/ lunes 25 de marzo de 2024

Pintos y fariseos se preparan para la Semana Santa en Guachochi

En una ceremonia que dura tres días, el Pueblo Rarámuri celebran el triunfo del bien sobre el mal con rituales tradicionales en los que convergen las culturas

El Pueblo Rarámuri del municipio de Guachochi se prepara para celebrar el “Noliluachi” o Semana Santa con una ceremonia ancestral en la que durante tres días dan gracias al creador Onorúame, que es Dios padre y madre por el triunfo del bien sobre el mal. En este ritual, que se centra en el conflicto entre la divinidad y el diablo, participan “Los Pintos” quienes danzan y luchan desde el Jueves Santo alrededor de una fogata en poblaciones como Norogachi, Tonachi y Santa Anita, beben el tradicional tesgüino, sepultan la imagen de Cristo envuelta en una cobija y concluyen el Sábado de Gloria con la “Quema del Judas” o del “Chabochi”, simbolizando así la creación de un nuevo orden universal donde dan fin a problemas como la sequía y la enfermedad, además de pedir perdón por todo lo malo que hicieron durante el año.

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Considerada la celebración rarámuri de mayor importancia para dar gracias al creador, la Semana Santa en la Sierra Tarahumara se vive de una manera particular con la participación de los pueblos originarios de Chihuahua, reuniendo de tal manera también a una gran cantidad de turistas, no solo de México sino del resto del mundo quienes se adentran en las actividades.

Se trata de eventos que se realizan los días Jueves, Viernes y Sábado Santo. Norogachi, una comunidad perteneciente al municipio de Guachochi situada a 2 mil 150 metros sobre el nivel del mar es una de las tantas que participan en la celebración, siendo este uno de los puntos de mayor concentración durante los últimos años.

Todo inicia el jueves con una luminaria, es decir, encienden una fogata en un punto alto de la montaña y danzan al son del tambor y la flauta, siendo ello una forma de agradecer, pero además, al momento de realizarlo afirman que su mente olvida y el cuerpo rejuvenece.

Para el viernes por la tarde, con una procesión al panteón por toda la comunidad e integrada por los rarámuris, “sepultan” a la representación de Dios. Por la noche, danzan hasta el agotamiento, acompañados en todo momento por tesgüino (cerveza de maíz) que inclusive hacen acompañar de alcohol.

El sábado, mediante un ritual, queman a Judas, simbolizando de tal manera que muere el mal. Pascoleros, pintos y soldados, anuncian el restablecimiento del orden universal, no hay enfermedad, ni sequía, inclusive algunos aseguran que si la hay es porque las tradiciones se están perdiendo.

Con una misa, el domingo ya hay un nuevo inicio, el mal fue vencido y los tarahumaras aseguran que se ha ido de sus comunidades, prediciendo que el año será mejor para ellos.

Puedes leer: ¡Todo un bosque encantado! Cómo llegar a las Cuevas Anayawuarí de la Sierra Tarahumara

Foto: Gobierno de Guachochi

Es la celebración más importante para los rarámuri: INAH

Para el antropólogo Horacio Almanza, investigador del INAH, esta celebración es la más importante para los rarámuri del estado de Chihuahua, en la que los mandos de autoridad pasan de los gobernadores a sus líderes religiosos. Una tradición que conjuga los preceptos de la cristiandad que se les impusieron y sus propias creencias ancestrales.

Las festividades tienen lugar alrededor de los templos dispersos en un territorio de 35 mil kilómetros cuadrados que conforma el “mundotarahumara. Son cerca de 30 templos de impresionante modestia, a buena distancia entre ellos, a buen camino de los feligreses. La comunidad se divide en dos grupos de la misma importancia: los “fariseos”, aliados del diablo, y los “capitanes y soldados” que defienden a Dios. Al periodo de la Semana Santa rarámuri se le llama comonorirawachi que significa “cuando caminamos en círculo” ya que la mayor parte de la celebración transcurre dándole la vuelta a cada templo en procesión reverente y continua.

Danzas, misas, rezos, ritos y plegarias, esa es la esencia física de este ritual anual, más pagana que católica. Durante el ritual, llega un momento en que el jefe, el mandamás de los dos bandos, consulta en voz alta la opinión de los “soñadores”, los depositarios del misterio, a quienes reconocen por la riqueza de su experiencia onírica. Y ellos, durante todos los años en esta última época, contestan de forma solemne: Dios está débil y fácilmente vulnerable ya que el diablo lo ha obligado a beber tesgüino, en cantidades increíbles, y Dios no ha logrado recuperarse todavía.

Te puede interesar: ¿Cuánto cuesta viajar a las Barrancas del Cobre?

La reiteración, a perpetuidad, de la relación de los rarámuri con Dios, es la esencia misma de su Semana Santa. Pero también de su dependencia cósmica, específica, con el más allá. Se trata de reconocer sus gracias y de pagarlas. Y la actividad principal se centra en el conflicto que reina entre Dios y el diablo. Esta festividad anual, fortalece la idiosincrasia, el lenguaje y la cosmovisión indígena que día a día tiende a “occidentalizarse”.

Foto: Gobierno de Guachochi

2020: año histórico sin celebración

En el año 2020, el entonces presidente municipal, Hugo Aguirre informó que tras la pandemia por el Covid-19 y al acatar las recomendaciones de las autoridades de Salud, dialogaron con líderes y gobernadores rarámuris para cancelar la Semana Santa Rarámuri que tradicionalmente alberga en el seccional de Norogachi a más de 5 mil indígenas, turistas nacionales y extranjeros.

En un hecho histórico no se llevará a cabo la Semana Santa Rarámuri, teníamos la preocupación que no se accediera a cancelarse, afortunadamente el diálogo permeó. Estamos tomando las recomendaciones del gobierno federal y estatal, tenemos filtro sanitario a la entrada de la ciudad, hemos detectado a personas de otras ciudades o países, pero afortunadamente sin signo relacionado con esta pandemia”, señaló en aquel entonces el edil.

Informó además que, en dicho año por la baja de turistas nacionales y extranjeros, se tendrían afectaciones por 30 millones de pesos de derrama económica. “Desafortunadamente pega duro en los bolsillos a nuestros prestadores de servicio, comerciantes, ciudadanía en general, todos los eventos del mes de marzo y abril los cancelamos”.

También puedes leer: ¿Los conoces? Estos son talentos rarámuri que han traspasado las fronteras

Foto: Gobierno de Guachochi

Más de 6 millones de derrama el año pasado

Tan sólo el año pasado, la Semana Santa Rarámuri dejó una derrama económica de 6.2 millones de pesos por lo que la ocupación hotelera en el referido municipio estuvo a punto de alcanzar el 100 por ciento, ya que asistieron cientos de personas de diferentes partes de la República Mexicana, para conocer los atractivos turísticos con los que el municipio cuenta.

Los lugares turísticos como Norogachi, Ciénega de Norogachi y Tónachi fueron los lugares más visitados ya que son considerados como los sitios más significativos por las fiestas rarámuri para la experiencia de Semana Santa.

En la cabecera municipal, principalmente en los lugares más emblemáticos como el Lago de las Garzas, lago Las Truchas y cascada El Salto, se realizaron danzas rituales y otras festividades tradicionales con saldo blanco en todas las localidades.

Puedes leer: Lechuguilla: La bebida alcohólica de la Sierra de Chihuahua "pariente" del tequila

Foto: Gobierno de Guachochi

¿Quiénes son los rarámuri?

El Instituto Nacional de Pueblos Indígenas define a los tarahumaras que se llaman a sí mismos rarámuri, como corredores a pie; proviene de las raíces: rara (pie) y muri (correr). Para ellos es sinónimo de las personas o los humanos. A los mestizos en general se les designa con el término chabochi, que significa los que tienen barbas, y a los que conviven con ellos y comparten su cultura, les llaman napurega rarámuri.

Habitan la parte de la Sierra Madre Occidental que atraviesa el estado de Chihuahua y el suroeste de Durango y Sonora. Comparten este territorio con los tepehuanes, pimas, guarojíos y mestizos. De los grupos originarios de la región es el más numeroso y habita un espacio más amplio que los demás, por lo que a su territorio también se le denomina Sierra Tarahumara.

La Sierra Tarahumara está formada por elevadas montañas que alcanzan de 2,000 a 3,000 msnm y profundas barrancas. Se le ha dividido geográficamente en Alta y Baja Tarahumara. Este grupo vive de manera dispersa en rancherías y pueblos en los municipios de Guadalupe y Calvo, Morelos, Balleza, Guachochi, Batopilas, Urique, Guazapares, Moris, Uruachi, Chínipas, Maguarichi, Bocoyna, Nonoava, Carichí, Ocampo, Guerrero y Temósachi.

La lengua tarahumara forma parte de la familia yuto-azteca, que se extiende desde Utah en los Estados Unidos hasta Centroamérica y está considerada junto con el concho y el guarojío dentro del subgrupo cahíta-ópata-tarahumara, emparentado con el subgrupo pima-tepehuano y el cora-huichol.

Te puede interesar: Mujeres rarámuri venden sus artesanías en el Centro Histórico de Parral

La diversidad de lenguas yuto-aztecas que se hablan en el noroeste de México puede ser indicativa de que los hablantes de estas lenguas han ocupado el territorio por miles de años.

Existen diferencias dialectales en la lengua tarahumara que, sin llegar a ser muy profundas, provocan una cierta inteligibilidad entre todos los hablantes de tarahumara.

Los tarahumaras habitan en ranchos; su vivienda consiste en una casa-habitación, un granero y un corral de madera. Las casas se construyen con madera, adobe, cantera o piedra, dependiendo del material que haya en la región. Lo más común es encontrar viviendas hechas de troncos de pino dispuestos de manera horizontal, uno sobre otro, con techo de canoa o de vigas de dos aguas; los troncos son ensamblados en las esquinas y las rendijas son tapadas con una mezcla de lodo. Generalmente la vivienda consta de un solo cuarto, pero también las hay de dos o más.

Los tarahumaras fabrican objetos para satisfacer las necesidades de la familia, tanto para el uso cotidiano como para las ceremonias y rituales. La producción de estos objetos está dirigida primeramente al autoconsumo y el excedente se comercializa.

Las mujeres hacen ollas de barro, cajetes, platos, vasos, tazas y jarros; en algunos lugares también usan la palma y palmilla para tejer canastas de diversos tamaños.

Los hombres fabrican violines, bolas, arcos y tambores, bateas, cucharas y tallan figuras con madera. Unos y otros tejen cobijas y fajas de lana con figuras geométricas.

Foto: Gobierno de Guachochi

Reservación casi al 100 por ciento: Gobierno Municipal

La directora de Turismo del Gobierno Municipal, Diana González, señaló que para este año, la reservación en hospedaje ya casi se encontraba al 100 por ciento, en el caso de las cabañas ya estaban agotadas y en lo que respecta a hoteles aún había disponibilidad.

Dijo que, para garantizar la seguridad de los visitantes, ya se coordinaron esfuerzos entre los tres niveles de gobierno como lo es la Secretaría de la Defensa Nacional, Guardia Nacional, Secretaría de Seguridad Pública Estatal, Fiscalía General del Estado y la Policía Municipal.

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Expuso que a las comunidades donde se llevan a cabo las celebraciones como Norogachi, Tonachi y Papajichi ya se les ha brindado algún apoyo, pero también estará personal del Gobierno del Estado durante estos días.

El Pueblo Rarámuri del municipio de Guachochi se prepara para celebrar el “Noliluachi” o Semana Santa con una ceremonia ancestral en la que durante tres días dan gracias al creador Onorúame, que es Dios padre y madre por el triunfo del bien sobre el mal. En este ritual, que se centra en el conflicto entre la divinidad y el diablo, participan “Los Pintos” quienes danzan y luchan desde el Jueves Santo alrededor de una fogata en poblaciones como Norogachi, Tonachi y Santa Anita, beben el tradicional tesgüino, sepultan la imagen de Cristo envuelta en una cobija y concluyen el Sábado de Gloria con la “Quema del Judas” o del “Chabochi”, simbolizando así la creación de un nuevo orden universal donde dan fin a problemas como la sequía y la enfermedad, además de pedir perdón por todo lo malo que hicieron durante el año.

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Considerada la celebración rarámuri de mayor importancia para dar gracias al creador, la Semana Santa en la Sierra Tarahumara se vive de una manera particular con la participación de los pueblos originarios de Chihuahua, reuniendo de tal manera también a una gran cantidad de turistas, no solo de México sino del resto del mundo quienes se adentran en las actividades.

Se trata de eventos que se realizan los días Jueves, Viernes y Sábado Santo. Norogachi, una comunidad perteneciente al municipio de Guachochi situada a 2 mil 150 metros sobre el nivel del mar es una de las tantas que participan en la celebración, siendo este uno de los puntos de mayor concentración durante los últimos años.

Todo inicia el jueves con una luminaria, es decir, encienden una fogata en un punto alto de la montaña y danzan al son del tambor y la flauta, siendo ello una forma de agradecer, pero además, al momento de realizarlo afirman que su mente olvida y el cuerpo rejuvenece.

Para el viernes por la tarde, con una procesión al panteón por toda la comunidad e integrada por los rarámuris, “sepultan” a la representación de Dios. Por la noche, danzan hasta el agotamiento, acompañados en todo momento por tesgüino (cerveza de maíz) que inclusive hacen acompañar de alcohol.

El sábado, mediante un ritual, queman a Judas, simbolizando de tal manera que muere el mal. Pascoleros, pintos y soldados, anuncian el restablecimiento del orden universal, no hay enfermedad, ni sequía, inclusive algunos aseguran que si la hay es porque las tradiciones se están perdiendo.

Con una misa, el domingo ya hay un nuevo inicio, el mal fue vencido y los tarahumaras aseguran que se ha ido de sus comunidades, prediciendo que el año será mejor para ellos.

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Foto: Gobierno de Guachochi

Es la celebración más importante para los rarámuri: INAH

Para el antropólogo Horacio Almanza, investigador del INAH, esta celebración es la más importante para los rarámuri del estado de Chihuahua, en la que los mandos de autoridad pasan de los gobernadores a sus líderes religiosos. Una tradición que conjuga los preceptos de la cristiandad que se les impusieron y sus propias creencias ancestrales.

Las festividades tienen lugar alrededor de los templos dispersos en un territorio de 35 mil kilómetros cuadrados que conforma el “mundotarahumara. Son cerca de 30 templos de impresionante modestia, a buena distancia entre ellos, a buen camino de los feligreses. La comunidad se divide en dos grupos de la misma importancia: los “fariseos”, aliados del diablo, y los “capitanes y soldados” que defienden a Dios. Al periodo de la Semana Santa rarámuri se le llama comonorirawachi que significa “cuando caminamos en círculo” ya que la mayor parte de la celebración transcurre dándole la vuelta a cada templo en procesión reverente y continua.

Danzas, misas, rezos, ritos y plegarias, esa es la esencia física de este ritual anual, más pagana que católica. Durante el ritual, llega un momento en que el jefe, el mandamás de los dos bandos, consulta en voz alta la opinión de los “soñadores”, los depositarios del misterio, a quienes reconocen por la riqueza de su experiencia onírica. Y ellos, durante todos los años en esta última época, contestan de forma solemne: Dios está débil y fácilmente vulnerable ya que el diablo lo ha obligado a beber tesgüino, en cantidades increíbles, y Dios no ha logrado recuperarse todavía.

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La reiteración, a perpetuidad, de la relación de los rarámuri con Dios, es la esencia misma de su Semana Santa. Pero también de su dependencia cósmica, específica, con el más allá. Se trata de reconocer sus gracias y de pagarlas. Y la actividad principal se centra en el conflicto que reina entre Dios y el diablo. Esta festividad anual, fortalece la idiosincrasia, el lenguaje y la cosmovisión indígena que día a día tiende a “occidentalizarse”.

Foto: Gobierno de Guachochi

2020: año histórico sin celebración

En el año 2020, el entonces presidente municipal, Hugo Aguirre informó que tras la pandemia por el Covid-19 y al acatar las recomendaciones de las autoridades de Salud, dialogaron con líderes y gobernadores rarámuris para cancelar la Semana Santa Rarámuri que tradicionalmente alberga en el seccional de Norogachi a más de 5 mil indígenas, turistas nacionales y extranjeros.

En un hecho histórico no se llevará a cabo la Semana Santa Rarámuri, teníamos la preocupación que no se accediera a cancelarse, afortunadamente el diálogo permeó. Estamos tomando las recomendaciones del gobierno federal y estatal, tenemos filtro sanitario a la entrada de la ciudad, hemos detectado a personas de otras ciudades o países, pero afortunadamente sin signo relacionado con esta pandemia”, señaló en aquel entonces el edil.

Informó además que, en dicho año por la baja de turistas nacionales y extranjeros, se tendrían afectaciones por 30 millones de pesos de derrama económica. “Desafortunadamente pega duro en los bolsillos a nuestros prestadores de servicio, comerciantes, ciudadanía en general, todos los eventos del mes de marzo y abril los cancelamos”.

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Más de 6 millones de derrama el año pasado

Tan sólo el año pasado, la Semana Santa Rarámuri dejó una derrama económica de 6.2 millones de pesos por lo que la ocupación hotelera en el referido municipio estuvo a punto de alcanzar el 100 por ciento, ya que asistieron cientos de personas de diferentes partes de la República Mexicana, para conocer los atractivos turísticos con los que el municipio cuenta.

Los lugares turísticos como Norogachi, Ciénega de Norogachi y Tónachi fueron los lugares más visitados ya que son considerados como los sitios más significativos por las fiestas rarámuri para la experiencia de Semana Santa.

En la cabecera municipal, principalmente en los lugares más emblemáticos como el Lago de las Garzas, lago Las Truchas y cascada El Salto, se realizaron danzas rituales y otras festividades tradicionales con saldo blanco en todas las localidades.

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¿Quiénes son los rarámuri?

El Instituto Nacional de Pueblos Indígenas define a los tarahumaras que se llaman a sí mismos rarámuri, como corredores a pie; proviene de las raíces: rara (pie) y muri (correr). Para ellos es sinónimo de las personas o los humanos. A los mestizos en general se les designa con el término chabochi, que significa los que tienen barbas, y a los que conviven con ellos y comparten su cultura, les llaman napurega rarámuri.

Habitan la parte de la Sierra Madre Occidental que atraviesa el estado de Chihuahua y el suroeste de Durango y Sonora. Comparten este territorio con los tepehuanes, pimas, guarojíos y mestizos. De los grupos originarios de la región es el más numeroso y habita un espacio más amplio que los demás, por lo que a su territorio también se le denomina Sierra Tarahumara.

La Sierra Tarahumara está formada por elevadas montañas que alcanzan de 2,000 a 3,000 msnm y profundas barrancas. Se le ha dividido geográficamente en Alta y Baja Tarahumara. Este grupo vive de manera dispersa en rancherías y pueblos en los municipios de Guadalupe y Calvo, Morelos, Balleza, Guachochi, Batopilas, Urique, Guazapares, Moris, Uruachi, Chínipas, Maguarichi, Bocoyna, Nonoava, Carichí, Ocampo, Guerrero y Temósachi.

La lengua tarahumara forma parte de la familia yuto-azteca, que se extiende desde Utah en los Estados Unidos hasta Centroamérica y está considerada junto con el concho y el guarojío dentro del subgrupo cahíta-ópata-tarahumara, emparentado con el subgrupo pima-tepehuano y el cora-huichol.

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La diversidad de lenguas yuto-aztecas que se hablan en el noroeste de México puede ser indicativa de que los hablantes de estas lenguas han ocupado el territorio por miles de años.

Existen diferencias dialectales en la lengua tarahumara que, sin llegar a ser muy profundas, provocan una cierta inteligibilidad entre todos los hablantes de tarahumara.

Los tarahumaras habitan en ranchos; su vivienda consiste en una casa-habitación, un granero y un corral de madera. Las casas se construyen con madera, adobe, cantera o piedra, dependiendo del material que haya en la región. Lo más común es encontrar viviendas hechas de troncos de pino dispuestos de manera horizontal, uno sobre otro, con techo de canoa o de vigas de dos aguas; los troncos son ensamblados en las esquinas y las rendijas son tapadas con una mezcla de lodo. Generalmente la vivienda consta de un solo cuarto, pero también las hay de dos o más.

Los tarahumaras fabrican objetos para satisfacer las necesidades de la familia, tanto para el uso cotidiano como para las ceremonias y rituales. La producción de estos objetos está dirigida primeramente al autoconsumo y el excedente se comercializa.

Las mujeres hacen ollas de barro, cajetes, platos, vasos, tazas y jarros; en algunos lugares también usan la palma y palmilla para tejer canastas de diversos tamaños.

Los hombres fabrican violines, bolas, arcos y tambores, bateas, cucharas y tallan figuras con madera. Unos y otros tejen cobijas y fajas de lana con figuras geométricas.

Foto: Gobierno de Guachochi

Reservación casi al 100 por ciento: Gobierno Municipal

La directora de Turismo del Gobierno Municipal, Diana González, señaló que para este año, la reservación en hospedaje ya casi se encontraba al 100 por ciento, en el caso de las cabañas ya estaban agotadas y en lo que respecta a hoteles aún había disponibilidad.

Dijo que, para garantizar la seguridad de los visitantes, ya se coordinaron esfuerzos entre los tres niveles de gobierno como lo es la Secretaría de la Defensa Nacional, Guardia Nacional, Secretaría de Seguridad Pública Estatal, Fiscalía General del Estado y la Policía Municipal.

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Expuso que a las comunidades donde se llevan a cabo las celebraciones como Norogachi, Tonachi y Papajichi ya se les ha brindado algún apoyo, pero también estará personal del Gobierno del Estado durante estos días.

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