Ante la reciente anulación por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que prohibía el consumo lúdico de la marihuana, la Iglesia, en base al Catecismo de la Iglesia Católica, afirma en el apartado del quinto mandamiento, que el uso de la droga influye muy graves daños a la salud y a la vida humana, debido a que el uso recreativo de una droga no justifica el exponer la vida.
“La iglesia afirma en base al quinto mandamiento que corresponde a no mataras, y conforme al Catecismo de la Iglesia Católica en el número 2291 donde enuncia que el uso de la droga influye muy grave a dañar la salud y a la vida humana, fuera de los casos en que se recurra a ello por prescripciones estrictamente terapéuticas es una falta grave, la producción clandestina y el tráfico de drogas son prácticas escandalosas que constituyen una cooperación directa porque incitan a ellas a prácticas gravemente contrarias a la ley moral”.
El presbítero, Víctor Hugo Pérez, Prefecto de Estudios del Seminario Diocesano de Parral, declaró que con esta enseñanza, queda definida la postura de la Iglesia al menos en dos puntos que son muy necesarios atender.
Comentó que a veces se piensa que la Iglesia Católica lo único que hace es tener una postura a la defensiva o recriminatoria con respecto a este tipo de libertades, ya que las proclamaciones de los ministros y del mismo Presidente de la República, es que esta aprobación se considera como un día histórico para las libertades y para el libre desarrollo de la personalidad.
“Estas proclamaciones me parecen muy desafortunadas porque el mismo hecho de que la ley ya había previsto que solamente la marihuana fuera utilizada con fines terapéuticos y científicos, nos habla de la delicadeza del asunto, no por el objeto mismo, sino que hay que atender a dos criterios que da la Sagrada Escritura, en donde afirma que todo lo creado ha sido con la bendición y amor de Dios, y en ese sentido nada es esencialmente malo pero otra cuestión es el hecho de nuestra responsabilidad sobre la propia vida y sobre la de los demás, que es el marco en donde está la definición de la Iglesia Católica”, comentó el presbítero.
Y en este sentido argumentó que es donde toca el uso de esta droga, el cual tiene efectos sobre el libre desarrollo de la personalidad, ya que en base en el mismo argumento con el que se proclama la libertad de su uso, esta una advertencia que es “en aras de la libertad también podemos justificar incluso el suicidio” el no fijarse en las consecuencias que un acto libre tiene.
Mencionó que el hombre de fe y que ha sido renovado por Cristo, se da cuenta que efectivamente no hay nada malo que pueda existir y dañar la vida, “los cristianos somos los primeros en apreciar el valor que Cristo dejó que es la vida nueva y que trae consigo una de las expresiones más bellas que es la libertad, pero dice San Pablo todo me es posible, es decir todo puedo realizar pero no todo conviene”.
El presbítero argumentó que en base a este criterio tan humano y fundamental en la razón, de que una libertad sin templanza o sin justicia, se convierte en una proclamación absurda en la que justifica y firmamos la propia aniquilación.
En base a la enseñanza de la Iglesia sobre el cuidado de la vida, refirió que todo lo que entra como objeto de consumo trae consecuencias para el estilo, las formas y la manera en que se vive, debido a que es un tema de salud personal y publica en el que se necesita prestar la debida atención.
Indicó que el hecho del consumo, se podría decir que es la cadena final de una serie de relaciones y de estados en las que la vida de muchas personas se ven afectadas, porque no solamente está el hecho de la libertad para consumirla o comprarla, sino que se ven involucrados intermediarios y quienes son productores.
“Este hecho no se ha puesto a consideración, porque la acción de producir, distribuir y consumirla, trae una ambiente de clandestinidad que muchas personas sufren, sobre todo a los que son sometidos a este clima de ilegalidad quienes viven en situaciones de injusticia, en donde carecen de las mínimas condiciones de seguridad social, servicios públicos y de educación, no me parece que se celebre un acto de mercado y de consumo, pero por otro lado ni siquiera se mire las condiciones a las que se exponen aquellos que se dedican a la producción, siendo el sector agrícola el más abandonado”.
El sacerdote indicó que son varias las consecuencias que puede traer este hecho ya que como toda sustancia que genera una dependencia, expone a quien lo consume a una dinámica de esclavitud y de vicio, porque la prohibición trata de preservar el hecho de que la falta de medida y de estudio sobre los efectos que tiene esta sustancia, va en contra del libre desarrollo, y de las características que definen a la persona.
Ya que como mencionó, está comprobado que el efecto de la marihuana a corto y mediano plazo, disminuyen las capacidades fundamentales de la identidad humana como es la memoria, el aprendizaje y la toma de decisiones.
Afirmó que el uso libre de esta droga no disminuirá la violencia, sino al contrario, favorecerá las condiciones de la misma y de cualquier otro acto desordenado, porque la inhibición de facultades y capacidades de la razón, provocara que cualquier otro acto ilícito sea aprobado o consentido.