Benito Juárez, venían Federico Chapoy; Ernesto García; Eulogio Ortiz; Luis Herrera y otros jefes de prestigio de Hidalgo del Parral y el sur de Chihuahua.

El general Urbina, jefe de la brigada Morelos llego acompañado por José Rodríguez; Rodolfo Fierro; Petronilo Hernández y otros jefes famosos por su valor.

Poco después arribaron las vanguardias de las brigadas Primera de Durango y Juárez de Durango, con sus jefes natos, los generales Orestes Pereira y Calixto Contreras, acompañados de oficiales que llevan tres años combatiendo en el semidesierto de Durango y la Comarca Lagunera, entre los que destacaban: Severino Ceniceros; Mateo Almanza; Uriel Loya; José Carrillo; Valente de Ita; Máximo Mejía; Canuto Pérez; Pedro Fabela y muchos más.

Tras ellos llegaron sus hombres no tan bien armados y montados como los de Chihuahua, pero igualmente bravos, ya avanzada la mañana, desde la región de San Pedro de las Colonias y Matamoros, donde habían dejado a sus tropas, llegaron fuertemente escoltados seis coroneles que tenían el mando de los revolucionarios de la Comarca, Eugenio Aguirre Benavides; Juan García; José Isabel Robles; Sixto Ugalde Guillen; Raúl Madrego Gonzales y Bnejamin Yuriat. Los acompañaban oficiales fogueados como Máximo García; Juan Pablo Estrada; Santiago Ramírez; Canuto Reyes; Roque Gonzales Garza y Enrique Santos Coy.

Los principales jefes se reunieron en la casa grande de la hacienda, y Pancho Villa quien los convoco a ese lugar, para planear el ataque a la cercana ciudad de Torreón, tomó la palabra diciendo que, “las necesidades de la guerra exigían la unificación de todas esas fuerzas, bajo un mando único, por lo que proponía de inmediato se eligiera de entre los presentes a un jefe que asumiera dicha responsabilidad”, para lo cual, Pancho Villa se propuso a si mismo o a Tomas Urbina y Calixto Contreras como opciones alternativas.

“Señores: en horas de la guerra nada se hace si no se sabe mandar y obedecer. O sea, que cuando se juntan las fuerzas en mucho número los jefes de todos los grupos deben escoger entre sí un jefe mayor, que lleve la carga del mando y al cual todos obedezcan. Como esas son ahora nuestras circunstancias, estamos en el deber, según yo creo, de nombrar un jefe que nos gobierne a todos y que con su autoridad dé a todas nuestras fuerzas la organización que en su ánimo se necesite para el progreso de la campaña. Opinó yo, salvo el parecer de los demás, que nombremos para el grado de general en jefe a mi compadre Tomás Urbina, o al general Calixto Contreras, o a mí”, Memorias de Pancho Villa.

Retomando el texto de Pedro Salmerón: Siguieron en el uso de la palabra, varios de los presentes, sin hacer otra cosa, más que darle vueltas al asunto, hasta que el coronel Juan Medina, explicó claramente la situación, mostrando que cuanto podían alcanzarse con la campaña guerrillera, se había alcanzado ya, y que había llegado el momento de pasar a la defensiva, a la guerra regular o estancarse y ceder la iniciativa al enemigo, y la guerra regular, dijo, requería una organización superior y una indiscutible unidad de mando, finalmente reitero las candidaturas de Villa, Urbina y Contreras, a la que añadió la del general Juan García.

A disposición de Medina, siguió un largo silencio, que interrumpió, Calixto Contreras quien se puso de pie, y tras rechazar su candidatura, por no considerarse capacitado para asumir la enorme responsabilidad que implicaba el nuevo mando, resaltó, como conto después un testigo presencial, el prestigio de general Villa como hombre de armas y experiencia indiscutible, valor y capacidad organizadora, y pidió que reconocieran a villa como jefe de la nueva unidad de combate. Fue así que nació la División del Norte, concluye el relato de Pedro Salmerón, en su libro La División del Norte.

Por otra parte, el periodista John Reed, quien anduvo con Pancho Villa en la Revolución, y escribió el libro de México Insurgente, relata que Villa había sido electo por unanimidad, comandante en jefe del ejército constitucionalista, gracias a una junta extraordinaria de todo los lideres guerrilleros independientes, ante Torreón, un evento poco conocido en la historia mexicana.

En base estos argumentos de diferentes autores, es que nace la famosa División del Norte, en donde la primera acción de Villa, como jefe del nuevo ejercito naciente, fue la del ataque a Lerdo, Gómez Palacio y Torreón.