Noé Vázquez es el mayor de tres hermanos. Tiene apenas 10 años. Ha recorrido el sendero de la vida en medio de penumbras, pues la casa donde habita tiene problemas de electricidad. Su sueño: un carro de control remoto, además un “patín del diablo” y una cocinita para su hermano y hermana respectivamente.
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Tiene una hermana, Carmen Nohemí, y tiene 8 años; además su hermanito menor Jesús, de 6 años.
El pequeñín comparte cuarto con sus papás y hermanos; a veces le toca dormir en el suelo, ya que su familia sólo tiene una cama para las cuatro personas que viven con el en la calle “Benito Quintana” de la colonia Reforma.
Los papás venden buñuelos; no obstante, el recurso que ganan no es suficiente, pues a diario se enfrentan a situaciones adversas, en ocasiones no tienen dinero ni para el gas.
La inocencia que se logra observar en la mirada profunda que expresa el chiquillo, denuesta la valentía que aterriza en él todas las noches, pues a pesar de que tiene miedo a la oscuridad, todos los días debe pelear esa batalla y vencerla como un auténtico guerrero caminante.
El pequeño Noé camina por la vida con un par de zapatos viejos, pero con un alma pura y llena de inocencia; se le ve recorrer las calles en compañía de sus hermanos buscando una nueva aventura.
Para esta Navidad sus papás no tienen los recursos necesarios para darle un regalo; pero el pequeño aún no sabe las adversidades de la vida y ya escribió una carta directamente hasta “el polo Norte para que la reciba el gran papá Noel”.
Entre los juguetes que espera recibir, está un carro de control remoto, además sus hermanos hicieron su trabajo y fueron unos buenos niños todo el año; esperan un “patín del diablo” y una cocinita.