Entre la fe y el baile, devotos parten a la capilla para agradecer favores a San Juditas

Al margen de la carretera Jiménez-Camargo libre, la capilla a San Judas Tadeo vislumbra a los viajeros

Gorki Rodríguez | El Sol de Parral

  · sábado 29 de octubre de 2022

Fotos: Gorki Rodríguez | El Sol de Parral

Al margen de la carretera libre Jiménez-Camargo, metros antes de llegar a la comunidad de California, la pequeña capilla en honor a San Judas Tadeo, vislumbra con sus colores blanco y verde, junto con el dibujo del santo plasmado en uno de los muros al frente de la capilla, que de puertas abiertas las 24 horas del día, es el remanso de paz, meditación y calma para los viajeros que transitan por la carretera.

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El pasado viernes a las cinco de la mañana, los rayos de luz solar aún no asomaban sus primeros destellos en dirección a la sierra de Chupaderos; sin embargo, unos cuantos vehículos ya transitaban la Jiménez-Camargo libre, alumbrando con los faros de manera espontánea la capilla de San Judas Tadeo, mientras a lo lejos, a la altura de la comunidad de El Cordereño, la escasa iluminación dejaba ver a feligreses, que caminaban en dirección a la capilla.

Una mañana helada, quizás la más helada del inicio de la temporada invernal 2022, como si San Judas Tadeo estuviera poniendo a prueba la fe de sus creyentes; frío y viento no hicieron mella, para que, desde las cinco de la mañana del viernes 28 de octubre, feligreses partieron desde la cabecera municipal de Jiménez, recorriendo la carretera Jiménez-Camargo libre, por nueve kilómetros, hasta llegar a la capilla al margen de la carretera.

“Yo tengo una manda y vengo con la fe puesta desde Jiménez a cumplirla, caminando, como usted puede apreciar, no está muy bueno el clima que digamos, pero primero lo primero, y aquí estamos ya para festejar el día de San Juditas, agradecerle por sus favores y encomendarnos a él”, fueron las palabras de una feligresa, antes de ingresar a la pequeña capilla.

Los rayos de luz solar comenzaron a emerger de entre la sierra de Chupaderos, ingresando a la capilla y almas que peregrinaban desde temprana hora al templo. En punto de las siete de la mañana, decenas de creyentes ya se encontraban a las afueras del templo, mientras que algunas personas, entregaban alimento y bebida caliente a los visitantes.

El frío se esfumó efímeramente, disipado en gran parte por el sol; para las diez de la mañana, habitantes de la comunidad de California, comenzaron a darse cita a las afueras del templo, para presenciar la danza de los matachines.

Vestimenta de color rojo, adornada con lentejuelas, pequeños cilindros de madera que fungen como un cascabel y bordado con el estandarte de la imagen de San Judas Tadeo, fue el vestuario que los matachines portaron durante media hora de baile, al son del ritmo de un tambor que propagaba su sonido por toda el área del templo, hasta perderse en la inmediatez del campo.

“La danza es como una ofrenda que nosotros le hacemos a San Juditas en su día, tenemos que darle gracias y esta es una forma”, comentaron los danzantes, momentos antes del baile.

Por treinta minutos, la marcha de la danza y el canto del tambor, fue el único ruido que se escuchó, hasta finalizar la danza, formando una línea recta por los matachines, frente a la capilla para ingresar y despedirse de San Juditas, continuando su recorrido en dirección a la mancha urbana en Jiménez.

“Mire nomas que bonito, ya ellos se van a danzar a Jiménez y luego regresan al ejido, pero la capilla está abierta las 24 horas del día, todo el año; en este día, viene gente a todas horas, alguna de esa gente entrega quermes, pero ya es decisión de cada quien”, comenta otro de los feligreses.

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Al interior del templo, las veladoras se encontraban encendidas, con adornos de flores en naturaleza muerta, la imagen de San Judas Tadeo y uno que otro mensaje escrito dejado a los pies de la imagen de bulto. Mientras que, a los costados las sillas, ofrecían un espacio de meditación y oración.