“Dos más, por favor”, se escuchaba en cada restaurante de la ciudad a principios de este año; el sonido de los televisores se mezclaba con el ruido de los comensales, impactando al mundo con la noticia de que en China un virus letal amenazaba la vida de unas cuantas personas.
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Las familias sonreían por la convivencia, se celebraban cumpleaños, aniversarios y todo tipo de festejos, algunos más solamente disfrutaban lo que sería su última comida fuera de casa.
A lo lejos, un comentario de un cliente se escucha: “Eso les pasa a los chinos por comer murciélagos”, ocasionando carcajadas entre los asistentes, sin percatarse de que la realidad del oriente llegaría pronto a esta parte del mundo.
A finales de enero, lo que se veía lejano se hizo realidad: El virus, mejor conocido como Covid-19, había aterrizado en tierras americanas; pocos lo podían creer, a pesar de haber observado la situación en Italia y España se pensaba que se quedaría del otro lado del charco, a más de 6 mil kilómetros de distancia.
No bastó con la advertencia mundial que los países europeos mandaron, se observaba a cientos de familias en luto por la pérdida de algún familiar, y aún así, tras saber del sufrimiento ajeno, se decidió continuar con la normalidad.
Dos meses fueron suficientes para que la realidad alcanzara a los chihuahuenses, pues el 17 de marzo se confirmó el primer caso de Covid-19 en Ciudad Juárez: Un hombre que viajó por varios países europeos, entre ellos Italia, había transportado el virus, que no tardó en esparcirse por todas partes.
Para el 21 de abril la situación en el país se descontroló, las autoridades declararon la fase 3 de la pandemia debido al crecimiento exponencial de contagios; algunos ilusos aún creían que la situación era un invento del gobierno, pues no sabían de nadie que estuviera infectado. “¿Tú conoces a alguien que lo tenga?”, se murmuraba en la fila del supermercado, ante la incertidumbre que generaba el famoso virus.
Fugaz fue el tiempo que pasó para que el primo de un amigo saliera positivo al Covid-19; sin embargo, la sociedad seguía sin entender, pues a pesar de la suspensión de restaurantes, las comidas y reuniones en casa seguían al pie del cañón. Al principio se contaban 10 personas por festejo, después fueron 8, tiempo después 5 y a principios de noviembre 0, ¿qué pasó?: El virus llegó a la realidad de todos.
Ya no era en China ni en Estados Unidos, ya era en la colonia, en el trabajo, en el hospital por el que se transita todos los días, ya se conocía a amigos y familiares que tenían Covid-19, por lo que finalmente se creyó en el virus.
Como era de esperarse, el Covid-19 comenzó a cobrar vidas: de 100 brincaron a mil, de dos mil a 20 mil y así sucesivamente; los decesos crecían día con día, ya no se trataba de fases, pues ya no había etapas que encasillaran la situación actual; según las autoridades, México estaría hundido al llegar a las 60 mil muertes, pero al día de hoy ya sobrepasa los 100 mil fallecidos.
La ciudadanía continuaba sin acatar las medidas de prevención; de pronto, aquel mesero que atendía a los comensales a principio de año falleció, dejando a sus familiares desamparados; pero… ¿qué fue lo que pasó?: La supuesta sopa de murciélago de la que tanto se burlaban infectó y mató a pobres y ricos, creyentes y escépticos, jóvenes y viejos, poco a poco se apoderó de la normalidad para cambiar el rumbo de la sociedad.