Derivado de la sobreexplotación del manto acuífero Jiménez-Camargo, que ha provocado abatimiento de los niveles freáticos y ha generado la presencia de agua contaminada con altas concentraciones de arsénico; los jimenenses no pueden consumir el vital líquido, lo que genera un gasto doble, al adquirir agua embotellada en las expendedoras públicas y privadas.
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La sobreexplotación del manto freático Jiménez-Camargo, el cual actualmente cuenta con un déficit de 192 millones 139 mil 930 metros cúbicos anuales, según datos de la Comisión Nacional del Agua, ha generado disminución considerable en el espejo de agua del acuífero, situación que ha dado paso a otra problemática, la aparición de metales pesados como el arsénico, en el agua que se extrae para el uso agropecuario, industrial y urbano,
Pese a las altas concentraciones de arsénico que posee, es suministrada y cobrada por la Junta Municipal de Agua y Saneamiento de Jiménez, situación que obliga a las familias a adquirir garrafones de agua “purificada” para consumo humano, en expendedoras privadas o de la JMAS, tras no poder beber de la red.
El ciudadano al mes, paga un promedio de 300 a mil pesos por el servicio de agua de uso público urbano, con altas concentraciones de arsénico, la cual únicamente puede ser utilizada para higiene personal y usos diarios, más no para la ingesta humana ni cocinar productos alimenticios, derivado de que supera la Norma Oficial Mexicana NOM-127-SSA1-2021, de agua para uso y consumo humano, que estipula los límites permisibles de la calidad del agua de diversas sustancias, como el arsénico, metal pesado que sobrepasa en la mayoría de los pozos de la JMAS, los 0.25 miligramos de arsénico por litro de agua.
Así mismo, derivado de que el agua que proviene de la red pública, pose altas concentraciones de arsénico, los jimenenses tienen que gastar un promedio extra de 300 a 800 pesos, en la compra de agua embotellada y garrafones de agua de expendedoras de la JMAS o privadas; por lo que el ciudadano paga dos veces para la obtención de agua. La primera, el agua contaminada que distribuye la JMAS, que es únicamente para uso doméstico y aseo personal; y un segundo gasto, para poder consumir agua libre de arsénico y diversos metales pesados.
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En total, al mes, el ciudadano promedio tiene que desembolsar un promedio de mil 800 pesos, como mínimo, para la obtención de agua.
Por otra parte, actualmente las purificadoras certificadas ante Coespris son las de Junta Municipal de Agua y Saneamiento de Jiménez, en tanto, de las privadas, ni en el ámbito estatal, ni Cofepris, han dado a conocer si realmente cumplen con los parámetros y la certificación sanitaria para el consumo.
Según la Norma Oficial Mexicana NOM-127-SSA1-2021, de agua para uso y consumo humano que estipula los límites permisibles de diversas sustancias, la cual es fundamental para prevenir y evitar la transmisión de enfermedades relacionadas con el agua, se requiere establecer y mantener actualizados los límites permisibles en cuanto a sus características físicas, químicas, microbiológicas, y radiactivas, con el fin de asegurar y preservar la calidad del vital líquido, que se entrega al consumidor por los sistemas de abastecimiento de agua públicos y privados.
El límite actual permisible de presencia de arsénico en el agua para la ingesta humana, es de 0.25 miligramos por litro, que en más de un 50% los pozos de uso público urbano no cumplen con los parámetros.
Según expertos en temas hídricos, una de las soluciones fallidas que supuestamente reducen la presencia de arsénico en el agua de uso público urbano, es el juntar agua dentro de los parámetros con agua contaminada, lo cual únicamente ocasiona que el agua de buena calidad se contamine.