Desde hace catorce años, los gobiernos federales, estatales y municipales comenzaron a limitar apoyos económicos a los productores de miel de nuestro país, y particularmente a los de Chihuahua; hoy, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador asestó una nueva estocada que ha puesto en riesgo la supervivencia de las abejas y de miles de apicultores luego de que la producción bajó un 400 por ciento en los últimos 25 años.
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Gonzalo Lugo, apicultor de Parral, informó que en 1995 había una población de 5 mil colmenas en esta región del sur del estado de Chihuahua, pero a la fecha hay aproximadamente mil 500, a causa de la falta de estímulos hacia esta actividad productiva.
Aseguró que en esas mismas fechas se tenía un registro de aproximadamente 15 personas que se dedicaban a la producción de miel, mientras que al día de hoy solo subsisten cerca de 5 productores en esta zona.
Detalló que con el paso de los años se fueron perdiendo los estímulos económicos, lo cual tuvo una repercusión económica y medioambiental.
Indicó que de 1998 al 2000 se tuvo una época de auge, gracias al programa apícola de la entonces Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA)
Sin embargo, para el 2004 los apoyos que se utilizaban adquiriendo equipo e insumos de operación, prácticamente dejaron de tener repercusión en la región.
Gonzalo Lugo, habló en torno a la extinción de 17 programas agropecuarios, entre los que se incluyen el repoblamiento de abeja reina.
Aseveró que a pesar de que existía un programa a mediados de la década de los dos mil, no se contaban con reglas de operación, lo que impedía que pudieran ser beneficiarios.
Ante este hecho se perdieron oportunidades de crecimiento, sumado a ello la sequía ha ido sepultando esta actividad, lo cual genera que haya más gastos en alimento para los enjambres de abejas y por ende, menos ganancias.
Expuso que de cada 300 colmenas que existen en la región se genera un empleo, lo cual significa que es una actividad económica que se realiza como auto empleo.
Explicó que el año pasado la producción disminuyó, puesto que en 2018 se extraía un promedio de 15 kilos por colmena, mientras que en 2019 se extrajeron cerca de 12 kilos, luego de años con pocas lluvias, llegando a puntos críticos.
A mediados de los noventas, la producción rondaba los 18 kilos por colmena, aunque la cifra varía seis kilos, la disminución se nota, ya que en 1995 había cerca de 5 mil colmenas y actualmente hay sólo mil 500. Esto significa que la producción ha bajado un 400 por ciento en los últimos 25 años.
Señaló una falta de visión por parte de los mandatos de los tres niveles de gobierno, a pesar de que no se tiene medido, una mayor población apícola repercutiría directamente en los ecosistemas de la región, volviendo más fértiles las tierras.