Creados a partir del 200 a. C. y atribuidos a la tribu Hohokam, en el Cañón del Venado en el municipio de Balleza -a 100 kilómetros de Parral- se ubican tres sitios arqueológicos que atesoran una serie de petrograbados escritos mediante técnica de tallado. Para los arqueólogos Arturo Guevara Sánchez y Francisco Mendiola Galván, quienes fueron los primeros en estudiar la zona, las representaciones de fauna, personas y avistamientos del cosmos posiblemente buscaban describir la fertilidad, aunque también con figuras como el sol, serpientes con cuernos, cuadrúpedos y una figura humana se pretendió simbolizar el cielo y la tierra. Hoy, esa área se ha convertido en un destino turístico de exploración, pues el recorrido dura casi 2 horas por caminos sinuosos entre rocas, cactus, chapulines y serpientes.
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Ubicados a 10 minutos de la cabecera municipal tanto en la cima de un cerro denominado como el Cañón del Venado así como en el acantilado sobre la rivera del Río Agujas se encuentran el arte rupestre que cuenta en las piedras con figuras talladas que van desde humanos, animales como el venado, serpientes, anguilas, tortugas hasta una representación del sol y una luna. Por lo que alrededor de dos horas de caminata se convierte en la exploración.
Con una vista paradisíaca, que el Ayuntamiento ha ido acondicionando para que los visitantes y amantes del senderismo puedan apreciar y promocionar el turismo del municipio, el lugar se ha convertido en un punto de encuentro con la naturaleza y el pasado, además se confirma que desde la creación el ser humano ha buscado comunicarse e incluso establecido los métodos y formas de realizarlo.
Los petrograbados, también conocidos como petroglifos, distinguen 4 tipos: abstractos, geométricos, figurativos o representativos y de objetos.
Durante la historia fungieron como retrato de la cotidianidad de los seres humanos en relación con su entorno, plasmaban cuerpos humanos, animales que servían de alimento, y elementos como el sol y la luna, incluso llegaron a sellar mapas que servían de orientación.
Balleza fue una localidad conocida por los españoles desde 1608, cuando ingresó el misionero jesuita Juan de Fonte; sin embargo, más tarde quedó sujeta a las misiones de la Compañía de Jesús y enseguida fue una dependencia de Ciénega de Olivos, hasta el año de 1820, cuando se le otorgó la categoría de municipio.
Un municipio ubicado en la latitud Norte 26º 57", longitud Oeste 106º 21"; con una altitud de mil 580 metros sobre el nivel del mar, al Norte colinda con El Tule y Rosario, al Este con Huejotitán, San Francisco del Oro y el estado de Durango, al Sur con Guadalupe y Calvo y el estado de Durango, y al oeste con Guachochi.
En la ribera del Río Agujas, a tan solo 5 minutos en automóvil de la cabecera municipal se encuentra la base de expedición para emprender una larga caminata y conocer los emblemáticos petrograbados. A pesar de que no se tiene una fecha específica de sus orígenes, según versiones datan del año 200 a.C; sin embargo, son una obra emblemática de la localidad, pues fue una de las regiones cuyas tierras eran fértiles, ya que su clima tan diverso pero agradable propiciaron la unión de tres culturas como los apaches, tarahumaras y tepehuanes.
La lucha por poseer los territorios del norte, hizo que los españoles crearan presidios (cuarteles o fuertes) con la finalidad de acantonar tropas y combatir a los verdaderos dueños de estos dilatados territorios al grado de exterminar a muchas tribus de estos sitios de la Gran Chichimeca.
Por ejemplo, cuando descubrieron Paquimé, ya la ciudad estaba abandonada de tiempo atrás. Esto significó que las caravanas de comerciantes dejaran de recorrer estas rutas que de alguna manera marcaban (petroglifos o petrograbados) orientando la información de manera simple, pero con base en la Astronomía.
El primero de ellos que se encuentra en la cima de la montaña, para poder apreciar estos petrograbados es necesario caminar al menos 200 metros, escalar rocas, brincar bardas y esquivar alambre de púas; sin embargo, es parte de una experiencia inolvidable para quien se atreve a emprender esta expedición.
Leer más: Petrograbados en Balleza pertenecerían a la tribu Hohokam
Las primeras figuras y las más prominentes que se aprecian impresas en la roca corresponden a un venado de gran dimensión, un sol en forma de espiral ya que se presume en ese momento pudieron haber presenciado un eclipse de esta manera lo manifestaron, de igual forma se localiza la forma de una serpiente, además resultan unos destellos debido a que en el río en cierto momento hubo presencia de anguilas cuya electricidad resalta en el símbolo, esta especie seguía el Río Conchos, que se une al Río Grande y desemboca en el Golfo de México; sin embargo al construirse presas, las anguilas vieron cerrada su trayectoria y ya no pudieron seguir el cauce del río, lo que se presume pudo haber ocasionado su extinción.
A ese lugar se le conoce también como el Cañón del Venado, porque en algún momento de la historia estaba repleto de esta especie animal, de ahí resulta que decidieron instalarse los habitantes de aquel tiempo porque la montaña brinda una visibilidad perfecta para mirar a sus contrincantes en caso de que tuvieran que emprender la huida, además el río yace a escasos metros, lo que les permitía tener al alcance el vital líquido, además del alimento.
Según la tradición y versiones de habitantes no hace mucho tiempo se encontraron casas donde habitaron los apaches, ya muy deterioradas pero que dejaron huella de su paso.
Al descender 800 metros al filo del Río Agujas se encuentran marcadas en la roca la figura de un sol, una tortuga, un venado y lo que se supone la constelación de la Osa Mayor también conocida como el Carro Mayor, misma que permanece visible durante todo el año en el hemisferio norte, además de un símbolo humano.
Hoy en día el Gobierno Municipal de Balleza ha puesto puntual atención en la promoción del turismo, ya que la localidad goza de paisajes naturales de extensa magnitud, que fortalecen y dan muestra de su historia.
Tribu Hohoka: Posibles creadores
Los petrograbados fueron estudiados por primera vez por los arqueólogos Arturo Guevara Sánchez y Francisco Mendiola Galván y según afirmaron estos son pertenecientes probablemente a la tribu Hohokam, escritos en soporte de piedra mediante técnica de tallado en piedra y pigmentos naturales, que datan posiblemente de la época del 200 a.c. al mil 100 d.c. del arcaico tardío.
Expusieron que estos se localizan en tres importantes sitios arqueológicos, distribuidos por el consistorio, fueron hechos en soporte de roca, mediante la técnica de grabado en piedra; dibujos que comprenden representaciones antropomorfas, zoomorfas y de fenómenos asociados al avistamiento del cosmos y portentos meteorológicos.
El primer petrograbado descrito por ambos arqueólogos, el cual contiene representaciones de fauna, seres humanos y avistamiento del cosmos; describe posiblemente la fertilidad de venados hembras y machos, así como representaciones del sol, serpientes con cuernos de águila, cuadrúpedos y un antropomorfo (figura humana).
Así mismo, el segundo petrograbado, describe representaciones asociadas al sol y serpientes con cuernos, cuya posible interpretación simboliza el cielo y la tierra.
El tercer registro y último, que está descrito dentro de los estudios de los arqueólogos Mendiola y Galván, es la representación de una figura zoomorfa, cuya representación es la de una hembra de venado que está preñada, lo que posiblemente signifique la fertilidad.
El desarrollo cultural de la tribu de los Hohokam tuvo su desarrollo en los cursos bajos los ríos Gila y Salado, abarcando parte del sur del desierto de Sonora, así como parte de los estados de Chihuahua y Arizona.
Durante este importante desarrollo cultural, los antiguos pobladores practicaban técnica de agricultura, por lo que en sus diversos asentamientos en los territorios antes descritos, buscaban lugares donde las cuencas hídricas convergieran, donde hubiera acumulación de agua, para sembrar tabaco, maíz, frijol, algodón y pitayas de las que se alimentaban.
Acuden turistas extranjeros
La titular de Comunicación Social del municipio de Balleza, Abril Sandoval, comentó que constantemente acuden personas para subir a la cima de la montaña. Turistas provenientes de Estados Unidos, Guachochi, Parral y Chihuahua han acudido al lugar, además de la visita a las aguas termales.
“Constantemente tenemos visitas de turistas en Balleza, quienes vienen a conocer los lugares con los que contamos, además de la gran historia que se resguarda en este municipio serrano“, señaló la comunicadora del Gobierno Municipal.
Dijo que además la vigilancia se ha mantenido por parte de los elementos de la corporación de Seguridad Pública, quienes llevan a cabo recorridos para la prevención de delitos en los diferentes lugares.
Expuso que los turistas provenientes de Estados Unidos, Guachochi, Parral y Chihuahua han recorrieron las calles del municipio y acamparon en las conocidas “aguas termales” así como en el río donde admiraron los paisajes con los que cuenta el municipio, cubierto de árboles y montañas, mismos que son un detonante para el turismo.
Son bienvenidos en el municipio: Alcalde
El alcalde Augusto Medina Aguirre ha invitado a toda aquella persona que esté interesada en acudir al municipio serrano para visitar los lugares más emblemáticos cómo el "Reventón", el agua azufrada, caminata por los petrograbados o pinturas rupestres, así como acampar en cualquier espacio adaptado a lo largo y ancho del Río Balleza.
Señaló que la seguridad está garantizada ya que se implementan operativos por el departamento de Seguridad Pública al que también se suman elementos de Protección Civil y el servicio de ambulancia por lo que puso a disposición el número de emergencias (649) 535-0171 ante cualquier eventualidad que se pueda registrar.
Petrograbados: Manifestación del arte rupestre
Según el Instituto Nacional de Antropología e Historia el petrograbado es una de las manifestaciones del denominado arte rupestre, es decir, de aquellos vestigios de la actividad humana que fueron pintados o grabados sobre abrigos rocosos. Los estudios de Rubén Manzanilla y Arturo Talavera concluyen que en los petrograbados y en la pintura rupestre se relatan eventos de tipo mítico, calendárico, propiciatorio y astronómico.
Los autores también suponen que los lugares donde están ubicados se utilizaron como espacios sacralizados para efectuar ceremonias, dejar ofrendas y para ciertos tipos de mediciones o lecturas calendáricas o astronómicas.
